Por Israel Valdés Rodríguez*
El 2 de septiembre de 1960 más de un millón de cubanos, reunidos en Asamblea General Nacional efectuada en la Plaza de la Revolución, José Martí, aprobaron, jubilosos, la Primera Declaración de La Habana, leída por Fidel Castro. Fue la réplica viril a la Declaración de San José, acordada durante una reunión realizada en Costa Rica por la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, con lenguaje afilado y argumentación irrebatible, denunció los ataques, falacias y maniobras de Estados Unidos y sus aliados, contra Cuba. Pese a ello, allí se adoptó un acuerdo lesivo a Cuba, gracias al servilismo de la mayoría de los gobiernos representados en tal cónclave.
Tres meses antes, el imperialismo norteamericano había cancelado la compra de azúcar a Cuba, con el objetivo de ahogarla en la miseria y el hambre. La política hostil de Estados Unidos cada día se recrudecía. Frente a esa brutal agresión económica, la respuesta revolucionaria no se hizo esperar: la nacionalización de empresas estadounidenses radicadas aquí.
El 4 de septiembre de 1960 se informa que el primer ministro Fidel Castro presidirá la delegación cubana a la Asamblea General de la ONU. La Secretaría de Estado de los Estados Unidos anuncia que Fidel sería confinado a la isla de Manhatan durante su estancia en Nueva York, constituyendo una muestra evidente de prepotencia e irrespeto al derecho internacional.
Como respuesta a lo anterior, el día 16, el Gobierno Revolucionario dispone el confinamiento del embajador de Estados Unidos, Phillip Bonsal, al barrio del Vedado, mientras Fidel se hallara en el país norteño.
El 17, Osvaldo Dorticós, como presidente de la República de Cuba y Fidel Castro, como primer ministro resolvieron nacionalizar mediante expropiación forzosa, los bancos estadounidenses existentes en Cuba.
El día 18, Fidel arriba al aeropuerto de Ildewild, de Nueva York, al frente de la delegación cubana para participar en la XV Asamblea General de la ONU. En el aeropuerto neoyorquino lo esperaban cientos de simpatizantes de la Revolución: cubanos, dominicanos, nicaragüenses y estadounidenses, y casi un millar de policías. La delegación se hospedó en el hotel Shebourne, en la calle 37.
Al siguiente día la gerencia del hotel le notifica a Fidel que deben abandonar dicho establecimiento. Decidió comprar tiendas de campaña y mochila al hombro se instaló en los jardines del edificio de la ONU, acompañado de la delegación cubana. De inmediato visita al secretario general de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjóld, para protestar de los insultos y groserías de que era objeto. Todo esto originó un gran revuelo, sobre todo en la prensa. Poco después el administrador del Hotel Theresa, en el barrio de Harlem, ofrece alojamiento gratuito para Fidel y sus acompañantes.
El 20 recibió la visita del primer ministro de la URSS, Nikita Jruschov, visita a Fidel en el hotel Theresa. Durante esos días también lo visitaron Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India, y el líder del nuevo movimiento nacionalista árabe, Gamal Abdel Nasser, presidente de la República Árabe Unida. También recibió a distinguidas personalidades estadounidenses como fue el caso de Malcolm X. El 22 almuerza con los empleados del hotel Theresa,
En su primera comparecencia ante el plenario de las Naciones Unidas, el lunes 26 de septiembre de 1960, en un memorable discurso, denuncia las agresiones norteamericanas contra Cuba y reivindica el derecho de nuestro país a ser soberano e independiente. Fue allí donde expresó: “Cese la filosofía del despojo y cesará la filosofía de la guerra.”
El miércoles 28 de septiembre, cuando la delegación se disponía a abordar el Britania que los había traído, un abogado, acompañado de varios policías, informa que la aeronave había sido embargada. Manuel Bisbé, que fungía como embajador de Cuba ante la ONU le comunicó al secretario general de la ONU sobre tamaña violación y falta de respeto hacia un Jefe de Estado y se puso en contacto con las autoridades norteamericanas. Por su parte, el canciller Raúl Roa, procedió a reclamar judicialmente la devolución del avión. Es así, que Nikita Jrushchov, posterga su regreso y le cede a la delegación cubana el Ilyushin 18 matrícula CCCP-75717 y así regresan a la patria cubana. El pueblo le tributa un gran recibimiento y se realiza una concentración popular ante el Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución). Mientras Fidel habla estallan unos petardos, lo que da lugar a proponer la creación de un sistema de vigilancia colectiva, popular. Nacen así los Comités de Defensa de la Revolución. Hace ya, 55 años. ¡Y seguimos pa´lante!
* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores de Cuba.
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