18 septiembre 2015 / Fuente original: Prensa Latina
La Habana, 18 sep (PL) Hace hoy 35 años el piloto cubano Arnaldo Tamayo Méndez pasó a la historia cuando se convirtió en el primer latinoamericano en viajar al cosmos, recordó hoy el diario Granma. Cuba y los países del extinto campo socialista formaron parte del programa Intercosmos, fundado en 1967, y donde la antigua Unión Soviética puso a disposición toda su tecnología espacial para la realización de vuelos tripulados conjuntos, reflejó el rotativo.
El vuelo soviético-cubano despegó el 18 de septiembre de 1980 a las 15:11, hora de Cuba. Duró 159 horas, 49 minutos y nueve segundos.
Tamayo y el soviético Yuri Romanenko completaron 128 órbitas circunterrestres a una velocidad de un poco más de 28 mil kilómetros por hora, aproximadamente ocho kilómetros por segundo.
El viaje resultó tranquilo, sin situaciones complejas. la tecnología trabajó bien, sin fallas, dijo al periódico Tamayo, quien empezó a estudiar aviación con 18 años, llevaba 20 años en la Fuerza Aérea y tenía 38 cuando viajó al espacio.
Dentro de la nave el cubano era el segundo, hacía de cosmonauta investigador y tenía la primacía en cuanto a los trabajos de investigación, y a la vez la función de ingeniero a bordo de la nave Soyuz-38.
La misión, que era científica, contempló el acople con la estación orbital Saliut-6-Soyuz-37, donde estaban otros cosmonautas.
La Academia de Ciencias de Cuba dirigió el proceso de preparación de 21 trabajos científicos, más otros seis del programa Interespacial, que no eran cubanos.
Las investigaciones comprendieron mayormente la esfera médico-biológica, la psicológica, así como la teledetección de los recursos naturales de la Tierra.
Muchos de los experimentos fueron puestos al servicio del futuro desarrollo de la cosmonáutica y de la ciencia espacial, mientras otros se pusieron en función de las diferentes economías que participaban en el programa internacional.
Al decir del propio cosmonauta Arnaldo Tamayo, proclamado a su regreso del espacio como Héroe de la República de Cuba, la ciencia cubana se vistió de gloria, cumpliendo lo que había vaticinado el líder de la Revolución, de que la isla debía ser un país de hombres y mujeres de ciencia.
El vuelo soviético-cubano despegó el 18 de septiembre de 1980 a las 15:11, hora de Cuba. Duró 159 horas, 49 minutos y nueve segundos.
Tamayo y el soviético Yuri Romanenko completaron 128 órbitas circunterrestres a una velocidad de un poco más de 28 mil kilómetros por hora, aproximadamente ocho kilómetros por segundo.
El viaje resultó tranquilo, sin situaciones complejas. la tecnología trabajó bien, sin fallas, dijo al periódico Tamayo, quien empezó a estudiar aviación con 18 años, llevaba 20 años en la Fuerza Aérea y tenía 38 cuando viajó al espacio.
Dentro de la nave el cubano era el segundo, hacía de cosmonauta investigador y tenía la primacía en cuanto a los trabajos de investigación, y a la vez la función de ingeniero a bordo de la nave Soyuz-38.
La misión, que era científica, contempló el acople con la estación orbital Saliut-6-Soyuz-37, donde estaban otros cosmonautas.
La Academia de Ciencias de Cuba dirigió el proceso de preparación de 21 trabajos científicos, más otros seis del programa Interespacial, que no eran cubanos.
Las investigaciones comprendieron mayormente la esfera médico-biológica, la psicológica, así como la teledetección de los recursos naturales de la Tierra.
Muchos de los experimentos fueron puestos al servicio del futuro desarrollo de la cosmonáutica y de la ciencia espacial, mientras otros se pusieron en función de las diferentes economías que participaban en el programa internacional.
Al decir del propio cosmonauta Arnaldo Tamayo, proclamado a su regreso del espacio como Héroe de la República de Cuba, la ciencia cubana se vistió de gloria, cumpliendo lo que había vaticinado el líder de la Revolución, de que la isla debía ser un país de hombres y mujeres de ciencia.
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