El 2 de septiembre de 1945, el héroe Ho Chi Minh proclamó la independencia y estableció la República de Vietnam, y 70 años después el país se caracteriza por la reducción de la pobreza y la prosperidad.
El querido Tío Ho, como sus compatriotas le llamaron, marcó el fin de la dominación del fascismo japonés y el régimen feudal, razones por las que hoy los vietnamitas están de fiesta.
El país indochino pasó a ser ejemplo para las colonias en Asia, África y el resto del planeta y objeto de reconocimiento por su heroísmo y resistencia.
Las tácticas de la guerra de todo el pueblo desplegadas por el Frente de Liberación Nacional, guiado por el Partido Comunista, Ho Chi Minh y el legendario general Vo Nguyen Giap, llevaron a la rendición del ejército japonés y a la declaración de independencia.
Sin embargo, a los vietnamitas les esperaron nuevas batallas hasta 1954, contra los franceses, y luego frente a los estadounidenses, con final en 1975.
Fueron otras tres décadas de lucha por la liberación nacional y el aplazamiento del inicio de la fase tan ansiada, la de de un Vietnam libre, reunificado, independiente y próspero.
Después de la humillante huída de los últimos estadounidenses colgados de una cuerda suspendida desde un helicóptero que sobrevolaba la embajada en la ciudad de Saigón, fue necesario hacer un recuento de la destrucción.
Los invasores dejaron un país desolado, con gran parte de la superficie agrícola y la vegetación dañadas porque el ejército estadounidense roció unos 70 millones de litros del llamado “agente naranja”.
Con el país reunificado y en paz, los abnegados hijos de aquellas tierras se dieron a la tarea titánica de rehacer y desarrollar un país 10 veces más hermoso.
Vietnam se caracteriza por los éxitos en la erradicación del hambre, reducción de la pobreza y la cimentación de una sociedad de bienestar con altos índices de crecimiento.
Hablamos de una de las principales economías del sudeste asiático, con alzas del Producto Interno Bruto a un ritmo superior anual de 6%, índice duplicado en solo dos décadas.
Potencia turística y comercial, asiento de inversionistas de todo el mundo, Vietnam se convirtió en 2014 en el máximo exportador de la ASEAN, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, a Estados Unidos.
Con una fuerza laboral eminentemente joven impulsa un socialismo que reconoce las reglas del mercado y acoge la inversión extranjera como
motor para reducir las diferencias entre el campo y la ciudad, ángulo en el que le resta mucho por hacer.
En la hoy moderna Hanoi hay razones para el jolgorio por el aniversario 70 de la independencia, mucho más cuando hace 40 años esa ciudad sufrió la destrucción de la mitad de sus edificios y el total de sus infraestructuras.
El querido Tío Ho, como sus compatriotas le llamaron, marcó el fin de la dominación del fascismo japonés y el régimen feudal, razones por las que hoy los vietnamitas están de fiesta.
El país indochino pasó a ser ejemplo para las colonias en Asia, África y el resto del planeta y objeto de reconocimiento por su heroísmo y resistencia.
Las tácticas de la guerra de todo el pueblo desplegadas por el Frente de Liberación Nacional, guiado por el Partido Comunista, Ho Chi Minh y el legendario general Vo Nguyen Giap, llevaron a la rendición del ejército japonés y a la declaración de independencia.
Sin embargo, a los vietnamitas les esperaron nuevas batallas hasta 1954, contra los franceses, y luego frente a los estadounidenses, con final en 1975.
Fueron otras tres décadas de lucha por la liberación nacional y el aplazamiento del inicio de la fase tan ansiada, la de de un Vietnam libre, reunificado, independiente y próspero.
Después de la humillante huída de los últimos estadounidenses colgados de una cuerda suspendida desde un helicóptero que sobrevolaba la embajada en la ciudad de Saigón, fue necesario hacer un recuento de la destrucción.
Los invasores dejaron un país desolado, con gran parte de la superficie agrícola y la vegetación dañadas porque el ejército estadounidense roció unos 70 millones de litros del llamado “agente naranja”.
Con el país reunificado y en paz, los abnegados hijos de aquellas tierras se dieron a la tarea titánica de rehacer y desarrollar un país 10 veces más hermoso.
Vietnam se caracteriza por los éxitos en la erradicación del hambre, reducción de la pobreza y la cimentación de una sociedad de bienestar con altos índices de crecimiento.
Hablamos de una de las principales economías del sudeste asiático, con alzas del Producto Interno Bruto a un ritmo superior anual de 6%, índice duplicado en solo dos décadas.
Potencia turística y comercial, asiento de inversionistas de todo el mundo, Vietnam se convirtió en 2014 en el máximo exportador de la ASEAN, Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, a Estados Unidos.
Con una fuerza laboral eminentemente joven impulsa un socialismo que reconoce las reglas del mercado y acoge la inversión extranjera como
motor para reducir las diferencias entre el campo y la ciudad, ángulo en el que le resta mucho por hacer.
En la hoy moderna Hanoi hay razones para el jolgorio por el aniversario 70 de la independencia, mucho más cuando hace 40 años esa ciudad sufrió la destrucción de la mitad de sus edificios y el total de sus infraestructuras.
Tomado de Radio Habana Cuba
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