Por / Progreso Semanal
Demasiados de nosotros perdemos el tiempo exigiendo que se despida a los entrenadores de football americano y baloncesto universitarios, que cobran sueldos excesivos, sencillamente por perder juegos. En Miami, y no somos los únicos en esto, hasta el único diario de la ciudad derrocha valioso espacio de noticias escribiendo acerca de estos entrenadores. Y mientras todo esto ocurre, los editores de ese mismo periódico no se atreven a profundizar en la red de engaño creada en lo que algunos llaman un importante centro educativo y de investigación por un profesor universitario y su personal de mentirosos.
El centro es el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (ICCAS) de la Universidad de Miami. Su director es Jaime Suchlicki, el cual merece ser despedido por la Universidad e investigado por The Miami Herald. Ninguna de estas dos cosas va a suceder, por supuesto. Estamos en Miami.
Miami gusta verse como una gran ciudad. Una ciudad moderna. Yo estaría de acuerdo… si las grandes ciudades estuvieran hechas de hermosos y brillantes días azules de invierno e impresionantes edificios modernos con agujeros en el centro.
Pero las personas iluminadas e inteligentes a las que he preguntado me aseguran que las ciudades importantes requieren de grandes centros de aprendizaje, una próspera comunidad artística e intelectual, un sistema de transporte público que funcione, y eso es solo para empezar. Y a excepción de las artes prósperas (para lo cual estamos trabajando duramente), a Miami le faltan los otros dos. ¡Por mucho!
Conocida en otros tiempos como la U del Bronceado, seguido más tarde simplemente por LA U (por su programa de football americano), en estos días la U ha estado trabajando para lograr reconocimiento como un importante centro de conocimiento. Hay zonas, la medicina, por ejemplo, en la cual la Universidad de Miami es reconocida nacional e internacionalmente.
Pero luego uno se encuentra con un Suchlicki –así es como me voy a referir a este último incidente– y uno se pregunta qué sucede en realidad. ¿Y por qué se le da a ICCAS un pase libre, lo que les permite mentir a derecha e izquierda, con lo que esperaban ayudar a poner un obstáculo en el proceso de acercamiento con Cuba y sus líderes iniciado por el presidente Obama? ¡Y aquí nadie parpadea!
“El Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos ha recibido información de que el general Leopoldo Cintra Frías, jefe de las Fuerzas Armadas de Cuba, visitó recientemente Siria al frente de un grupo de militares cubanos enviados por Cuba en apoyo al dictador Assad de Siria y de la participación de Rusia en ese país”, decían los dos primeros párrafos de un reporte de “información y análisis” de ICCAS. Era ridículo. Y negado por todas las partes involucradas –incluyendo la Casa Blanca.
Sin embargo, muchos medios de prensa decidieron permitir que la noticia siguiera su curso. De hecho, la declaración hizo que algunos miembros republicanos del Congreso consideraran preguntar al presidente acerca de la presencia cubana en Siria. Y aquí se empieza a ver cómo una mentira puede convertirse en algo mucho más grande si se permite que se propague.
“El contingente militar cubano se desplegará principalmente en Siria como tripulaciones de tanques rusos prestados a Assad por los rusos. También funcionará como una fuerza militar contra el ISIS y otros opositores al régimen de Assad”, continuaba.
¿En serio?
Ni una sola vez en el “análisis” se menciona una fuente. La fuente o fuentes, me atrevería a decir, trabajan todas en las oficinas de ICCAS en la U de M. Y además de Suchlicki, incluyen a otras luminarias que odian a Cuba con cuyos nombres no voy a aburrir a los lectores.
El sitio web de la universidad describe a Suchlicki como un “consultor muy considerado en el sector público y privado”. ¿Muy considerado? ¿Por quién? A este paso, la Universidad de Miami seguirá siendo el hazmerreír del mundo político, liderada por ICCAS –el tanque pensante de Miami acerca de Cuba, el cual carece de pensadores verdaderos y honestos.
Entonces, ¿qué debe hacer La U?
Julio Frenk es el nuevo rector de la Universidad de Miami. No se puede evitar quedar impresionado por su curriculum vitae y sus credenciales –decano de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública en Harvard y anteriormente ministro de Salud de México. Frenk llegó aquí con intenciones de seguir convirtiendo a la Universidad de Miami en un centro líder en el aprendizaje y la investigación en el sur. Se pensaría entonces que un centro de la Universidad dedicado a los estudios cubanos y cubano-americanos sería una de las instituciones de la universidad que estuviera al frente de ese empeño. Pero lo que el doctor Frenk hereda es un centro cuyo primer acto durante su administración produce un Suchlicki que hace que la universidad se vea como fabricante de mentiras, en el mejor de los casos.
Y, sin embargo, Jaime Suchlicki y sus secuaces todavía permanecen en sus cómodas oficinas de ICCAS rodeados por la niebla de desinformación que ayudan a crear.
¿Dónde está en todo esto la administración de La U?
Si Frenk quiere hacer una buena primera impresión, tiene que despedir a Suchlicki. Hay personas que han perdido su empleo por mucho menos. Y si Frenk siguiera adelante con el despido, entonces me atrevería a decir que Miami estaría en camino de asumir su papel como una gran universidad, una segunda parte de los requisitos de cualquier gran ciudad.
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