Por Arthur González.
Que nadie se deje engañar, las campañas mediáticas contra Cuba se
mantienen a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas y de
la visita del presidente Barack Obama, y su costo es cada día más
elevado.
Una prueba contundente de ello es el segundo viaje en menos de 30 días
de Rosa María Payá Acevedo a Ginebra, Suiza, pagado totalmente por
Estados Unidos para que repita como cotorra el mismo guion sin
sustancias.
Triste papel el que decidió jugar esa muchacha, a cambio de unos cientos
de dólares mensuales que recibe para acusar a Cuba de algo que ni las
autoridades judiciales españolas le aceptaron, la responsabilidad de la
policía cubana en la muerte de su padre, Oswaldo Payá Sardiñas.
Es sabido que el único responsable del accidente es el ciudadano español
Ángel Carromero, enviado a Cuba por Esperanza Aguirre del Partido
Popular, para repartir dinero entre la contrarrevolución interna con el
objetivo de que ejecutaran actos provocativos contra el gobierno cubano.
De nuevo en Europa y gastando cientos de dólares que pagan los contribuyentes estadounidenses, esta joven se da la gran vida en hoteles donde los precios son bastantes elevados y a cambio debe acusar a Cuba de que viola los Derechos Humanos, sin argumentos probatorios.
Repitiendo como una cotorra los mismos argumentos de hace 58 años,
intervino ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas el
martes 15.03.2016, para hablar sobre la sociedad civil, libertad de
expresión y derecho a opinar, algo que en la isla todos tienen, sino
solo tienen que leer y escuchar lo que diariamente dicen y escriben los
llamados “opositores”, sin que nadie les moleste, a pesar de las
acusaciones que realizan contra las autoridades y el sistema socialista.
Sin argumentos sólidos, Rosa María sacó del baúl de los recuerdos el
fracasado y cuestionado Proyecto Varela, el cual no tuvo ni siquiera el
respaldo de los históricos cabecillas contrarrevolucionarios, que
acusaron a Payá Sardiñas de haberle entregado al gobierno cubano, los
nombres y direcciones de todos los “disidentes” en las listas de sus
seguidores, situación que fraccionó aún más a la debilitada y desunida
“oposición” interna.
Solamente la misión diplomática estadounidense en La Habana, siguiendo
instrucciones del Departamento de Estado, le dio respaldo a dicho
engendro, el cual jamás fue reconocido ni apoyado por los “disidentes” y
mucho menos por el pueblo de Cuba.
La prueba de que Rosa María es manejada como un títere de los yanquis,
fue la defensa que le hiciera la delegación estadounidense, ante la
justa protesta de la cubana. Triste papel el que decidió jugar al
venderle su alma a los norteamericanos, a cambio de una visa de
refugiada política, pues realmente ella no representa a ninguna sociedad
cubana.
Su actuación trae a la memoria la execrable participación de Armando Valladares en ese salón, cuando Estados Unidos violando todos los reglamentos establecidos, lo nombró embajador ante la anterior Comisión de Derechos Humanos, personaje que fuera ex miembro del ejército del dictador Fulgencio Batista, detenido posterior a 1959 por actos terroristas en Cuba a favor de la CIA.
Valladares fingió invalidez de sus miembros inferiores y engañó hasta la
Primera Dama de Francia, quien había solicitado su liberación cuando
cumplía prisión por sus acciones, y quedó anonadada al verlo descender
del avión en París caminando y elegantemente vestido, poniendo al
descubierto las mentiras tejidas desde Washington sobre su estado
físico, según ellos por las “torturas” recibidas.
La historia de la muerte de Payá Sardiñas, quedó igualmente
desenmascarada en las propias cortes de justicia española, las que
afirmaron que el único responsable era Carromero, al conducir a exceso
de velocidad, costumbre que tenía también en España por lo que le fue
retirada su licencia.
A pesar de esto, Estados Unidos insiste en conformar una matriz de
opinión contra Cuba, y no escatima dinero para lograrlo, financiando a
serviles personajes que cambiaron sus sentimientos humanos por unos
dólares más.
Por actitudes semejantes José Martí aseguró:
Por actitudes semejantes José Martí aseguró:
“El siervo no ha de valerse del permiso que para hablar le dé el señor,
que como señor recordará que lo es, y padecerá el siervo”.