Por Arthur González.
Realmente es incompresible oír hablar de persecución política, peligros
para la vida y otros cuentos que ha sufrido una “opositora” en Cuba y a
la vez conocer que vive plácidamente en La Habana haciendo campañas a
favor de Estados Unidos; por supuesto que se trata de Rosa María Payá
Acevedo.
Esa joven que ha hecho carrera a costa de la muerte de su padre Oswaldo
Payá, fallecido en un accidente de tránsito provocado por el español
Ángel Carromero del Partido Popular, al conducir a exceso de velocidad
mientras repartía dinero para la contrarrevolución cubana, ahora desea
hacer una segunda parte de los chascos que hizo su padre, sin tener
presente que esas nunca han sido buenas.
Después del suceso, Rosa María y su madre Ofelia Acevedo, en entrevista
privada con diplomáticos estadounidenses acreditados en la Habana,
acordaron orquestar una campaña contra Cuba a cambio de que se les
otorgaran visas de refugiados políticos para ellas y dos hijos de
Oswaldo, arribaron a Miami con inmediatez inusual por considerar que sus
vidas peligraban en la Isla.
Desde su llegada a la capital de la mafia terrorista anticubana, ambas
mujeres fueron entrenadas para desarrollar una cruzada mediática contra
su patria, viajando por Europa y América Latina con todos los gastos
cubiertos por el gobierno estadounidense, pero en España tuvieron un
tropiezo fuerte con la justicia, al serles rechazada la acusación contra
las autoridades cubanas por carecer de pruebas legales.
No obstante, Rosa María, apadrinada por el senador Marco Rubio y la
representante Ileana Ros-Lehtinen, fue obligada a continuar sus falsas
acusaciones y al no obtener resultados ha sido enviada a La Habana
nuevamente, de donde salió como “perseguida” política supuestamente por
“peligrar” su vida.
Las mentiras se descubren más pronto que tarde y ahora se demuestra ante la opinión pública que nada de lo que aseguró era cierto, y la prueba está en su regreso a Cuba donde se dedica abiertamente a conspirar contra el Gobierno sin ser molestada.
De acuerdo con el artículo No.1 de la Convención para los Refugiados las
Naciones Unidas, enmendado por el Protocolo de 1967, se define a los
refugiados como:
“Personas que, debido a un miedo fundado de ser perseguidos por razones
de raza, religión, nacionalidad, membresía de un grupo social o de
opinión política en particular, se encuentran fuera de su país de
nacimiento y son incapaces, o, debido a tal miedo, no están dispuestos a
servirse de la protección de aquel país; o de quienes, por no tener
nacionalidad y estar fuera del país de su antigua residencia habitual
como resultado de tales eventos, son incapaces, debido a tal miedo, de
estar dispuestos a volver a éste”.
Si ella cumpliera con esos preceptos no podría pasearse libremente en el país que abandonó ante el temor de perder su vida.
Para reforzar sus embustes y buscar un reconocimiento internacional que
no ha logrado; por eso el 24 de marzo del 2016, ofreció una conferencia
de prensa en la Habana para dar a conocer un nuevo proyecto
contrarrevolucionario diseñado y financiado desde Miami, titulado Cuba
Decide, en un intento por rescatar el fracasado, ausente de apoyo y de
credibilidad, Movimiento Cristiano Liberación.
Es sabido que ese supuesto movimiento que encabezó su padre en la década
de los años 90, no logró seguidores ni siquiera dentro de la exigua
contrarrevolución asalariada, siendo fuertemente criticado por otros de
similar corte.
En una tentativa por revivir un cadáver, Rosa María quiso reeditar lo
hecho por su padre, y para ello entregó en la sede de la Asamblea
Nacional del Poder Popular, 10 mil nuevas firmas pertenecientes al
fallido Proyecto Varela, como un supuesto reclamo popular para un
plebiscito que, “permita a los cubanos decidir el destino económico,
político y social del país”.
Lo realizó con plena libertad y sin ser molestada, acosada o reprimida como tal vez ideó.
Esa es la llamada “oposición interna” a la cual Barack Obama intentó
fortalecer al reunirse con parte de ella, sin tomar en cuenta sus
falacias y estrechos vínculos con terroristas cubanos radicados en
Miami, como es Luis Posada Carriles, responsable de la explosión en
pleno vuelo de un avión cubano donde fueron asesinados 73 personas
inocentes, más la colocación de bombas en varios hoteles de La Habana,
amigo personal de Guillermo Fariñas, lisonjeado con el premio Sajarov.
Por esas mentiras carecen de respaldo popular, no son tomados en cuentan
por la juventud y no logran incrementar su membresía, ni la unidad
entre ellos, a pesar de los cientos de miles de dólares que le son
enviados por Washington mensualmente para la realización de actos
provocativos.
Rosa María está quemando las últimas naves y ante sus continuos fracasos
terminará como muchos otros han llegado a la vejez sin familia, dinero y
respeto, porque como dijera José Martí:
“Solo se respeta lo que se ve unido, y a lo que no se ve unido no se le respeta”.
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