Por Arthur González.
En sus edulcoradas palabras al pueblo cubano el pasado 22 de marzo 2016
en el Gran Teatro Alicia Alonso, ante la presencia de una amplia
representación de la sociedad civil y de las máximas autoridades del
Gobierno, el presidente Barack Obama mintió de forma premeditada.
Empleando un lenguaje amistoso para dar una imagen de un Presidente
conciliador y diferente a sus antecesores, quienes con una política de
guerra y terrorismo no lograron destruir a la Revolución, Obama dijo:
“Vine aquí para extender una mano de amistad al pueblo cubano…, Washington no tiene la intención de imponer cambios en Cuba”.
“Los cambios dependerán del pueblo cubano. Nosotros no vamos a imponerles un sistema económico o político”.
“Vine para enterrar los últimos vestigios de la Guerra Fría en las Américas”.
Sabía de antemano que esas eran las palabras que el pueblo cubano
deseaba escuchar, después de sufrir por 58 años invasiones, ataques
terroristas y cientos de planes para asesinar al líder Fidel Castro,
pero sus asesores no le advirtieron que en Cuba todos saben leer y
escribir, y la vida los obligó a analizar cada detalle proveniente del
Norte, porque los golpes enseñan y mucho.
¿Cómo se puede entender que se extienda una mano y a la vez la otra
tiene el puñal clavado en la espalda de a quien se le da diestra?
Ninguna de las acciones que dañan a Cuba desde hace 58 años se han
revocado y el propio Obama ha reiterado que no serán eliminadas en su
mandato.
Recordemos la Guerra Económica, esa que insisten en calificar de
Embargo, a pesar de que sus documentos lo dicen claramente; la Ley de
Ajuste Cubano; el programa Cuban Medical Professional Parole, para
desgajar las misiones médicas cubanas que prestan su ayuda a miles de
enfermos en el mundo; las radio y TV Martí para subvertir
ideológicamente; los más de 20 millones de dólares para mantener
programas subversivos contra los cubanos y para sostener a una oposición
creada, entrenada, abastecida y orientada que pretenden conformar en
una disidencia política.
¿Alguien con un mínimo de coeficiente de inteligencia puede aceptar que
la Guerra Fría contra Cuba terminó por obra y gracias de Obama?
Las campañas mediáticas, e incluso en su propio discurso, que intentan
satanizar a la Revolución acusándola de reprimir y arrestar a sus
asalariados prueban lo contrario.
Cuba sufre y seguirá sufriendo de una guerra al mejor estilo y diseño de
los conceptos enarbolados por Gene Sharp, para ejecutar planes
subversivos e injerencistas, que contemplan cinco etapas.
1ra. Es promover acciones “no violentas” para generar y promocionar un
clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de
corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores.
2da. Etapa consiste en desarrollar intensas campañas en “defensa de la
libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de
acusaciones de “totalitarismo” contra el gobierno en el poder.
3ra. Se centra en la lucha activa por “reivindicaciones políticas y
sociales”, y en la manipulación del colectivo para que emprenda
manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
4ta. Ejecutar operaciones de guerra psicológica y desestabilización del gobierno, creando un clima de ingobernabilidad.
5ta. Forzar la renuncia del Presidente de turno, mediante revueltas
callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la
presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para una
intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada
y se logra el aislamiento internacional del país.
Precisamente esa contrarrevolución interna con la cual Obama se reunió
en La Habana, es una de las líneas principales que emplean para
organizar actos de desobediencia civil e intentar sumar a jóvenes
insatisfechos.
Son varias las instituciones norteamericanas encargadas de financiar la
subversión política contra Cuba, a partir del presupuesto anual que
aprueba la Casa Blanca para tales acciones, basado en las experiencias
ejecutadas en el ex campo socialista.
No en balde Obama afirmó:
“Lo que estaba haciendo Estados Unidos no estaba funcionando…” “Quiero
que el pueblo cubano, especialmente los jóvenes, entiendan por qué creo
que deben mirar al futuro con esperanza […] Una esperanza que está
enraizada en el futuro que pueden elegir, que pueden moldear y construir
para su país.
Otra muestra de que mintió fue cuando expresó:
“Nosotros no vamos a imponerles un sistema económico o político”.
Pero en su propio discurso señaló algunas de las acciones que pretenden
ejecutar en Cuba, con esa contrarrevolución que etiquetan como
“disidencia”, entre ellas la sutil estimulación que les hizo, cuando
afirmó:
“Creo que los ciudadanos deben ser libres de expresar su opinión sin
temor, de asociarse y criticar al Gobierno y de protestar pacíficamente,
y que la aplicación de la ley no debe incluir detenciones arbitrarias
de personas que ejercen esos derechos”.
Esto sin dudas fue una evidente exhortación a lo que deben seguir
haciendo sus asalariados y ratificado horas después en el encuentro
privado que sostuvo con algunos de ellos.
Cuba no necesita de recetas para mejorar su sistema, ni tampoco porque soportar las mentiras dichas por el presidente Obama, cuando aseveró de en Cuba no hay libertad para practicar las creencias religiosas, como parte de esa cruzada mediática anticubana, al expresar: “Creo que toda persona debe tener la libertad de practicar su religión”.
Cuba no necesita de recetas para mejorar su sistema, ni tampoco porque soportar las mentiras dichas por el presidente Obama, cuando aseveró de en Cuba no hay libertad para practicar las creencias religiosas, como parte de esa cruzada mediática anticubana, al expresar: “Creo que toda persona debe tener la libertad de practicar su religión”.
Con eso reforzó la imagen fabricada por Estados Unidos de la falta de
libertades en la Isla, cuando realmente en Cuba todas las religiones
cuentan con entera independencia.
Muy precisa es la nueva estrategia yanqui, trabajar desde adentro con
mayor plenitud empleando a miles de norteamericanos que vendrán a
evangelizar a los cubanos en las supuestas bondades del capitalismo, ese
que tuvo que ser derrocado por una Revolución verdadera y nacionalista,
por no resolverle al pueblo el hambre, la falta de empleo, el
analfabetismo, la muerte por enfermedades curables, la discriminación
racial y ausencia de esperanzas en un futuro mejor.
Ahora con un pueblo culto y preparado, es muy fácil hablarle de
prosperidad, mientras se le impide al Estado que pueda satisfacer las
necesidades de la población, pero Obama debe saber que a los cubanos no
es fácil confundir, porque como expresó José Martí:
“Ser cultos es el único modo de ser libres”