“Seguir un solo camino es retroceder”. Eso no lo dijo un pelotero, sino un gran hombre del pasado siglo, un excepcional músico, Igor Stravinski. Y cualquiera pudiera preguntarse: ¿qué hace el afamado compositor en este espacio? Sucede que muchas veces en el béisbol recorremos un único camino y este deporte tiene varios senderos para llegar al éxito.
En el partido entre Sancti Spíritus y Mayabeque el pasado lunes, en el onceno capítulo y con la aplicación de la regla IBAF, Eriel Sánchez empuñaba con dos en circulación sin out; se enfrentaba al derecho Jaynier Rodríguez, lanzador que cubre su segunda temporada y a quien en la anterior le batearon para 314 sus rivales. El librito, o el camino, es tocar para avanzar a los corredores, ¿pero es el único?
Eriel es uno de los bateadores más agresivos de la pelota cubana y hoy el mejor espirituano a la ofensiva, midiéndose a un joven serpentinero. Sin embargo, tocó y lo hizo bien, pues llegó quieto a primera, mas los que le siguieron no produjeron, lo que él se ha cansado de hacer. Los del Yayabo anotaron solo una y no les alcanzó, pues con un jit los mayabequenses los dejaron al campo. Moraleja, el camino a tomar depende del caminante, de lo contrario, como dijo Stravinski, no se avanza.
El que sí avanza a paso redoblado en el amanecer de la Serie es Yulieski Gurriel. Sin incluir los juegos de ayer, el 01 de Industriales lideraba a los bateadores con average de 650; iba a la cabeza en anotadas (9); jonrones (4); slugging (1 350) e impulsadas (14). Y en el orden colectivo, si nos detenemos en los también adelantados números holguineros del pitcheo —hasta el martes—, es increíble cómo el equipo que menos carreras permite (14), el que menos boletos otorga (18), el que menos jit tolera (46, único por debajo de 50), al que menos extrabases le pegan y en consecuencia al que menos le batean (192, único inferior a 200), no está entre los primeros de la tabla, sino en su parte final y es uno de los que pierde más que lo que gana.
La respuesta es que el béisbol es un deporte de balance entre pitcheo, defensa (Holguín fildea para 971, dos puntos por encima de la anémica media del torneo que es de 969) y ofensiva, renglón en el que ese plantel lo hace muy mal: en ocho desafíos es el que menos carreras anota (14, único por debajo de 15), su average (219) es solo superior al de Guantánamo y para colmo es uno de los que más corredores dejan en bases (64).
Son pasajes propios de una pelota modesta que viste a esta Serie Nacional, la cual, aunque austera en virtudes hasta el momento, sí ha estado hinchada en actitud como lo demuestran los 19 encuentros decididos por una carrera, sin tener en cuenta los resultados de anoche o el propio cotejo Isla de la Juventud-Matanzas, en el que los pineros barrieron en tres desafíos por la diferencia mínima.
En el terreno, el lenguaje beisbolero es sobrio, falta experiencia, pero no creo que lamentarnos sea la conducta. El diálogo con los jugadores de la actual campaña ha de establecerse desde la responsabilidad de ser un pelotero de Serie Nacional; como ellos, sin pericia, comenzaron los nombres grandes que le sobran al libro de nuestro pasatiempo nacional, que sin duda los de hoy van a engrosar más temprano que tarde.
En contraste, lo ocurrido el pasado viernes en el Latinoamericano deja mucho que desear. Cómo explicar que tras cinco meses (entre el final de la contienda anterior al inicio de esta), un estadio, por demás el principal del país, no se halle listo para ofrecer sus juegos nocturnos y deje a los aficionados como la novia de Pacheco, vestidos para la fiesta. Es, además de inexplicable, un flaco favor al béisbol, a los peloteros y a su afición, en momentos en que cualquier herida puede ser mortal. Afortunadamente conocimos ayer, que sí habrá partidos de noche en el Latino.
Algo que era también difícil de entender, quedó solucionado. Ya tenemos, después de siete jornadas, el sitio web beisbolcubano.cu con todos sus servicios disponibles desde el pasado martes. Pero ojo, no puede seguir faltando previsión, cada vez que pasa algo así, es como si se hubiera ponchado el cuarto bate con las bases llenas y perdiéramos el partido, entiéndase el béisbol.
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