ARTEMISA.—El cambio es perceptible. Sin lugar a duda, la actividad en la bahía de Mariel se ha incrementado considerablemente en los últimos tiempos. No pocos hombres y mujeres de mar están insertados de una forma u otra en este entorno, y velan a diario por la eficiencia de las responsabilidades asumidas.
Encargados de realizar la actividad de practicaje, como un servicio de ayuda a la navegación, asesoran a los capitanes nacionales y extranjeros en la zona de su jurisdicción, con el fin de trasladar el buque a su destino con seguridad.
De esa forma, los conocidos prácticos preservan la vida humana en el mar, la carga, la propia embarcación, las instalaciones portuarias y el medio ambiente.
Con más de 25 años de experiencia, Luis Alberto Guerra, director de la Unidad Empresarial de Base Prácticos Occidente y práctico mayor del puerto de Mariel, manifiesta que “desde la inauguración de la Terminal de Contenedores Mariel (TCM) la cantidad de maniobras aumentó. En el 2013 hicimos 393 (1.07 por día como promedio), mientras al año siguiente estas se incrementaron a 830. Actualmente realizamos alrededor de tres como promedio al día”, especifica.
Las comunicaciones en las maniobras son en inglés. “Esta es una de las operaciones más riesgosas de la navegación, el barco tiene a veces comportamientos que no se entiende cómo los hace, ya sea por giro de la hélice u otras razones. El embarque y desembarque son de lo más difícil de realizar. El límite para el desempeño de esta actividad lo ponen las condiciones físicas y psíquicas que tenga el práctico”, precisa.
“Una maniobra dura alrededor de una hora, pero en llegar al punto de embarque se tarda media hora en entrar y en salir”, manifiesta.
DE HABILIDADES Y MÁS
DE HABILIDADES Y MÁS
Miguel Ángel Herrera es práctico desde el 2004 y empezó a desempeñar esta función en Mariel, pero se había iniciado en 1980 como marinero de puerto en La Habana, luego se hizo patrón, y oficial de puente.
“Antes eran menos las maniobras y con barcos mucho más pequeños, los más grandes eran buques tanques de combustible de 178 metros; entraban algunos mayores, pero muy pocos.
“Ahora las maniobras son más complejas, porque los portacontenedores tienen una superficie vélica muy prolongada, entonces trabaja mucho más el viento, y estas son muy peligrosas. Además se realizan en un canal que es estrecho y no muy largo, tiene dos tornos (curvas) peligrosos y la maniobra se hace difícil, lo mismo a la entrada que a la salida, elemento que con el dragado en el canal ha mejorado un poco”, señala Herrera.
En la entrada de la bahía, hasta 9,75 metros es el calado permisible en este momento, y 203 metros es el máximo permisible de eslora.
“El portacontenedor Don Jeovanni (de 202,8 metros) es el más grande que ha entrado —a excepción de los que trajeron las grúas de la TCM—, viene casi todas las semanas y se hace con la ayuda de tres remolcadores”, agrega.
Sobre cuánta dedicación se requiere para ejercer la profesión, Guerra confiesa que “como mínimo se necesita un año para tener a una persona lista para comenzar a aprender, y entre los cinco y los 10 de experiencia para que un práctico sea realmente práctico”.
En el centro laboran unos cinco hombres de mar consagrados a este quehacer, y alrededor de 20 trabajadores en total. La jurisdicción abarca desde el cabo de San Antonio hasta el Río Santa Ana.
“Además de desempeñarse como prácticos cada uno cumple diferentes funciones, como llevar la gestión ambiental, entre otras actividades, por lo que tienen un nivel de información alto y por ende, de preparación”, comenta Guerra, quien hace un año se incorporó aquí, pues su mayor periodo de labor ha sido en La Habana.
Trabajan 48 horas y descansan cuatro días, al igual que la tripulación de la lancha, que está compuesta además por un patrón, un motorista, y un marinero. Actualmente cuentan con dos embarcaciones y están en proceso de compra de una nueva.
OTROS CENTROS QUE TAMBIÉN INTERVIENEN
OTROS CENTROS QUE TAMBIÉN INTERVIENEN
Para buques de más de 70 metros de eslora es necesario usar remolcador, estos forman parte del servicio de practicaje. En ese accionar intervienen trabajadores de la Unidad Básica de Servicios Marítimos Mariel, perteneciente a la Empresa Navegación Caribe, y al Grupo Empresarial Transporte Marítimo Portuario.
Según Nelayne Pacheco, quien está al frente de este grupo y ya acumula 17 años de experiencia en este ramo, el centro se dedica al servicio de maniobras portuarias (entrada, salida y remoción de los buques) y al de agua (suministro del líquido a estos).
Cuentan con 89 trabajadores, de ellos, 75 directos a la producción. Disponen de una brigada técnico operativa que atiende el alistamiento de las embarcaciones.
“En el 2014 fueron 622 los buques operados y participamos en 291 entradas, 252 de-satraques y 49 remociones (cuando se mueven de un lugar a otro en el puerto)”, apunta Mabel Milián, quien se desempeñaba como jefa del departamento de Operaciones.
Hasta el cierre de agosto habían realizado 39 servicios de agua y 688 de maniobras. En la parte de producción cuentan con ocho embarcaciones.
Trabajadores de la Empresa Consignataria Mambisa (Agencia 01 Mariel), también intervienen, de alguna manera, en parte de lo que sucede en la bahía marieleña.
Trabajadores de la Empresa Consignataria Mambisa (Agencia 01 Mariel), también intervienen, de alguna manera, en parte de lo que sucede en la bahía marieleña.
“Nuestra actividad está basada en el agenciamiento de buques. Atendemos, no solo la provincia de Artemisa, sino además la de Pinar del Río”, afirma René Pinillo, secretario del núcleo mixto del Partido y la UJC.
Aquí tramitan los documentos concernientes a la carga de la embarcación, y avisan a las unidades correspondientes que esta va a arribar al país. “Somos los representantes de cada una en tierra”, acota.
Este es el centro de las coordinaciones para los servicios a las embarcaciones, “entre estos destaca el alquiler de autos para la transportación de los trabajadores, el de lanchas para la transportación marítima de personas y provisiones, hacemos cambios de clasificación migratoria (cambio de visado), tramitamos ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para la obtención de servicios de trabajo a clientes, entre otros”, añade Pinillo.
“Las coordinaciones se realizan antes de que el barco llegue, acorde a lo que solicita su capitán, si necesitan algo más después, se hacen cartas de solicitud”. El equipo está conformado por 17 trabajadores, entre estos cuatro agentes de buques.
Al cierre de agosto del 2014 habían entrado 175 (entre nacionales y extranjeros), y en igual periodo del año actual 312. “Antes eran alrededor de 70 u 80 al año”.
También con una alta incidencia en lo que sucede en el área, se encuentran los trabajadores de la Oficina de Seguridad e Inspección Marítima.
“Con el objetivo de salvaguardar la vida humana en el mar, inspeccionamos los buques nacionales que llegan a puerto y los existentes (los que están basificados permanentemente en la zona que atendemos), y como mínimo se establece que debemos hacerlo con el 30 % de los extranjeros, aunque siempre superamos ese propósito. Así, fiscalizamos el cumplimiento de la legislación nacional vigente y de los convenios internacionales de los cuales Cuba es parte”, explica Lázaro Fuentes, quien está al frente de la oficina, la cual cuenta con cuatro inspectores marítimos.
Atienden la costa norte y sur de nuestra provincia y de la pinareña. Como parte de su quehacer, también fiscalizan entidades que tienen que ver con la actividad marítima (un total de 33, de estas 19 son de Artemisa); e inspeccionan los barcos que se van a desactivar, el estado técnico de las instalaciones portuarias, la sujeción de las cargas en el buque y, de forma aleatoria, los contenedores que se transportan por vía marítima.
Por si no bastara, investigan los accidentes navales y velan porque el buque cumpla con lo establecido para que no exista contaminación al mar.
“En las inspecciones técnicas de los barcos, si hayamos deficiencias que afecten la seguridad de estos, de la vida humana, la carga, o son sospechosos a contaminar, se detienen, y hasta tanto no solucionen las deficiencias no pueden navegar”, manifiesta Fuentes.
Otros tantos trabajadores, pertenecientes a diversas entidades, también desempeñan funciones básicas en el área. De esa forma, cada uno desde su espacio contribuye con su accionar a la realización de diferentes operaciones, esenciales para el desarrollo de esta zona de esperanza y futuro.
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