Creado el Viernes, 18 Marzo 2016 09:34 | Israel Hernández Álvarez| Foto Archivo Agencia Cubana de Noticias
El 28 de julio de 1968 era importante para muchos habitantes en el
entonces municipio de Venegas-Perea, en la actual provincia de Sancti
Spíritus, porque se iba a decidir el campeonato de béisbol de segunda
categoría en esa zona entre dos equipos de allí, pero nadie imaginaba
que ese domingo iba a convertirse en un día memorable e histórico.
Aquella tarde el conjunto de Perea se dirigía hacia la comunidad de Dalia, lugar donde estaba programado el encuentro.
Entre
anécdotas, chistes y otras conversaciones de sabor cubano se efectuaba
el viaje cuando varios GAZ-69, conocidos popularmente como yipis rusos,
pasaron al lado de la carreta de los peloteros.
Tamaña sorpresa
recibieron los deportistas al detenerse la caravana y ver al Comandante
en Jefe Fidel Castro, quien preguntó hacia dónde iban y al conocer el
destino, les dijo que lo esperaran en el "estadio" para jugar con ellos.
-¿Quién es el pitcher?, indagó el máximo líder de la Revolución Cubana.
-Soy yo Comandante, respondió un joven de mediana estatura.
La respuesta brotó jocosa de los labios sonrientes de Fidel:
-Ah... si eres tú, prepárate que te voy a dar cuatro jonrones.
Sin poder ocultar la emoción de su rostro, Enrique Rodríguez Carrazco le respondió: "Eso hay que verlo..."
La
noticia corría de boca en boca en la zona. El pequeño terreno de pelota
de Dalia fue colmado por los vecinos. Nadie hablaba del juego; todos
comentaban el acontecimiento.
"Empecé a pitchar suave –evocó
muchos años después Rodríguez Carrazco (ya fallecido)- y me dijo: No,
no, no; tira con lo que tú tengas.
“Bateó por primera base y
luego roleteó por la segunda. Venía acompañado de Arnaldo Milián,
primer secretario del Partido en la entonces provincia de Las Villas y
quien también bateó y metía cada línea..."
El hoy jubilado
Ernesto Morales, quien fungió como árbitro, igualmente recordó la
presencia de Fidel en aquellos parajes: “Le canté un strike y me señaló
que estaba equivocado, que yo era un ampalla del año '40. Jaraneando con
él le expresé que no podía fumar en el terreno. Se quitó el tabaco de
la boca y lo entregó al médico y comandante René Vallejo".
Los
peloteros exhibían los trajes hechos en la medida de sus posibilidades,
por lo que faltaba uniformidad. Había quienes jugaban hasta en botas o
tenis por no tener spikes. Fidel se percató de ello y le pidió a Milián
resolver uniformes, que fueron recibidos por los jugadores a los pocos
días de la visita.
Tomás López Rodríguez, ahora jubilado, era el
máximo representante del movimiento deportivo en el municipio por aquel
tiempo, y conserva aún el pedazo del bate que el Comandante en Jefe
partió en el juego, el cual convirtió en un pequeño batecito que ha
guardado como trofeo.
El encuentro beisbolero pactado no se
realizó porque toda la atención se concentró en el Jefe de la
Revolución, quien luego se reunió con los pobladores en el círculo
social.
Enrique Fernández Vera, quien actualmente se desempeña
como profesor de educación física en la comunidad de Perea, tenía
entonces 11 años y cursaba el quinto grado en la escuela rural Antonio
Maceo. Las vivencias de aquel día las ha revivido con el ímpetu de sus
años infantiles:
"Cuando nos enteramos de que Fidel estaba por
la zona, la maestra reunió al grupo de alumnos que teníamos montado un
coro con la carta de despedida del Che. Cada uno decía una estrofa. La
mía era esa parte que dice:
"Un día pasaron preguntando a quién
se debía avisar en caso de muerte, y la posibilidad real del hecho nos
golpeó a todos. Después supimos que era cierta, que en una Revolución se
triunfa o se muere si es verdadera...
“El estaba muy
emocionado y nos dio la mano a todos los pioneros. Afirmó que nos
merecíamos una escuela mejor que aquella. Después cuando se hizo la
nueva comunidad también se construyó el centro estudiantil.
"Yo
era un niño muy vivo; cada vez que se movía para cualquier lugar estaba a
su lado como si fuera parte de su escolta, por eso es que salgo en casi
todas las fotos junto a él".
Han pasado casi 48 años de la
visita del Comandante en Jefe a Venegas, realizada luego de la
celebración en Santa Clara del XV aniversario del asalto a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Muchos de quienes sobrepasan las
cinco décadas de vida en esa área recuerdan con emoción la inolvidable
tarde de Fidel entre bolas y strikes.
Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.
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