Por: Raúl Antonio Capote.
El primer libro que me entregaron los funcionarios estadounidenses de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana,
se titulaba El Expediente, el autor Timothy Garton Ash narraba lo
sucedido en la antigua República Democratica Alemana en los días de la
caida del socialismo y posteriores al restablecimiento del capitalismo
en ese país. Era un libro terrible, era la historia de la traición en
todas sus facetas, expedientes abiertos a la luz pública de miles de
agentes y colaboradores del Ministerio para la Seguridad del Estado (en
alemán Ministerium für Staatssicherheit), más conocido por su
abreviatura Stasi.
El estudio- profilaxis que realizaron un
grupo de oficiales CIA y yo del libro y las circunstancias que rodearon
los hechos narrados por el autor, llevaba a la conclusión-amenaza de que
“un día podía pasar los mismo en Cuba”, otra fase del estudio develaba
todo los sucio del asunto, pero había una enseñanza tremenda. ¿Qué
sucedió en la RDA? ¿Cómo era posible que la Stasi, escudo del
socialismo en ese país, traicionara así a su pueblo, traicionara a sus
agentes?
Tenían experiencia de combate, de
trabajo, contaban con profesionales altamente calificados y con millones
de colaboradores y agentes, recursos y logística suficiente para vencer
a sus enemigos. Los éxitos de su labor les daban un merecido prestigio,
contaban con planes bien elaborados de contingencia, incluso
construyeron bunkers bien apertrechados en las principales ciudades,
para enfrentar desde una agresión externa, hasta una sublevación
interna. ¿Entonces que pasó?
El análisis que realizamos exponía un
proceso de deterioro profundo, un olvido de esencias primordiales que
deben difereciar un servicio de seguridad revolucionario de uno que no
lo es, la composición de sus agentes cambió buscamente en los finales de
los 80, la convicción fue sustituida por el comprometimiento, el
compromiso revolucionario y patriota por el interés, el miedo y el
oportunismo, la Stasi aprendía y se superaba, imitaba a sus
“profesionales” rivales y perdía, perdía terreno, los efectos de la
guerra psiológica, de la guerra cultural de enemigo, efectos difíciles
de apreciar a simple vista, comenzaban a hacer su efecto en la manera de
ver el mundo, de interpetar la realidad de la sociedad socialista,
alemana los valores del capitalismo se introducían como un cáncer y los
oficiales de la Stasi no eran ajenos a este proceso mal encarado, mal
enfrentado, de deterioro.
Ideología revolucionaria versus
profesionalidad, no tienen porque estar divorciados, al contrario, pero
cuando se confunde la mezcla y se vuelven contrarios antagónicos el
resultado es desastroso, eso pasó allá en el este de Europa, en la
Alermania socialista, eso pasó con la Stasi, y un simple estudio de la
composición de su agentura, de sus colaboradores e informantes lo
demostraba, cero ideología revolucionaria, interés, dinero, presión,
engaño, oportunismos. En Checoslovaquia, Polonia, Bulgaria, etc
ocurría un proceso similar y primaron los Václav Havel y los Lech
Valesa, sobre los combatientes patriotas que conformaron la historia y
la gloria de sus servicios de seguridad, incluida la mítica KGB
soviética.
Antes que algún conocedor me lo
señale,cualquier servicio de seguridad se vale de los oportunistas,
cobardes etc, se sirve de corruptos y traidores para su trabajo, pero la
diferencia la marca la base principal del trabajo, la esencia popular y
revolucionaria que hace invencible la seguridad de un estado
revolucionario, olvidar eso termina en derrota.
¿Cómo ha podido derrotar la Seguridad del
Estado de Cuba, el mítico G2 a los servicios especiales de los Estados
Unidos, a la poderosa CIA, con todo y sus incontables recursos, sus
profesionales altamente calificados y su tecnología de punta? ¿Por qué
ha podido?
Porque el G2 es el pueblo cubano, porque
la gente se siente parte de él, porque a sus, oficiales, agentes,
colaboradores, etc, no los mueve el fanatismo, ni el interés, ni el
miedo, sino la convicción más profunda, el amor a la patria, de ahí su
disposición al sacrificio, de ahí los mártires sagrados, de ahí el
desinterés de sus hombres y mujeres.
Soy y seré un miembro del G2, eso nadie me lo puede quitar,
para los combatientes revolucionarios develados en el 87 como agentes
de los Órganos de le Seguridad, para los del 2003, para los de Las
Razones de Cuba, para todos, es un orgullo y una razón de vida ser
mienbros del G2, a nosotros no nos movió otra razón para servir que el
amor profundo a Cuba, la lealtad a Fidel y a Raúl y a la Revolución.
Existen los Camajanes, los Martha
Beatriz, y algunos otros oportunistas, chivatos y cobardes, pero esos
nada tienen que ver con los Manuel López de la Portilla, Alberto
Delgado, Tony Santiago y tantos otros muertos gloriosos, nada tienen que
ver con mis compañeros de armas, con los José Manuel Collera, los
Frank Carlos, los Carlos Serpa, los Dalexis González, Aleyda Godinez y
Alicia, los Tony o René, Gerardo, Fernando, Ramón y tantos más, nada
tienen que ver con los miles, cientos de miles que combaten desde el
silencio con absoluta entrega sin que medie interés alguno.
¡Cuidado con la ceguera! ¡Cuidado con la
vanidad! Si un día la Seguridad Cubana llegara a olvidar sus esencias, y
tengo la plena seguridad de que eso nunca va a ocurrir, nos esperaría
la derrota, pero aprendimos de Fidel que toda la gloria del mundo no es
nada comparado con el placer del deber cumplido, aprendimos de Fidel a
defender los valores en los que creemos al precio de cualquier
sacrificio; aprendimos la modestia, el desinterés, el altruismo, la
solidaridad y el heroísmo; aprendimos de Fidel a luchar con audacia,
inteligencia y realismo; a no mentir jamás ni violar principios éticos;
aprendimos que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza
de la verdad y las ideas. Aprendimos que somos pueblo y que solo siendo
pueblo se puede vencer.
El virus de la derrota, el cáncer
que acabó con los proyectos socialistas de Europa del Este crece fácil,
he visto y he leido expresiones que aclaran muchas cosas, duras,
dolorosas que hemos vivido, conocí el odio del enemigo el día
siguiente del 4 de abril cuando se proyectó el último capítulo de Las
Razones de Cuba, también el odio de los más cercanos, el odio inesperado
del que suponemos compañero, del oculto tras la doble moral, conocí
pronto las miserias humanas, la envidia insana, la herida y la ofensa,
el olvido, la ingratitud, pero que es eso comparado con la satisfacción
del deber cumplido y cumplido bien, que es eso comparado con el amor
inmenso de nuestra gente, del pueblo del que somos parte, del apoyo de
los jóvenes, de la confianza que muestran siempre en nosotros, no lo
personalizo, esa gloria, esa moral es la moral del G2, es su
mística que nos acompaña al poner el rostro, al convertirnos en la cara
visible de tantos otros que no pueden mostrarla.
Una mañana Berlín Este amaneció con
nuevas banderas, las del socialismo se entregaron sin luchar, la RDA de
desvaneció, la Stasi pactó una paz sin gloria, renunciaron, no hubo
resistencia, los bunker vacios quedaron como monumentos silenciosos a la
podredumbre moral, el imponente edificio de la Stasi abrió sus puertas,
en la desbandada dejaron todo, hasta la vergüenza, los expedientes
quedaron abiertos a quien quisiera leerlos, se súper promocionó eso,
todo el que quería solo tenía que solicitar ver su expediente, eso fue
lo que Garton Ash hizo, buscar su expediente y hacer un libro,
Poco a poco se fue olvidando esa parte de
la historia, los legajos más recientes mostraban la historia que
convenía a Garton y a la CIA mostrar, pero un poco más atrás en el
tiempo, cambiaba la cosa, no siempre había sido así, no siempre como en
Polonia o Checoslovaquia, reinaron los Lech Wałęsa y los Václav Havel.
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