De guerra en guerra, se ha escrito la historia de las naciones. La paz, durante siglos, no ha significado otra cosa que la ausencia temporal de guerra. Uno de los símbolos de esa triste regularidad son las bases militares que las grandes potencias instalan en espacios ajenos a su territorio como para recordar cada día y en cualquier lugar del planeta que la seguridad de la humanidad está amenazada en todas partes y al alcance y la voluntad de los más poderosos.
El mundo en que desarrollamos nuestro esfuerzo contra las guerras las organizaciones antibelicistas en la actualidad, no es aquel en que vivieron nuestros antepasados más lejanos ni aquel que conocieron nuestros abuelos.
El desarrollo cultural, económico y tecnológico ha hecho que habitemos hoy un mundo que podría aportar bienestar y buena calidad de vida para todos los seres humanos. Sin embargo, en los terrenos político y social, el hombre no ha podido materializar globalmente sus aspiraciones de justicia y un mundo cuajado de inequidades entre naciones y dentro de cada nación, ha hipotecado el progreso de la especie humana.
Conflictos internos enraizados en desigualdades sociales cada vez más graves entre países ricos y países pobres reflejan un cruel y malsano egoísmo que ha colocado al planeta al borde del desastre.
No obstante el cierre reciente de cientos de bases en Irak y Afganistán, Estados Unidos mantiene cerca de 800 bases militares en más de 70 países y territorios en el extranjero. Ellas pueden ser desde gigantescas y sofisticadas hasta pequeñas instalaciones de radar o para otros propósitos con fines bélicos.
Gran Bretaña, Francia y Rusia, en su conjunto, tienen unas 30 bases en suelo extranjero. Esta disparidad entre la superpotencia norteamericana y las otras potencias parece llamada a pregonar quién manda y quienes debían obedecer.
De las 800 bases militares estadounidenses a lo largo del mundo, 76 están en América Latina. Entre las más conocidas resaltan: 12 en Panamá, 12 en Puerto Rico, 9 en Colombia y 8 en Perú, concentrándose la mayor cantidad en Centroamérica y el Caribe. La más antigua de todas está en Cuba, en contradicción con la voluntad del pueblo y elgobierno cubanos.
Datos provenientes del Informe de la Estructura de Base anual del Pentágono y de otras fuentes gubernamentales, noticiosas o académicas, ayudan a mostrar cuán lejos ha llegado Estados Unidos como promotor y alentador de guerras.
Según cálculos divulgados en dicho informe, el mantenimiento de bases y tropas en el extranjero costó a los países que las operan entre 85.000 y 100.000 millones de dólares en el año fiscal 2014; el costo total esas bases y tropas en zonas de guerra es de entre 160.000 y 200.000 millones de dólares.
No se incluyen en esta cifra ubicaciones cooperativas de seguridad más pequeñas y sitios sospechosos pero no confirmados de alojar militares extranjeros.
Junto al repudio mundial por las bases extranjeras, en los propios Estados Unidos, estos costos han motivado grandes debates sobre si hay o no necesidad de que Washington tenga tantas bases en el extranjero y si ello hace a la nación y al mundo más o menos seguros frente a los peligros de guerra.
Durante la Guerra Fría, las fuerzas estadounidenses instalaron cientos de bases en Japón y el Pacífico para rodear a China y la Unión Soviética. Desde 1995, las protestas contra las bases han pululado y han sido son especialmente intensas en la isla japonesa de Okinawa, donde todavía hay más de treinta.
Cientos de bases en Europa han cerrado desde la década de 1990, pero la presencia de bases y tropas (11.500) en Italia se ha mantenido constante. Recientemente, Estados Unidos ha instalado nuevas bases en Sicilia, en Italia, para manejar desde allí las operaciones contra África.
Durante la Guerra Fría, las fuerzas estadounidenses ocuparon cientos de bases en Japón y el Pacífico para rodear a China y la Unión Soviética. Desde 1995, las protestas contra las bases se han intensificado particularmente en Okinawa, donde todavía hay más de 30 bases.
Desde 1982, funciona una base “temporal” en Honduras, catalogada así en aras de hacer buena la ficción de que no existen bases estadounidenses en esa nación centroamericana burlando la prohibición en su Constitución, que prohíbe la presencia “permanente” de tropas extranjeras en su territorio.
Un “lugar de seguridad cooperativa” en Uagadugú, Burkina Faso, es parte de una nueva generación de pequeñas bases clandestinas llamadas “lirios” que aparecen en países con poca presencia militar estadounidense. No menos de once de esas bases en África albergan fuerzas operacionales especiales, aviones teledirigidos y vuelos de vigilancia.
En Italia, había 505 bases a la altura de la ocupación estadounidense, pero el parlamento iraquí rechazó el pedido del Pentágono de mantener 58 bases “duraderas” después de la retirada de 2011. Las fuerzas de Estados crecer en número.
En Tailandia, el Pentágono alquila a un contratista espacio en la Base Aérea Naval de U-Tapao, lo que permite a los funcionarios estadounidenses y tailandeses que lo negociaron declarar que no existe allí base estadounidense alguna ni hay tampoco acuerdo intergubernamental para instalarla. Las bases fueron importantes centros logísticos para las guerras contra Irak y Afganistán.
Había 505 bases a la altura de la ocupación estadounidense, pero el parlamento iraquí rechazó el pedido del Pentágono de mantener 58 bases “duraderas” después de la retirada de 2011. Las fuerzas estadounidenses han ocupado por lo menos cinco bases desde 2014 y están considerando más instalaciones con este tipo.
Filipinas desalojó a las fuerzas estadounidenses de bases masivas en la década de 1990. Desde 2002, al menos 600 soldados estadounidenses han sido desplegados para ayudar a las fuerzas filipinas a combatir a insurgentes desde siete lirios; unos 6.000 soldados estadounidenses operan temporalmente al amparo de “ejercicios militares”.
La militarización de la lucha anti drogas con la intervención directa de los Estados Unidos ha dejado en los últimos años en este país decenas de miles de muertes. La Iniciativa Mérida, firmada el 30 de junio de 2008 entre los presidentes J. W. Bush y Calderón implicó, según los acuerdos firmados, el entrenamiento de fuerzas militares mexicanas por Estados Unidos, la venta del armamento necesario y la estrategia militar para la seguridad y control del Estado por parte de las fuerzas mexicanas, y por medio de las agencias estadounidenses FBI, CIA, DEA y demás que ya estaban operando en territorio mexicano, el sobrevuelo sobre todo el territorio de aviones espías no tripulados y la injerencia de tropas estadounidenses en la seguridad interna del país.
Ninguno de estos acuerdos anula al anterior, todos son complementarios y han puesto cada vez más acento en la “guerra contra el narcotráfico y el terrorismo” en cuyo marco se ha conocido en mayo de 2011 de la creación de dos bases militares en la frontera con Guatemala, ambas bases contando con todas las “facilidades” de la tecnología militar para más de seiscientos efectivos en cada una.
En conferencia de prensa el Comandante de la VII región militar de México, general Salvador Cienfuegos Zepeda, declaró que tropas del ejército realizan operaciones militares en todo el territorio chiapaneco, sobre todo en la Frontera Comalapa, y que estas dos nuevas bases militares estarán situadas en Chiquimosuelo y Jiquipilas, por recomendación de la DEA. Esto se suma a los catorce mil militares ya asentados en Chiapas.
En mayo de 2011, comenzó la construcción de la Academia Estatal de Formación y Desarrollo Policial, en Las Encinas, San Salvador de Chachapa al oriente de la capital de Puebla. Este lugar, destinado a ser reserva ecológica será en lo adelante reserva militar. Así lo presentó Keith W. Mines, director general de la Inteligencia Militar, quien dejó claro que el FBI y otras agencias de EEUU tendrán participación directa en esta academia. Además, una fuerza de tareas estadounidense ayudará en las zonas más conflictivas, según revelaron altos oficiales del Ejército mexicano.
Formalmente, ni la Academia de Las Encinas, ni las bases de Chiquimosuelo y Jiquipilas, aparecen como bases de EEUU. Sin embargo, en el marco descripto, no cabe duda de que es el Pentágono quien dirige las operaciones según investigadores del movimiento pacifista mexicano MOPPASSOL.
El Comando Sur norteamericano, en marzo del 2018, hizo pública una información sobre su estrategia para la región en los próximos diez años, los principales “peligros” o “amenazas” que la acechan y el modo de enfrentarlas. Mencionó a Cuba, Venezuela, Bolivia, “la lucha contra el narcotráfico”, “las redes ilícitas regionales y transnacionales”, “una mayor presencia de China, Rusia e Irán en América Latina y el Caribe”, “el auxilio ante desastres”, así como “el papel asignado a las fuerzas de seguridad de cada país en diferentes rubros vinculados a la seguridad interna, regional e internacional.”
El Comandante del Comando Sur, almirante Kurt Tidd, en febrero del 2018 expuso ante el Congreso los escenarios planeados para el continente, objetivos, medios y estrategias acordes con la Estrategia de Defensa Nacional (2018) y la Estrategia de Seguridad Nacional (2017-2018).
“En términos de proximidad geográfica, comercio, inmigración y cultura, no hay otra parte del mundo que afecte más la vida cotidiana de Estados Unidos que América Central, América del Sur y el Caribe”, afirmó el almirante estadounidense.
Los desafíos para la hegemonía, planteó, se enfrentarán por medio de una “Red de Redes”, operada por el Comando Sur en conjunto con las agencias estadounidenses y los aliados. Tres Fuerzas de Tarea Conjunta actuarán en este plan: Fuerza de Tarea Conjunta-Bravo (Base Aérea de Soto Cano, Honduras), Fuerza de Tarea Conjunta de Guantánamo, la Fuerza de Tarea Interagencial y Conjunta-Sur (Cayo Hueso, Florida).
La respuesta para casos de contingencias incluye: Defensa del Canal de Panamá y el área del propio Canal; Operaciones de control de migración; Asistencia humanitaria y Respuesta ante desastres; Operaciones militares unilaterales, bilaterales o multilaterales llevadas a cabo por las fuerzas en respuesta a cualquier crisis.
Según el informe del almirante Kurt Tidd, Cuba sigue amenazando los intereses de Estados Unidos en la región, por sus supuestas actividades de vigilancia y contrainteligencia en varios países. El alto oficial estadounidense sostiene que en Venezuela que se aprecia una cierta influencia cubana en el servicio de inteligencia y en las fuerzas armadas.
Colombia es el actor clave en la región, dada su nueva relación con la OTAN. Colombia invirtió en el 2017 el 3,1 % de su PIB en gasto militar, equivalentes a USD 9 713 millones. La inversión de este país es la segunda más alta de la región sudamericana, según el total de su gasto militar, solo por debajo de Brasil.
El tercer país con más dinero destinado a sus ejércitos es Argentina con USD 5 680 millones, equivalentes al 0,9 % de su PIB.
Estados Unidos divide al mundo en nueve comandos, para América Latina y el Caribe. El Comando sur, con su red de bases militares, incluida la IV Flota, que es en sí misma un conjunto de bases muy operativas y con gran capacidad de desplazamiento, constituye una seria amenaza.
Estas bases no son solo militares, aunque todas lo son en su esencia. El renacimiento de la Doctrina Monroe, evocada por el Ex Secretario de Estado de los Estados Unidos Rex Tillerson, (anteriormente director ejecutivo de Exxon Mobil Corporation entre 2006 y 2016), cuando advirtió sobre la amenaza que representa para “nuestros valores democráticos” la presencia comercial de China y de Rusia en la región, muestra un reverdecer de la peor línea de acción del pensamiento imperial.
El objetivo del imperio es incrementar la presencia militar en la región con el fin de asegurar sus intereses hegemónicos en el hemisferio, consolidar un frente contra Venezuela y perpetuar su dominio sobre los inmensos recursos económicos de América Latina y el Caribe.
En el extremo oriental de la isla de Cuba, en la Bahía de Guantánamo, una de las más extensas y profundas del archipiélago cubano, radica desde el año 1903, de manera ilegal, una base Naval de Estados Unidos.
El 12 de junio de 1901, en condiciones de la ocupación militar de Cuba por Estados Unidos se había incorporado como apéndice a la Constitución de la República de Cuba, la Enmienda Platt, que articulaba los fundamentos esenciales que posibilitaron al gobierno de Estados Unidos imponer su voluntad como fuerza ocupante en la Isla.
En febrero de 1903, el entonces Presidente Tomás Estrada Palma, bajo las condiciones que imponía la ocupación militar de Estados Unidos, suscribió con el gobierno estadounidense un documento conocido por Convenio de la Base Naval de Guantánamo, que disponía el arriendo a Estados Unidos de estaciones navales y carboneras.
El 29 de mayo de 1934, con la firma del Tratado de Relaciones entre Cuba y Estados Unidos, quedan sin vigencia el Tratado Permanente de 1903 y la Enmienda Platt, pero ésta última con la expresa excepción de que Estados Unidos seguiría ocupando la Base Naval de Guantánamo mientras ésta no fuera abandonada por voluntad de Washington.
A partir de la crisis migratoria de 1994, por acuerdo de ambos gobiernos, se iniciaron encuentros regulares entre los mandos militares de cada parte, como resultado de lo cual se ha logrado mantener desde entonces un ambiente de seguridad en torno al perímetro de la instalación norteamericana, para conveniencia de ambas partes.
Desde enero de 2002, Estados Unidos ubicó en el Sector Este de la Base Naval, el centro de detención para alojar a los prisioneros de la llamada Guerra Global contra el Terrorismo. Esa prisión, que se hizo famosa por la ejecución a los cautivos de tratos inhumanos que han dado a la instalación una reputación, tan bochornosa, como ilegal sigue siendo su ocupación.
La Base Naval cuenta con dos aeródromos y varios muelles, espigones y amarraderos con capacidad de atraque para distintos tipos de buques.
Entre 1962 y 1996, se registraron 8 288 violaciones del territorio nacional de Cuba desde la Base Naval en Guantánamo, incluidas 6 345 violaciones aéreas, 1 333 violaciones navales y 610 violaciones territoriales. Del total de violaciones, 7 755 se produjeron entre 1962 y 1971.
A partir de la crisis migratoria de 1994, por acuerdo de ambos gobiernos, se iniciaron encuentros regulares entre los mandos militares de cada parte, como resultado de lo cual se ha logrado mantener desde entonces un ambiente de seguridad en torno al perímetro de la instalación norteamericana, conveniente para ambas partes.
Desde enero de 2002, Estados Unidos ubicó en el Sector Este de la Base Naval, el centro de detención para alojar a los prisioneros de la llamada Guerra Global contra el Terrorismo. Esa prisión, que se hizo famosa por la ejecución de tratos inhumanos tales como torturas a los cautivos, lo que le otorgó a la instalación una nueva reputación, tan bochornosa como ilegal y repudiada universalmente es su ocupación por el gobierno de Estados Unidos.
El Movimiento Cubano por la Paz y la soberanía de los pueblos clama por la devolución a la soberanía cubana de ese pedazo inseparable del territorio nacional de la Patria.
Tomado de Cubadebate
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