Este es un espacio de intercambio y reflexión, para demostrar la valía de un pueblo que se enfrenta al Imperio más poderoso del planeta con la seguridad absoluta en la Victoria porque le asiste la razón. Esas son las Razones de Cuba
Guayacánes el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.
lunes, 23 de mayo de 2016
Aires de impunidad
Impago de multas
Al
cierre de diciembre del 2015, los infractores debían al erario más de
dos millones 700 000 pesos, resultado de unos 13 600 correctivos sin
cobrar.
Las fuerzas de la motorizada del tránsito están entre los que menos errores cometen en la imposición de las multas. Foto:Pastor Batista
CIEGO DE ÁVILA.—Lo del impago de multas en esta
provincia trasciende los límites de la tolerancia: al cierre de
diciembre del 2015, los infractores debían al erario más de dos millones
700 000 pesos, resultado de unos 13 600 correctivos sin cobrar.
Las acciones realizadas hasta ahora para revertir esa situación no
han sido del todo eficaces y no han podido extirpar ese mal. Las
estadísticas lo demuestran: en los primeros cuatro meses del presente
año, la primera cifra disminuyó a poco más de dos millones 600 000
pesos, y la segunda a 13 251, una tenue luz en el horizonte que algunos
catalogan como un discreto avance, y otros como “el cuento de nunca
acabar”.
ENTRE LA PRUDENCIA Y LA NEGACIÓN El
problema tiene sus matices, y si uno quiere ver la parte buena, la de
quienes pagan en tiempo y sin aguijoneo, basta con apostarse frente a
cualquiera de las oficinas de Control y Cobros del territorio avileño,
sobre todo a las de Morón y Ciego de Ávila, las que mayor número de
población reciben.
Yamilet Jorge Ramírez afirma que llegó hasta la oficina de la ciudad
capital a pagar una multa que le pusieron por vender en la calle sin
autorización. “Justamente hoy, sin darme cuenta, se me duplicó, pero iré
a la casa a buscar el resto del dinero y regresaré sin dilación”.
De igual manera razona Ana María Pardo, quien acudió, por voluntad
propia, a saldar la de su hijo. “Él venía contra el tránsito y no tenía
por qué hacerlo. Estoy aquí porque no quiero que se le duplique”.
Fernando González Calzadilla, chofer, también concurría a pagar dos
infracciones, una por no realizar la inspección técnica al vehículo
(somatón) y la otra por estar mal parqueado, esta última en Santa Clara.
Como estas tres personas, a las demás oficinas de la provincia
diariamente van muchas otras a saldar las deudas, sin embargo, si uno
quiere encontrar a los morosos, a los que se escabullen, tendrá que ir
al barrio, a la casa, o esperar a que aparezcan.
Guiado por Aracelio Soto García, 83 años de edad, gestor-cobrador con
más de dos décadas en el oficio, Granma salió en la búsqueda de algunos
de los infractores.
Soto, conocido hasta en el más recóndito lugar de la Ciudad de los
Portales, se auxilia de la libreta donde anota cada una de las visitas y
el día que debe realizarla; “mi diario”, como él mismo la bautizó. Un
vistazo y dice: “vamos al barrio de Inseminación. Allí debo cobrar
algunas”.
Orisdelbis Acosta Cabrera, cochero, debía una de 500 pesos. “Me la
pusieron en el 2013. Yo la pagué y ahora me dicen que no lo hice. En ese
tiempo se duplicó y como extravié el comprobante, no tengo pruebas para
presentarlas”.
Y para ponerle la guinda al pastel, después de darle el dinero a
Soto, Orisdelbis decidió compartir inquietudes con los recién llegados:
“A alguien tengo que decírselas”, se desahoga. “No entiendo por qué,
después de más de dos años, vienen a exigirme. Sospecho que en la
Oficina de Cobro el control es deficiente. Además, es cierto que el
comprobante de pago se me perdió, pero debajo dice que es obligatorio
conservarlo solo por un año. Vinieron después de ese tiempo y no me
habían citado con anterioridad, aunque reconozco que debí pagarla en el
tiempo previsto”.
Dejando margen a la duda, Orisdelbis apela a una anécdota: “Poco
después de haber abonado el dinero de la primera multa que, según
dijeron, se perdió cuando el cambio de oficina, la Policía me paró y me
‘tiró’ por la planta, preguntando si yo debía alguna. Le respondieron
que no. ¿Quién puede entender? Algo falló”.
Y Alcides Pérez Hernández, quien escucha la conversación, atiza la
polémica: “Mire, hace tiempo fui a pagar una, bien temprano en la
mañana, y no había dinero pa’ devolverme. Eso es incomprensible”.
APREMIO CONTRA LA IMPUNIDAD Entre
las principales razones del bajo porcentaje de efectividad se
encuentran la débil o falta de gestión de los gestores-cobradores,
plantillas sin cubrir —de los 58 solo existen 29—, desorganización en el
trabajo, ineficacia del sistema, dificultades con los medios de
transporte e inestabilidad en las direcciones de las oficinas,
fundamentalmente en los municipios de Ciego de Ávila, Chambas, y Morón
que, aunque hace unos días dispone de un director, pasó mucho tiempo al
“pairo”, a merced de las “olas” del inmovilismo.
Para comprobar la repercusión negativa que provoca la ausencia de
directivos en dichos locales, solo dos ejemplos ilustran: al cierre de
marzo, el municipio de Ciego de Ávila había cobrado 5 787 multas, y
quedaban pendientes 7 466 (77,5 %); y en el de Morón el average fue
peor: 2 038 de 4 552 (45,6 %).
Sin embargo, todo está diseñado para evitar las evasiones. A partir
de la imposición, el transgresor dispone de 30 días hábiles para pagarla
—en término—, después de ese tiempo se le duplica, hasta que a los 61
días se convierte en apremio, faceta en la que se encuentran más de 11
300 multas, con un importe superior a los dos millones 400 000 pesos,
cifra que, de cobrarse, sería de gran utilidad social en cada uno de
los territorios, pues ese dinero pueden usarlo los gobiernos de los
municipios.
Por ello, y porque no se le puede dejar margen a la impunidad, como
reconoció Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder
Popular, en meses pasados, durante una visita a Ciego de Ávila, se
necesitan acciones más eficaces contra los incumplidores.
En ocasiones, no aparece el nombre del infractor en los comprobantes de pago.
Ricardo Dapía Batista, director provincial de Finazas y Precios,
aseguró que, en los últimos tiempos, se trabaja de manera mancomunada en
el perfeccionamiento de la base de datos y en la actualización del
sistema, en aras de agilizar el cobro e, incluso, determinar el centro
laboral a que pertenecen los infractores. “Hemos mejorado —afirma— pero
hay municipios con gran incidencia en la provincia. Por ejemplo, del
total de multas en apremio, el 97 % se concentra en la cabecera
provincial y Morón. Los restantes tienen una labor más estable. Somos
del criterio que a los reincidentes, a los incumplidores, hay que
aplicarles el peso de la Ley, que contempla el embargo del salario o la
reclusión penitenciaria si fuera necesario.
En ese sentido, Mairlet González Hernández, presidenta del Tribunal
Provincial, afirma que la vía judicial la utilizan como última opción,
después de agotar la gestión administrativa que, por cierto, no siempre
es bien utilizada.
Y para dar crédito a su aseveración, refiere que de las 160 denuncias
recibidas por los tribunales el pasado año, devolvieron 58 a las
Oficinas de Control y Cobros “porque no realizaron todas las acciones
previstas en las normas para lograr que los implicados saldaran sus
deudas”.
Además de preparar correctamente los expedientes de denuncia al
Tribunal, a dichas oficinas les corresponde precisar si el transgresor
carece de vínculo laboral y, si lo tuviera, solicitar un descuento
salarial mensual a la dirección de su centro de trabajo.
Sin embargo, ellas no siempre cumplen su función, ya sea por carencia
de personal, por desorganización interna o porque todavía no se dispone
de la base de datos que permita conocer, con exactitud, quiénes son los
infractores y la manera de encontrarlos.
A decir verdad, no todo depende de cuánto pueda hacerse, o no, en
estos locales. Las empresas, por su parte, deben ser más exigentes
cuando uno de sus trabajadores no concurre a pagar y, a la vez, los
impositores están obligados a realizar mejor su labor, en aras de evitar
las cancelaciones (las multas se pueden eliminar por errores en el
nombre, carné de identidad, dirección, etc.), que el pasado año
ascendieron a más de 3 000 en el territorio.
El mal no es exclusivo de la provincia de Ciego de Ávila. Un informe
del Ministerio de Finanzas y Precios, sobre la situación de la
imposición y cobro de multas hasta marzo del 2016, al que tuvo acceso
este diario, revela que en el país se impusieron en ese periodo 441 104
multas, con un importe superior a los 62 millones de pesos.
Y si a lo anterior se agrega que hasta esa fecha se encontraban
pendientes de cobro 193 693, el problema no es tan sencillo, y no sería
descabellado pensar en que los contraventores comienzan a respirar
aires de impunidad ante las ilegalidades y las indisciplinas que
cometen.
Las cifras ponen al descubierto la magnitud del fenómeno y si se
quiere que la tolerancia no llegue al irrespeto —si es que no lo ha
sobrepasado ya—, en primera instancia, habrá que detener la fluctuación
de la fuerza laboral en las Oficinas de Control y Cobros, capacitar y
dar mejor atención a la existente y, cuanto antes, poner a punto en
todos los municipios del país el sistema automatizado para el control y
cobro.
La insubordinación nunca ha sido premiada con aplausos y, aunque
algunos pudieran interpretar toda medida coercitiva como una violación
al derecho ciudadano, si los impagos continúan y crece la cifra de
evasiones, habrá que pensar en otras alternativas que lleven a los
deudores a cumplir con sus obligaciones, y quien clame por esos derechos
debe, al menos, cuestionarse si cumple con sus responsabilidades como
ciudadano.
Mientras no se logre el total reordenamiento, incluidos los
impositores que hacen mal algo tan elemental como copiar correctamente
los datos de los carnés de identidad, será muy difícil cerrarles el
camino a la impunidad y el desorden.
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