Por Arthur González.
Con el empleo de las mismas armas que Washington utilizó para engañar a
la opinión pública de que Sadam Husein tenía armas biológicas y
justificar la invasión a Iraq, pretenden fabricar una supuesta
“disidencia” en Cuba, cuando sus diplomáticos y la CIA saben que no
existe y solo se visualizan los que ellos sufragan con millones de
dólares.
Desde el mismo triunfo de la Revolución cubana, la CIA por encargo de la Casa Blanca, creó, entrenó y financió una “oposición” para hacerle creer al mundo que los cubanos rechazaban al Gobierno encabezado por Fidel Castro.
De nada valieron los planes terroristas internos ejecutados por agentes
de la CIA, como si fuera el pueblo enardecido contra el líder
revolucionario; las emisoras de radio ilegales transmitiendo noticias
falsas como las que dieron origen a la cruel Operación Peter Pan; más la
invasión mercenaria por Bahía de Cochinos con los inventados partes de
guerra, tratando de ganar una guerra perdida.
Los años fueron transcurriendo y la Revolución resistió la guerra
económica disfrazada de un supuesto embargo, que de tanto repetirlo
muchos se creyeron que realmente era un asunto bilateral, hasta que
terceros sintieron en carne propia las millonarias sanciones por
ejecutar alguna transacción comercial con la mayor isla de las Antillas.
Lo mismo intentan ahora con la fantaseada “disidencia” y los actuales
grupúsculos, que tantos millones de dólares les cuestan a los ciudadanos
estadounidenses para costear las acciones provocativas en Cuba, y pagar
los múltiples viajes al exterior de algunos de los cabecillas en los
que Washington se empeña en denominar “disidentes”.
Entre las calumnias que pretenden imponer como matriz de opinión, está el supuesto incremento de la “represión” y los “arrestos injustificados”, para lo cual divulgan cifras que de ser ciertas nadie sabe dónde cabrían tantas personas detenidas.
La vida se encarga de demostrar las falsedades, pues esos mismos
“perseguidos y reprimidos” se parecen más a los pilotos y aeromozas de
una aerolínea, al viajar de forma constante a Estados Unidos para
recibir orientaciones y cambiar la dirección de sus acciones.
Una de las que más horas de vuelo posee es la grosera y corrupta Berta
Soler, presidenta de las llamadas “Damas” de Blanco, acusada por sus
propias subordinadas de desviar para su bolsillo los recursos
financieros, al comprobar el cambio de vida que ha dado de la noche a la
mañana, e incluso la compra de una residencia de tres niveles.
Cualquiera que observe las fotos de Berta de hace tres años atrás y las
compara con las actuales, comprueba su cambio de imagen gracias a la
corrupción, pero a ella nadie le organiza un “impichment”, teniendo
todas las evidencias de que se roba abiertamente el dinero enviado desde
Estados Unidos.
Berta acumula desde el 2014 más de 50 viajes a Estados Unidos y Europa
para hacer campañas en contra de la Revolución cubana, sin obtener
resultados. Cada pasaje a Miami cuesta no menos de 500 dólares, más el
alojamiento, alimentación, transporte y salario para sus gastos
personales.
Otra de las gastadoras es la convertida en bloquera por la CIA, Yoani
Sánchez Cordero, quien no calienta su cama en La Habana, al viajar
mensualmente al exterior para recibir instrucciones.
Antonio Enrique González-Rodiles les sigue en orden en la lista de los viajantes a Estados Unidos. Allí le cambiaron su papel de líder de un fracasado grupo, obligándolo a darle apoyo dominical a las acciones de Berta Soler. Cuando inicialmente hizo resistencia creyéndose que era libre de actuar, le recordaron que lo hacía o quedaba cesante, por lo que finalmente aceptó sin levantar la voz.
Antonio Enrique González-Rodiles les sigue en orden en la lista de los viajantes a Estados Unidos. Allí le cambiaron su papel de líder de un fracasado grupo, obligándolo a darle apoyo dominical a las acciones de Berta Soler. Cuando inicialmente hizo resistencia creyéndose que era libre de actuar, le recordaron que lo hacía o quedaba cesante, por lo que finalmente aceptó sin levantar la voz.
La más reciente cruzada contra Cuba, diseñada por los especialistas en
guerra psicológica estadounidenses, es que el supuesto incremento de la
“represión para aplastar a la “disidencia”, algo que pudiera estar
previendo el desmembramiento del grupito de las “Damas” de Blanco, ante
tantas deserciones por el malestar de las asalariadas y por tanto
echarle las culpas al Gobierno revolucionario.
Cada día son menos las mujeres que Berta Soler puede convocar y en su
desespero de quedarse sin trabajo, y sin dinero, distribuye ante los
ojos de todos el salario de las que asisten al desfile dominical por la
5ta avenida habanera.
Desesperados porque lo vislumbran, en Estados Unidos orientan
confeccionar noticias y artículos de opinión para apuntalar el derrumbe.
Es usual que en esos escritos aparezcan de plantilla varias palabras
claves, entre ellas:
– Acciones de las fuerzas represoras cubanas.– Los presos de conciencia.
– Feroz y sistemática persecución.
– Pueblo privado de información veraz.
– Incremento de la represión del régimen.
Pero el arma más eficaz de Cuba es la
visita anual de 3 millones de visitantes que pasean por sus calles,
plazas y lugares históricos, donde pueden contactar libremente con el
pueblo y palpar la realidad, con muchas limitaciones materiales
provocadas por el feroz Bloqueo que Estados Unidos mantiene desde hace
56 años, pero sin represión.
Esos visitantes comprueban la seguridad y tranquilidad de las calles
cubanas, sin policías con armas largas, cascos ni escudos; no observan
manifestaciones contra el Gobierno, ni tampoco personas golpeadas o
bañadas con potentes chorros de agua fría, porque como aseguró a su
regreso de Estados Unidos la vetusta contrarrevolucionaria Martha
Beatriz Roque Cabello:
“En Cuba no existe una oposición formal y no tienen la capacidad de
unirse”. “Siguen en lo mismo, hacer documentos para proyectarse hacia el
exterior, reunirse fuera de Cuba, y contarle a la gente lo que hay que
hacer…”
Por cosas similares afirmó José Martí:
Por cosas similares afirmó José Martí:
“No debemos afirmar lo que no podemos probar”.