GUANTÁNAMO.—El pueblo guantanamero y en especial los
combatientes de la Brigada de la Frontera, Orden Antonio Maceo, rendirán
homenaje hoy a Luis Ramírez López, quien el 21 de mayo de 1966 fue
vilmente asesinado por marines de la ilegal Base Naval yanqui enclavada
en este territorio, mientras cumplía con su servicio de guardia.
La evocación se realizará a las nueve de la mañana en la unidad que lleva el nombre del mártir, y en ella, entre otras palabras, se escucharán las de Jesús Lara, fundador de la Brigada y entonces jefe del batallón al cual pertenecía el joven.
Como expresión del legado de Ramírez López, en el acto político cultural recibirán su carné 50 nuevos militantes del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas de la Brigada de la Frontera, incluyendo a trabajadores civiles.
Apenas 22 años había cumplido este símbolo de la juventud cubana cuando una de las balas disparadas por los marines atraviesa la aspillera de la casamata en que hacía su guardia, penetra en su pecho y le ocasiona la muerte.
Luis Ramírez López había nacido el 19 de mayo de 1944 en Horno de Mojará, en el municipio de Guisa, provincia de Granma. Se desempeñaba como obrero de la construcción cuando a mediados de 1965 acude al llamado del Servicio Militar y por su condición de vanguardia lo destinan al entonces Batallón Fronterizo, embrión de la Brigada de la Frontera.
Sobre su crimen el gobierno norteamericano propagó groseras y provocadoras mentiras, entre ellas que el joven cubano “traspasó la cerca que limita la base y luego huyó, por lo que un centinela de la infantería de Marina le dio muerte”.
Las falsedades imperiales fueron desmentidas con pruebas contundentes del Gobierno cubano y comprobadas por 30 periodistas de 16 países, quienes pudieron ver la sangre derramada por Luis en la casamata donde fue mortalmente herido, evidencia irrefutable de que lo habían asesinado mientras cumplía su servicio de guardia.
Los medios extranjeros constataron in situ, además, la imposibilidad de que alguien pudiese traspasar las tres cercas de entre 15 y 18 pelos de alambre de púas, que separaban a ambas fuerzas en el perímetro fronterizo.
El Gobierno revolucionario también denunció la ridícula y burda versión yanqui ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través del canciller Raúl Roa, quien calificó de desvergonzada la tergiversación del hecho y de inventada la irrupción de los soldados cubanos en dicha base para encubrir el crimen cometido.
A la caída de Luis Ramírez todavía el pueblo preservaba fresco en su memoria el asesinato, el 19 de julio de 1964, del también soldado de la Brigada de la Frontera, Ramón López Peña, igualmente mientras cumplía con su guardia.
La evocación se realizará a las nueve de la mañana en la unidad que lleva el nombre del mártir, y en ella, entre otras palabras, se escucharán las de Jesús Lara, fundador de la Brigada y entonces jefe del batallón al cual pertenecía el joven.
Como expresión del legado de Ramírez López, en el acto político cultural recibirán su carné 50 nuevos militantes del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas de la Brigada de la Frontera, incluyendo a trabajadores civiles.
Apenas 22 años había cumplido este símbolo de la juventud cubana cuando una de las balas disparadas por los marines atraviesa la aspillera de la casamata en que hacía su guardia, penetra en su pecho y le ocasiona la muerte.
Luis Ramírez López había nacido el 19 de mayo de 1944 en Horno de Mojará, en el municipio de Guisa, provincia de Granma. Se desempeñaba como obrero de la construcción cuando a mediados de 1965 acude al llamado del Servicio Militar y por su condición de vanguardia lo destinan al entonces Batallón Fronterizo, embrión de la Brigada de la Frontera.
Sobre su crimen el gobierno norteamericano propagó groseras y provocadoras mentiras, entre ellas que el joven cubano “traspasó la cerca que limita la base y luego huyó, por lo que un centinela de la infantería de Marina le dio muerte”.
Las falsedades imperiales fueron desmentidas con pruebas contundentes del Gobierno cubano y comprobadas por 30 periodistas de 16 países, quienes pudieron ver la sangre derramada por Luis en la casamata donde fue mortalmente herido, evidencia irrefutable de que lo habían asesinado mientras cumplía su servicio de guardia.
Los medios extranjeros constataron in situ, además, la imposibilidad de que alguien pudiese traspasar las tres cercas de entre 15 y 18 pelos de alambre de púas, que separaban a ambas fuerzas en el perímetro fronterizo.
El Gobierno revolucionario también denunció la ridícula y burda versión yanqui ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, a través del canciller Raúl Roa, quien calificó de desvergonzada la tergiversación del hecho y de inventada la irrupción de los soldados cubanos en dicha base para encubrir el crimen cometido.
A la caída de Luis Ramírez todavía el pueblo preservaba fresco en su memoria el asesinato, el 19 de julio de 1964, del también soldado de la Brigada de la Frontera, Ramón López Peña, igualmente mientras cumplía con su guardia.
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