Deberían bastar las estadísticas para que la población mundial gane conciencia de los incontables perjuicios que entraña esta adicción, la cual puede hacerse a un lado con motivación, perseverancia, autocontrol, independencia y firmeza. “Fumar es el resultado de un aprendizaje, por tanto es posible que todo fumador pueda construir una nueva forma de hacer”, insisten los expertos.
Investigaciones de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades alertan por ejemplo, que la exposición por corto tiempo al humo de tabaco tiene un efecto cuantificable en el corazón de los no fumadores, en tanto 30 minutos de exposición son suficientes para reducir el flujo sanguíneo del corazón.
Los estudios han demostrado que una hora expuesto al aire contaminado por tabaco equivale a fumarse tres cigarrillos; y que los no fumadores que están expuestos al humo de tabaco en el hogar tienen un 25 % más de probabilidades de sufrir una cardiopatía.
Asimismo, las investigaciones realizadas muestran que esta exposición incrementa hasta en un 300 % las posibilidades de que un menor padezca de neumonía y en un 35 % la de desarrollar asma.
Hace pocos días las páginas de nuestro diario informaban que el 24 % de la población cubana fuma activamente, el resto, por supuesto, lo hace pasivamente, en tanto el 60 % de nuestros niños y niñas están expuestos al humo de tabaco ajeno en sus propios hogares, realidad esta que impone un actuar urgente ante el aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles, que ocupan los primeros puestos en la mortalidad del país.
Para sentirte bien y ser parte del grupo no necesitas fumar. El cigarro no es un signo de madurez, emancipación ni libertad. Hagamos algo por nosotros mismos y por los demás. Sería lo más sabio aprender a vivir sin esta adicción, y quizá todos entonces, un día, respiremos sin miedo.
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