En este artículo:
Baracoa, Ciclón, Cuba, Desastres naturales, Guantánamo, Huracán Matthew, Raúl Castro Ruz
La evacuación a tiempo con orden y disciplina de más de un millón de ciudadanos, según establecen los planes regularmente actualizados y ejecutados con los recursos unidos del país, en una operación conjunta en la que no hay lugar para el mercado, logró que no se perdiera una sola vida humana y que el país como una sola voluntad se vuelque ahora a la reconstrucción.
Los huracanes, como otros acontecimientos incontrolables, demuestran el espacio que hay para la incertidumbre que la mejor de las previsiones no puede adelantar y que al presentarse requieren movilización, creatividad y acción rápida y eficaz.
Como otrora Fidel, hoy Raúl encarnó con su liderazgo la voluntad del pueblo revolucionario, solidario, humanista, incansable y capaz de superar cualquier desafío. Su presencia, su labor personal concertando y orientando a las autoridades y el contacto físico, directo con los damnificados infundió confianza, esperanza y aliento frente a la adversidad.
Su ejemplo nos reiteró una vez más el estilo de la Revolución cubana, la necesidad que los dirigentes partidistas y estatales a todos los niveles se mantengan siempre junto al pueblo, lo acompañen, informen, analicen, argumenten, dialoguen, ocupen todos los espacios y medios posibles para comunicar, para liderar, no desde las oficinas, los despachos y las reuniones solamente, sino en contacto directo con el pueblo, con los pies en la tierra y los oídos atentos a la opinión pública, que la gente los conozca personalmente, que sepan sus méritos y cualidades y su capacidad y sensibilidad para estar donde están.
Cuba necesita que la generación de nuevos líderes que recoja la antorcha encendida de la Revolución socialista sea de la estirpe de Fidel y de Raúl, para enfrentar unidos otro huracán, el del mercado capitalista que no tiene temporada.
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