- Escrito por Valia Marquínez Sam
El
manzanillero César Martín García conoce “al dedillo” los hechos
ocurridos en La Demajagua el 10 de octubre de 1868. Él, es la persona
que en las últimas tres décadas ha estado más vinculada al sitio
histórico, cuna de la Revolución Cubana, del cual fue su historiador y
director hasta hace muy poco tiempo.
La
iniciación laboral de Martín no fue en el mencionado Parque Museo, sino
en la Fábrica para riego por aspersión José Luis Tassende de las
Muñecas, de la cual fue fundador y luego trabajaría en el Hospital
Clínico Quirúrgico Provincial Celia Sánchez Manduley por algunos años
hasta 1985.
Su
pasión por la historia lo llevó no solo a trabajar en el Museo La
Demajagua, sino a ganar una beca universitaria y a merecer el cargo de
director de dicha institución hasta su jubilación el pasado 29 de
agosto, coincidente con su cumpleaños 63.
Desde
antes de la formación como licenciado en Filología, dedicó sus mayores
esfuerzos a la investigación de los hechos que encumbraron a este paraje
de la geografía manzanillera, desde la emblemática campana hasta cada
uno de los elementos que yacen custodiados allí.
Durante
más de treinta años, César ha emocionado a los miles de visitantes,
cubanos y extranjeros llegados al sagrado sitio, con su peculiar manera
de narrar la génesis del épico grito libertario cubano, protagonizado
por Carlos Manuel de Céspedes cuya significación histórica- cultural
trasciende fronteras.
Su
verbo elocuente y notable acento español hacen de él un orador
excepcional, de memoria prodigiosa como todo buen historiador. Sus
palabras son profundas, llenas de amor patrio y de los más puros
ideales.
De
su discurso, renovado en la propia cotidianeidad, los invitados se
apropian también de otras aristas históricas del lugar y de la vida del
Padre de la Patria. De la palma real sembrada con la tierra que llevó el
General de Brigada Arnaldo Tamayo Méndez al cosmos, de las laboriosas
manos femeninas que cosieron la bandera en medio de las prisas del
alzamiento, de las leyendas de la campana entorno a los huracanes, del
Jagüey que decidió abrazar parte de las ruinas del ingenio como antes lo
hizo su padre y de la constante preocupación del Comandante en Jefe,
Fidel Castro Ruz, por conservar el recinto.
“Cuando
llegaba todos los días a La Demajagua conversaba con el bronce épico,
sentía la presencia de Céspedes y eso me llenaba el corazón para
dirigirme al público asistente lo mismo niños, jóvenes que adultos”
“Siendo
un adolescente, cuenta, estuve entre los 300 congregados que
participaron en la inauguración del hoy Monumento Nacional a la que
asistió el líder histórico de la Revolución Cubana y eso hizo que yo
estuviera todos los días más comprometido con mi trabajo”
De parte de los estudios e investigaciones de César Martín hay constancia en La Demajagua y sus símbolos, un libro de su autoría aún inédito y que realza los valores del sitio histórico.
Seguir los pasos de Clío en Manzanillo y, especialmente, en este Altar Sagrado de la Patria lo han hecho merecedor de dos medallas Del esfuerzo la victoria, alta distinción otorgada en la provincia de Granma, y la del 50 aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas, por su apego a la organización juvenil de vanguardia.
Atesora igualmente, el Sello del laureado, conferido por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, la Distinción Víctor Montero que le fue entregada en Bayamo Por la Obra de Toda la Vida y la Réplica del machete mambí del Generalísimo Máximo Gómez que entregan las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). También ostenta la Distinción Utilidad de la virtud, máximo estímulo que concede la Sociedad Cultural José Martí.
“Quiero que mis cenizas estén en La Demajagua”, es la última voluntad del querido y reconocido historiador manzanillero Hijo ilustre de la ciudad que lo vio nacer.
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