Con motivo del aniversario 40 del crimen en Barbados y
en ocasión del Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado, tuvo
lugar un acto político-cultural, en el teatro Lázaro Peña de la
capital.
El encuentro —presidido por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros— fue un espacio de recordación y homenaje a quienes perdieron su vida el 6 de octubre de 1976.
Wilfredo Pérez Rodríguez, en nombre de los familiares, reclamó por una justicia —dijo— que todavía espera el pueblo de Cuba, la comunidad internacional y las familias de las víctimas. Mencionó la larga lista de actos terroristas perpetrados contra el país desde el inicio mismo de la Revolución.
En Barbados no se detuvo el terrorismo, señaló, sino siguieron los atentados a diplomáticos, la colocación de bombas en centros turísticos; Luis Posada Carriles, autor principal del crimen, torturó a venezolanos, a nicaragüenses, fue autor de bombas en hoteles, una de las cuales causó la muerte del joven italiano Fabio Di Celmo, y conspiró para asesinar a Fidel, resaltó Pérez Rodríguez.
Asimismo remarcó que no existía terrorismo bueno y terrorismo malo, sino uno que había quitado la oportunidad a familiares y seres queridos de compartir una vida juntos.
Por su parte Sucelys Morfa González, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, calificó el crimen en Barbados como uno de los hechos más brutales contra el pueblo cubano.
Desde los primeros momentos, señaló, se detectó quiénes habían sido los autores del hecho y se presentaron pruebas irrefutables sobre sus implicaciones en el mismo.
También recordó cómo Fidel denunció, en la plaza de la Revolución, el papel que había de-sempeñado la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana desde 1959, en la subversión contrarrevolucionaria, mediante el secuestro de aviones, ataques piratas y sabotajes.
Agregó que en este contexto, el líder de la Revolución, se refirió además a cómo la CIA planeó programas de desestabilización de gobiernos extranjeros en los que incluía operaciones de asesinatos a los líderes de esos países y voladuras de aviones en pleno vuelo como el ocurrido en Barbados.
Morfa González apuntó que Posada Carriles andaba por las calles de Miami afirmando públicamente que no se arrepentía de lo hecho y de que si volviera a nacer haría lo mismo otra vez. Un ejemplo de esto, dijo, fueron sus declaraciones sobre la muerte de Fabio Di Celmo, en las que cínicamente expresó que ese joven estaba en el lugar y momento equivocado.
«Los jóvenes nunca dejarán de ser revolucionarios», porque, argumentó, hay una herencia martiana, fidelista, y un compromiso de exigir la justicia postergada.
En el encuentro participaron además miembros del Buró Político, del Secretariado del Comité Central y de los Consejos de Estado y de Ministros, así como dirigentes del Partido, el Gobierno, las organizaciones de masas, la UJC y otros.
El encuentro —presidido por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros— fue un espacio de recordación y homenaje a quienes perdieron su vida el 6 de octubre de 1976.
Wilfredo Pérez Rodríguez, en nombre de los familiares, reclamó por una justicia —dijo— que todavía espera el pueblo de Cuba, la comunidad internacional y las familias de las víctimas. Mencionó la larga lista de actos terroristas perpetrados contra el país desde el inicio mismo de la Revolución.
En Barbados no se detuvo el terrorismo, señaló, sino siguieron los atentados a diplomáticos, la colocación de bombas en centros turísticos; Luis Posada Carriles, autor principal del crimen, torturó a venezolanos, a nicaragüenses, fue autor de bombas en hoteles, una de las cuales causó la muerte del joven italiano Fabio Di Celmo, y conspiró para asesinar a Fidel, resaltó Pérez Rodríguez.
Asimismo remarcó que no existía terrorismo bueno y terrorismo malo, sino uno que había quitado la oportunidad a familiares y seres queridos de compartir una vida juntos.
Por su parte Sucelys Morfa González, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, calificó el crimen en Barbados como uno de los hechos más brutales contra el pueblo cubano.
Desde los primeros momentos, señaló, se detectó quiénes habían sido los autores del hecho y se presentaron pruebas irrefutables sobre sus implicaciones en el mismo.
También recordó cómo Fidel denunció, en la plaza de la Revolución, el papel que había de-sempeñado la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana desde 1959, en la subversión contrarrevolucionaria, mediante el secuestro de aviones, ataques piratas y sabotajes.
Agregó que en este contexto, el líder de la Revolución, se refirió además a cómo la CIA planeó programas de desestabilización de gobiernos extranjeros en los que incluía operaciones de asesinatos a los líderes de esos países y voladuras de aviones en pleno vuelo como el ocurrido en Barbados.
Morfa González apuntó que Posada Carriles andaba por las calles de Miami afirmando públicamente que no se arrepentía de lo hecho y de que si volviera a nacer haría lo mismo otra vez. Un ejemplo de esto, dijo, fueron sus declaraciones sobre la muerte de Fabio Di Celmo, en las que cínicamente expresó que ese joven estaba en el lugar y momento equivocado.
«Los jóvenes nunca dejarán de ser revolucionarios», porque, argumentó, hay una herencia martiana, fidelista, y un compromiso de exigir la justicia postergada.
En el encuentro participaron además miembros del Buró Político, del Secretariado del Comité Central y de los Consejos de Estado y de Ministros, así como dirigentes del Partido, el Gobierno, las organizaciones de masas, la UJC y otros.
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