Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

martes, 3 de mayo de 2016

“El cumplimiento del deber ni aún es meritorio, porque es hábito”

Cremata lleva más de dos décadas de labor al frente de La Colmenita. Foto: Ismael Batista
Carlos Alberto Cremata Malberti emana energía. Y digamos que de varios tipos: cinética, interna, radiante. Su capacidad incansable de movimiento, de fuerza, de hacer funcionar bien las cosas y, sobre todo, de contagiar a los cuerpos a su alrededor, demuestra que es posible conservar el ímpetu de la juventud, pasados los 50 años. Cuando uno lo ve trabajar se tiene la impresión de que la palabra cansancio no existe en su diccionario. Sus más de dos décadas de labor al frente de la Compañía Infantil La Colmenita así lo demuestran y es por ello que acaba de merecer la condición de Héroe Nacional del Trabajo.
Con Tin, como muchos le decimos cariñosamente, conversamos sobre este y otros te­mas, a propósito de la entrega del título honorífico, que recibó de manos del General de Ejército Raúl Cas­tro Ruz.
—Acabas de recibir un reconocimiento que sé que para ti significa mucho. ¿Qué sientes al ser un Héroe Nacional del Trabajo?
—Te respondo con ayuda de Martí: “¡Si me abrieran el pecho! ¡Debo tener ahora hermoso el corazón!”
—Creaste la compañía en uno de los mo­mentos más difíciles del periodo es­pe­cial, el 14 de febrero de 1990, ¿es cierto que trabajaron gratis durante ocho años?
—Sí, los primeros ocho años (del 90 al 98), un total de 22 jóvenes estuvimos unidos persistiendo en La Colmena y La Colmenita. Lue­go, en el 98, nos convertimos, por suerte, en un proyecto oficial del Ministerio de Cul­tura de Cuba, lo que no tiene precedentes en ningún otro lugar del mundo, que una institución (donde los niños son los actuantes) sea un proyecto profesional de un Ministerio de adultos.
—Dirigir una compañía como es La Col­menita implica un alto grado de profesionalidad y de responsabilidad. Háblanos de tus maestros, de tus iconos dentro del teatro cubano
—En primer lugar, mi maestra, Berta Mar­tínez junto a Vicente Revuelta y Roberto Blan­co. Luego Flora Lauten, Raquel Carrió y Jo­sé Mi­lián. Admiro mucho a Carlos Díaz, a Rau­li­to Martín, a Celdrán, a mis hermanos increíbles de Las Estaciones, Teatro Tuyo, a Silverio y su mágico Mejunje, al Guiñol de Guantánamo y sus tremendas Cruzadas, a Fife Andante y a la Guerrilla de Teatreros, al Guiñol de Remedios y el inolvidable Fidel Galván, a Pálpito, a Mo­rón Teatro, Los Ele­mentos de Oriol… y, por su­puesto, al Teatro Escambray, y el inmenso Manuel Porto y Korimakao en la Ciénaga de Zapata.
—¿Cuántos niños integran La Colmenita actualmente?
—Nos hemos multiplicado mucho, solo en La Habana hay en estos momentos 11 Col­menitas, y cada una tiene entre 30 y 70 niños. En La Colmenita Central tenemos 114 niñas y niños.
—¿Cuántos talleres de La Colmenita existen en el mundo?
—Actualmente hay 17 Colmenitas en nue­ve estados de Venezuela, tres en Ar­gen­tina, una en Colombia, una en San Luis Potosí (Méxi­co) y 14 en departamentos de El Sal­vador.
“Desgraciadamente ya dejaron de funcionar las de Sevilla, Tenerife y Cantabria (Es­paña), Winnipeg (Canadá), Querétaro y Chia­pas (México), Nicaragua y República Dominicana, que existieron durante muchos años. Se trabaja en estos momentos muy fuertemente con el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, para revivir a La Colmenita de Panamá. Y hay propuestas de Estados Unidos, Rusia, Barbados, Costa Rica y Kuwait. Pero el gran sueño colmenero sigue siendo ¡lograr formar una Colmenita en Haití!”
En La Colmenita Central tenemos actualmente 114 niñas y niños, asegura el director de la Compañía Infantil. Foto: Anabel Díaz
—El programa de la reciente visita del Comité Presidencial para las Artes y las Hu­manidades de Estados Unidos incluyó un encuentro con La Colmenita, ¿qué nos puedes contar de esa visita?
—Fue muy hermoso, porque todas esas personalidades del arte norteamericano se “soltaron” a bailar con los niños (como si estuvieran despertando su propia niñez), mientras la orquesta de La Colmenita tocaba endemoniadamente a Van Van, Adalberto, Ma­tamoros, Sindo Garay, Compay Segundo y Rosa Campo.
—Además se habla de la posible creación de una Colmenita en Washington…
—Hemos estado tres veces en Estados Unidos, en el 2003 estuvimos en California, en el 2011 (Washington, New York y San Fran­cisco) y en el 2013 en Tampa. Es interesante que cuando fuimos en el 2011 a Washington, una congresista, Ileana Ross Lethinen (“La Loba Feroz”) nos etiquetó en el Congreso como “una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos”, y ahora en el 2016, se acuerda por el Comité de la Presidencia, que se puede intentar la “Colmenería” en los Estados Unidos para felicidad de los niños norteamericanos y cubanos
—¿Qué significa Fidel para La Colmenita y para ti, en especial?
—Un padre, un ejemplo, alguien para quien, como dijo Martí, “el cumplimiento del deber ni aún es meritorio, porque es hábito”.
Recuerdo la primera vez que hablé con Fidel, a mediados de los noventa, luego de un espectáculo en el Karl Marx del cual salió muy emocionado, porque la representación había terminado con un coro  estremecedor de niños sordos e hipoacúsicos. Me preguntó: “¿Cómo puedes hacer eso?”, y yo muy nervioso solo atiné a decirle: “Debe ser porque yo tuve la suerte de nacer en 1959”.
“Martí profetizó: “Yo quiero más vivir después, que vivir ahora”. Por suerte Martí y Fidel van a vivir siempre, más después, que aho­ra… ¡Y mira que viven ahora!”

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