Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

sábado, 23 de enero de 2016

Un hospital, una escuela, una casa

El Hospital General Calixto García es un centro de referencia nacional. Foto: Anabel Díaz
Ilustrar todo lo que significa el Calixto me resulta difícil. Recuerdo aquellos días en los que pasaba veloz en el ómnibus sin percatarme de sus historias, de sus batas blancas…, de sus reparaciones. ¿Cómo empezar si hay tanto para elegir entre pabellones y callejuelas?
Gran parte de la vida de numerosas personas está en este lugar; aquí se formaron y a este centro han dedicado tantos años. Resu­mirlo es casi imposible. Para muchos lo es todo… un hospital, una escuela, una casa.
Su construcción se inició en 1895, hasta que el 23 de enero de 1896 se inaugura con el nombre de Hospital Alfonso XIII. Inicial­mente, contaba con 66 salas y seis pabellones en los que trabajaban 27 médicos y 170 empleados, cifra hoy multiplicada.
Varias transformaciones durante los años 1903 y 1913 le otorgaron el nombre de General Calixto García, en honor al jefe mambí de la lucha emancipadora, y más adelante, en 1933, por la autonomía estudiantil, comenzaría a conocerse como Hospital Universitario.
REVIVIR EL RECUERDO
Imágenes del pasado rondan las mentes de la veterana generación que aún camina por sus calles, puede que no con la misma energía de antes, pero sí con el mismo esfuerzo y espíritu amoroso por su profesión. A ellos les queda mucho por contar.
Para el doctor Hernán Félix Pérez Oramas, “antes del triunfo de la Revolución el hospital era como un almacén de enfermos, donde se requería autorización de un político corrupto, deseoso de votos, para ser atendido.
“Por la gran cantidad de pacientes, además de las camas, se empleaban el centro de las salas y los portales de los pabellones. Allí se les atendía, pero no se les suministraban medicamentos porque ellos debían pagarlos, y en su mayoría no poseían el dinero. Por estas razones existía un alto índice de mortalidad”, describe Oramas.
También enuncia que, después de 1959, “estas condiciones fueron cambiando progresivamente hasta llegar al actual de­sarrollo que posee”.
Cuando las enfermeras Josefa y María Fenton Tait rememoran el Calixto, lo describen como una gran familia que las formó tanto profesional como humanamente. Para ellas es un lugar donde aprendieron a sufrir y amar su carrera, un lugar de donde conservan los mejores y los peores recuerdos.
Josefa dice que no olvida el día en que murió José Antonio Echeverría. Cuenta que después de los disparos muchos médicos del hospital salieron para atenderlo, pero no pudieron salvarlo porque los esbirros cercaron al líder estudiantil con sus ametralladoras.
Al recordar el hecho sus ojos y su alma se humedecen; no pudo hacer nada. Dejarlo morir fue la única opción que tuvieron los médicos. “Nunca lo olvido”, dice.
María Fenton no borra de su memoria la primera vez en la sala de quemados. Entre risas y lágrimas figuran sus primeras experiencias. Detalla que los pacientes, vendados por todo el cuerpo, le daban miedo. “Me parecían fantasmas”, señala. “Pero fui valiente —continúa— y terminé siendo la encargada de dicha sala”.
Estas hermanas se aferran a sus experiencias. Ahora les parece imposible enumerar los rostros jóvenes que inundan las aulas, pero los antiguos quedan imborrables en sus corazones. El hospital Calixto García persiste y no las abandona, como tampoco ellas lo hacen aún.
SER “CALIXTERO” ES…
Esta institución actualmente brinda atención médica especializada a más de medio millón de habitantes.Foto: Anabel Díaz
Doctores veteranos, especialistas, recién graduados y estudiantes ven al hospital como una madre que, desde hace 120 años, nutre  y cuida a todos con esfuerzo y entrega.  Ellos solo tienen para darle una sonrisa, un abrazo…
Dariel Cervantes González, licenciado en Imagenología y Radiofísica Médica, confiesa que trabajar aquí es una gran oportunidad porque este hospital no es solo una institución, es una gran escuela, un lugar donde ha aprendido mucho.
“Todo el que estudie o trabaje en el Calixto García debe estar muy orgulloso de hacerlo”, concluye.
“Yo estoy aquí desde el año 54, es mi segunda casa. Aquí tenemos un principio: No se remite a nadie, todo el que viene es atendido”, expresa el doctor Ibraín Rodríguez Cabrales, profesor de Cirugía.
Ya el hospital para nosotros es una identidad. Nos llamamos “calixteros”, agrega Mayelin Durruthi, jefa de Enfermería y Reanimación de la Unidad de Cuidados Intensivos y Emer­gencia.
Asimismo, Guillermo Beltrán Fernández, especialista en Medicina Tradicional, subraya su deseo de que este centro “siga manteniendo la calidad con la que ha atendido a nuestro pueblo. La meta es continuar el desarrollo y graduar cada año mejores médicos”, señala.
“Trabajar aquí es la mayor satisfacción que he tenido como médico en los 40 años que llevo graduado. El Calixto es —como dijo el comandante José Ramón Balaguer Ca­brera— una insignia de la Revolución Cu­bana”, opina el doctor Roberto Martínez del Corral, jefe de Nefrología.
Actualmente el Hospital General Calixto García es un centro de referencia nacional, don­de se brinda atención médica especializada, pre­ventivo-curativa y de rehabilitación de forma ininterrumpida, que alcanza a más de medio millón de habitantes. En esta institución, alrededor de 21 000 pacientes son atendidos en el año a través del cuerpo de guardia y se efectúan más de 60 cirugías diarias, entre programadas y urgencias.
A sus 2 569 trabajadores, la felicitación y el agradecimiento del pueblo cubano por sus servicios y logros.

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