El acceso a la moderna tecnología permite un trabajo más eficiente de la PNR. Foto: Agustin Borrego
El primer teniente Héctor Cordero Quiala, jefe de Descubrimiento y trabajo comunitario de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), en el municipio de La Habana Vieja, habla con pasión de su trabajo. Se siente orgulloso de poder cumplir su misión en un entorno especial.
La labor en este lugar rodeado de museos, edificios barrocos y eclécticos, hoteles, restaurantes y antiguas iglesias del Centro Histórico, declarado Monumento Nacional el 6 de junio de 1978 y posteriormente Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, resulta interesante y a la vez compleja.
Con siete consejos populares y alrededor de 150 esquinas es centro de la visita constante de delegaciones extranjeras, de turistas; del ir y venir de cubanos, no importa si residen o no en la capital; todos quieren comprobar de cerca las obras que ahí reverdecen, impulsadas por la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Ello supone para el cuerpo policial de ese territorio una alta responsabilidad, un trabajo dedicado e intensivo, en aras de preservar el patrimonio y la tranquilidad ciudadana. “La base de nuestro quehacer está en la prevención policiaca para evitar delitos y dar una respuesta ágil a los que se cometan”, dijo Cordero.
Para el joven oficial, la superación es un reto permanente, por ello le ha prestado la máxima atención. En sus inicios fue agente de orden público, pasó el curso para jefes de sector y en la actualidad transita el cuarto año de Licenciatura en Derecho.
Hoy alaba el empleo de la moderna tecnología que el Ministerio del Interior ha puesto en sus manos y que influye en los resultados de la labor policial. “Las cámaras para la videoprotección permiten la ubicación de autores in fraganti de delitos e indisciplinas sociales y están ubicadas en determinadas áreas y ambientes”, apuntó.
Vivir con la historia
Las paredes del primer piso de la unidad de la PNR en La Habana Vieja, en Cuba y Chacón, cuentan la historia y hablan por sí solas. Allí se hallan las fotos de los rostros de los jóvenes asesinados por los esbirros. Además se ex- ponen algunos de los objetos que empleaban para las torturas.
Y es que ahí radicó la estación Uno y la jefatura de la Policía del dictador Fulgencio Batista. El primero de enero de 1959 la comandancia de la clandestinidad en La Habana designó al capitán Alipio Zorrilla Marzola, miembro del Movimiento 26 de Julio, para que tomara la unidad y desde ahí se dio la orden, a través de la radio, para ocupar las otras estaciones de la policía batistiana en la ciudad. El 5 de enero de 1959 hizo su entrada a la edificación la Columna Número Seis al mando del comandante Efigenio Ameijeiras Delgado.
En otra de las pancartas exhibidas aparecen las fotos de los mártires de la PNR hasta el 2014, pues se actualiza cada año.
“Hay personas que se interesan por conocer este sitio, incluidos turistas; entran, preguntan, y les llama la atención que puedan acceder sin problemas”, comentó el teniente coronel Armando Bell Suárez, instructor político de la unidad.
Destacó la función que hacen con los pioneros y estudiantes de la comunidad, incorporados a los distintos círculos de interés. “Ahora, en enero, nos corresponde hacer el concurso El MININT y yo, el cual constituye una vía para que los niños aprendan más de la vida de los policías; recibimos visitas dirigidas, incluso, hasta el puesto de mando, para que vean cómo se desenvuelve el accionar de la PNR del territorio”, afirmó.
Profesionalidad a prueba
La capitana Sadith Castellano Bosch, jefa del puesto de mando, nos habló de las características del trabajo que acometen y resaltó que la utilización del sistema de videoprotección ha permitido efectuar una función más eficaz y eficiente. Según precisó han tenido visitas de delegaciones extranjeras que reconocen la profesionalidad y nivel tecnológico alcanzados. Ella, al igual que sus compañeros, está consciente de que los complejos escenarios actuales exigen de fuerzas cada vez mejor preparadas.
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