Por José Ramón Rodríguez Ruiz
“…porque Bolívar tiene que hacer en América todavía”
(José Martí)
LA SOLIDARIDAD CON EL GOBIERNO DE VENEZUELA Y LOS MOVIMIENTOS PROGRESISTAS EN LATINOAMÉRICA ES MÁS NECESARIA QUE NUNCA
Hugo Chávez lo predijo. La contrarrevolución, la derecha apátrida, la burguesía pro imperialista venezolana, sinónimos políticos todos, se sirven de las complejas coyunturas que atraviesa hoy la patria de Bolívar, para intentar revertir las conquistas del proceso emancipador encabezado por el gigante que reposa en el Cuartel de la Montaña.
La Revolución bolivariana, atrapada aún en el entramado de mecanismos electorales que no se han sacudido las herencias de la democracia burguesa, enfrenta a partir del 5 de enero, uno de sus más complejos escenario políticos desde 1999.
La derecha venezolana que ahora goza de mayoría en la Asamblea Nacional, seguirá contando en su arremetida contrarrevolucionaria con el apoyo de los medios de comunicación trasnacionales, principales instrumentos de un concierto mediático agresivo y permanente, cuyo recrudecimiento es apreciable en el futuro inmediato.
El influyente diario estadounidense Wall Street Journal (WSJ), ha sido el que ha dado el grito de arrancada al terrorismo mediático contra la Revolución bolivariana en 2016, con una arremetida que agrede de forma simultánea a Cuba, en un artículo1 lo cual no puede recibir otro calificativo que no sea el de absurdo, e incluso, estólido.
Su autora, Mary Anastasia O’Grady,2 es una activa columnista contra los gobiernos socialistas de América Latina y otros progresistas como el de Cristina Fernández de Kirchner o Dilma Rousseff.
Ha mentido con reiteración sobre las realidades de la Revolución Cubana, su líder Fidel Castro Ruz; y también sobre los comandantes Hugo Chávez y Daniel Ortega.
Sus textos tendenciosos, pueden hallarse replicados con frecuencia por varios de los espacios de la “prensa independiente” digital contrarrevolucionaria, que EE.UU. subvenciona como parte de las actividades informativas con fines subversivos, dirigidas a derrocar a la Revolución Cubana mediante procedimientos no convencionales.
“Enfrentamiento en Caracas” es el título del texto que inaugura la sección “The Americas” del WSJ en 2016.
Su autora comienza acusando al presidente Maduro de pretender “robar” las elecciones del pasado diciembre.
Augura violencia y hace honor a su fama de embustera al señalar la presunta presencia del “aparato de inteligencia cubana” en “actividades violentas de milicias progubernamentales desesperadas”.
El WSJ reitera las pretensiones de la bancada opositora del nuevo parlamento, en un resumen que no pudiera ser más ilustrativo: “liberar presos políticos”; “cortar los envíos de petróleo a Cuba” y “convocar un referendo revocatorio contra el mandatario”.
El discurso incluye las acusaciones de corrupción contra las autoridades y las calumnias vinculadas al tráfico de drogas.
Pero el ataque de la articulista tiene un objetivo solapado el cual no debe pasar desapercibido para quienes combatimos hoy junto a Venezuela.
Se orienta a los “hombres en uniforme”, en referencia a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Pretende subrayar diferencias en cuanto al apoyo brindado por el cuerpo castrense a Hugo Chávez, con respecto al otorgado hoy al “sindicalista conductor de autobús”, en referencia al origen obrero del presidente Maduro.
Retoma entonces esta editora del WSJ su costumbre de mentir, y lanza “rumores” contra las “barracas” venezolanas e incluso, contra el propio ministro del Poder Popular para la Defensa, General en Jefe Vladimir Padrino López, quien supuestamente se negó a cumplir una orden del mandatario de “robar el voto” la noche de las elecciones.
No existen casualidades en la selección de estas líneas de mensajes y su contenido.
Es la misma maquinaria que bombardeó al pueblo venezolano y a la opinión pública mundial previo a las elecciones del 6 de diciembre, la que retoma ahora su papel, luego de unas efímeras vacaciones navideñas. Cortejar, desacreditar o dividir a la FANB, todo les sirve, si con ello logran desmontar uno de los pilares de la Revolución: la unión cívico-militar y el legado chavista asumido por los soldados venezolanos, que no serán jamás herramientas de represión de la oligarquía contra el pueblo.
La señora O’Grady parece tener una importante encomienda contra la patria de Bolívar, a juzgar por el nombre de su blog personal: “El Diario de Caracas”.
Una revisión al contenido de esta página evita extensos calificativos y permite identificar a una aliada de la derecha regional.
Pero ella y su empleador, el diario WSJ, son solo piezas en un mecanismo más complejo, cuyos engranajes fundamentales parten de EE.UU. y articulan un esfuerzo mediático continental, dirigido a degradar la integración de Nuestra América, y derrocar a gobiernos progresistas o revolucionarios, adversos a los intereses del imperialismo y sus acólitos.
Combatir junto a Venezuela hoy quiere decir, entre otras cosas, enfrentar a estos mercaderes de la desinformación, que por todos los medios buscarán legitimar las acciones de los representantes del imperialismo quienes a partir de enero de 2016, ocuparán la mayoría de los asientos en la Asamblea Nacional venezolana.
Desde el Cuartel de la Montaña reitera su “por ahora” el mejor alumno de Bolívar, de conjunto con la orden, “clara como la luna llena” de la noche en que se despidió de su pueblo para venir a Cuba a luchar por su salud: “seguiremos teniendo Patria”, no importa cuán violenta sea la arremetida de la contrarrevolución o el terrorismo mediático de sus patrocinadores.
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