Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

jueves, 18 de febrero de 2016

“Chifla el mono” en la estación Indio Hatuey

La estación Indio Hatuey abarca un área de aproximadamente una hectárea. Foto: frank estupiñán
MATANZAS.— La estación meteorológica Indio Hatuey es noticia en invierno. Todo el mundo parece olvidarse de ella en nuestro cálido y a veces insoportable verano. Su nombre solo se acentúa en la medida que se acercan los días más fríos del año.
Las estadísticas confirman que en ese centro, ubicado en el municipio matancero de Perico, se registran históricamente los valores más bajos de temperatura en Cuba.
El récord nacional lo ostenta la estación de Bainoa, con mínima de 0,6 grados Celsius el 18 de febrero de 1996, seguida por la de Unión de Reyes, con 1.0. El 21 de enero de 1971 la Indio Hatuey reportó 1.2, y es además la que mayor cantidad de veces documenta informaciones por debajo de diez grados en un año.
Aun cuando en los últimos tiempos cada vez hace más calor, debido al cambiante clima y al calentamiento del planeta, en ese sitio del territorio nacional prevalecen las temperaturas menos extenuantes y una elevada humedad relativa. Ello explica quizá el hecho de que en agosto de 1993 la estación reportara 17.0 grados Celsius, la más baja del país durante ese mes.
Como algo curioso, también allí reportan los índices más altos durante los meses de verano. El 31 de julio del pasado año los termómetros establecieron récord de temperatura máxima absoluta en la provincia, con 38.1 grados Celsius.
Al explicar las posibles razones de esas temperaturas extremas, Raúl Jesús Espinosa Griñanes, jefe de la estación, remarca que la zona está comprendida en un declive de la llanura Habana-Matanzas, región húmeda y menos calurosa, pero cree que detrás de ese fenómeno singular están las condiciones locales. “Aquí todos los días del año, después de la seis de la tarde, hay que echarse un abriguito encima”.
La estación meteorológica Indio Hatuey, inaugurada el 29 de agosto de 1966, abarca un área de aproximadamente una hectárea, sitio algo desolado y donde prima el silencio y la quietud. Un colectivo integrado por seis personas, de ellos cuatro observadores, chequea las 24 horas del día las variables meteo­rológicas y tiene la responsabilidad de tomar los datos de los diferentes instrumentos y ofrecer un parte cada tres horas so­bre la temperatura, humedad, fuerza de los vientos, presión atmosférica y otros parámetros.
Explica Espinosa Griñanes que junto a las otras seis estaciones de registro y verificación de datos de la provincia (emplazadas en Jagüey Grande, Colón, Jovellanos, Playa Girón, Varadero y Unión de Reyes), la de Indio Hatuey contribuye con información indispensable para confeccionar los pronósticos a nivel nacional.
Para ello disponen de los equipos imprescindibles tanto dentro como fuera del local, todos bien protegidos y por el que tienen cierta adoración debido al vínculo de muchos años. Ese cariño es comprensible, son nuestra razón de ser, manifiesta Raidel Nazco Hernández, observador meteorológico.
Raidel sigue creyendo y repitiendo que ese sitio tiene su misterio, lo cual suscita un interés particular y es objeto de estudio de no pocos especialistas, quienes siguen atentamente las fluctuaciones del tiempo que allí se registran.
Observa que a apenas tres o cuatro kilómetros de la estación uno tiene la sensación de que la temperatura es diferente.
Con un brillo de curiosidad en los ojos realiza una llamada telefónica al resto de las estaciones de la provincia para confirmar el contraste.
Llama la atención que en el centro meteorológico de Colón, distante en línea recta a solo 18 kilómetros, la medición es de casi dos grados Celsius por encima del que registra la Indio Hatuey a esa hora de la mañana.
Es otra comprobación de que aquel punto de la geografía matancera, como corroboran los reportes frecuentes, es uno de los rincones más fríos del archipiélago caribeño.
Y no es magia, es capricho de la naturaleza.

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