Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

sábado, 27 de febrero de 2016

Bazucazo a la conciencia

El zancudo también vuela sobre negligencias como esta. Foto: Pastor Batista
CIEGO DE ÁVILA.—De poco valen las continuas fumigaciones, las reuniones, los llamamientos y cuanto se haga por eliminar al mosquito Aedes aegypti si la ley no entra por casa.
Y entrar por casa significa que todos comprendamos lo necesario de exterminar los cria­deros, de permitir la realización del tratamiento adulticida (fumigación) en el tiempo previsto, y hacer el autofocal familiar, más ahora que ha entrado en escena otro pariente de la familia: el albopictus.
Ambos viajan, viven, se desarrollan y re­pro­ducen junto a los humanos, pero es la hembra la que necesita de la sangre para que sus huevos sean fértiles.
Tan empecinadas son las “mosquitas” de estos culícidos, que si se le espantan y escapan sin haberse llenado la panza, buscan otras personas y es cuando provocan la cadena in­fecciosa.
Según explican los entendidos, el huevo del Aedes puede soportar la desecación por espacio de 12 meses, y al tener contacto con el agua, eclosionan.
Aseguran que en su desarrollo transita por cuatro fases: huevo, larva, pupa y mosquito adulto, y si en el periodo larvario no tiene có­mo alimentarse, acelera el proceso y se convierte en pupa, etapa en la que no requiere de alimentación, y de ahí se hace adulta.
Además de agente transmisor de la fiebre amarilla, la picada de estos insectos puede provocar el dengue, enfermedad infecciosa aguda que se manifiesta de dos formas clínicas: dengue clásico (D) y dengue hemorrágico/síndrome de shock por dengue (DH/SCD). Este último se caracteriza por un amplio espectro clínico que varía desde la forma de infección asintomática o fiebre indiferenciada, hasta las formas graves de hemorragia y shock.
Y como si ello no le bastara, la familia Aedes es culpable de otras enfermedades, algunas de las cuales habían sido eliminadas y hoy constituyen un problema de salud en el mundo y la región de las Américas, como el zika y el chikungunya.
El General de Ejército Raúl Castro, presidente de los Consejos de Estado y de Mi­nis­tros, y Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en su llamamiento del pasado lunes reconocía que “factores relacionados con la ina­decuada calidad técnica del trabajo an­tivectorial, el deficiente sa­neamiento ambiental y con­­­diciones climatológicas adversas, pro­­­­­­pician el riesgo de que se propaguen en­fer­medades.
“Co­mo nun­ca antes en tareas similares se im­pone ser más disciplinados y exigentes”, concluía el presidente cubano.
A modo de ejemplo, en mi cuadra conozco a personas que al escuchar el ruido de las motomochilas y las bazucas, cierran la puerta y se esconden en la casa o se marchan; otras se oponen a la fumigación: “Tengo un niño pequeño”, dicen, o “estamos acatarrados, vengan después”.
Tan así es que solo en el municipio de Ciego de Ávila, en los últimos tres días el número de casas cerradas superó las mil en cada jornada, evidencia de que no todas las familias cooperan con el llamado al saneamiento, lo cual incide en la efectividad en la lucha contra el mosquito. La estrategia ahora, sin em­bargo, se amplía a la realización de las llamadas audiencias sanitarias, en la cual actúan con más energía las figuras de los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, unidos a otros factores del barrio.
Todo ello forma parte del necesario e inmediato reforzamiento para eliminar las causas que favorecen la proliferación del vector.
“La percepción de riesgo existe entre la población, aunque no en todo el mundo. Lo importante es que la labor se haga con respeto y en­tendimiento para apoyar el programa intensivo contra el Aedes”, declaró a este diario el doctor Noel Concepción Hernández, vicedirector de asistencia médica en la provincia.
Enma Gómez Yera, con residencia en el edificio 24, en el reparto avileño de Vista Her­mosa, elogió la labor de “los movilizados”. “Ellos son muy cuidadosos y fumigan en to­dos los lugares, incluidos los huecos de las es­caleras y los sótanos”.
En los últimos tiempos en la provincia se ha arreciado la lucha, sin embargo, no es menos cierto que muchos son responsables de la proliferación del vector, desde quienes firman el visto casi desde el portal, o se limitan, sin revisar, a las preguntas de rutina: “¿Tienes vasos espirituales? ¿Los tanques están tapados? ¿Las botellas bocabajo?”; hasta quienes no mantienen la higiene comunal y del hogar o cierran las puertas de las viviendas para no recibir las visitas.
Para evitar peores consecuencias, hay que cerrar todas las vías a los focos contaminantes y a las fuentes donde se alimentan los mosquitos.
Imposible olvidar que en 1981, Cuba sufrió el brote más grande de dengue registrado en todo el Caribe, con 344 203 casos notificados, incluidos 10 312 personas graves y 158 fallecidas. Entonces, ninguna otra razón será más poderosa para evitar que el mosquito pique y siga volando a la vista de todos.

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