Cuba reclama desde 1959 la devolución del territorio nacional usurpado por la Base Naval de Guantánamo, totalmente obsoleta desde un punto de vista militar...
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- Restablecimiento de Relaciones entre Cuba y Estados Unidos: El 17 de diciembre de 2014, luego de un diálogo entre los representantes de ambas naciones, Raúl Castro de Cuba y Barack Obama de Estados Unidos, anunciaron que comenzarán conversaciones para restablecer las relaciones diplomáticas que habían estado interrumpidas durante más de medio siglo. Este hecho sucedió el 20 de julio de 2015 aunque EU izó su bandera en la sede diplomática el 14 de agosto del propio año.
El 25 de febrero de 1901, cuatro días después de que la Asamblea Constituyente en La Habana aprobara el texto definitivo de la Carta Magna que debía regir en la futura república de Cuba, se iniciaron los debates en el Senado de los Estados Unidos sobre una enmienda presentada por el congresista Orville Platt.
Este proyecto de ley reglamentaba las relaciones que habrían de existir entre la nación norteamericana y la Isla, una vez obtenido esta última su independencia. El 27 de ese mismo mes los senadores imperiales aprobaron por simple mayoría la enmienda.
La Cámara de Representantes lo ratificó sin modificación alguna el primero de marzo. Ese mismo día, el presidente McKinley la sancionó como ley y sobre ella cursó instrucciones precisas al gobernador impuesto por las tropas estadounidenses de ocupación en Cuba, general Leonard Wood.
Veinticuatro horas después, Wood comunicó a la Asamblea Constituyente cubana que el texto de la Enmienda Platt tenía que ser incluido como apéndice de la Constitución de la Isla. Este documento refrendaba el derecho de Estados Unidos a intervenir en Cuba cuando lo estimara necesario.
Entre otros acápites controvertidos, la enmienda determinaba que “para poner en condiciones a los Estados Unidas de mantener la independencia de Cuba […], el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados”.
Juan Gualberto Gómez deviene en este momento figura cumbre de la nacionalidad cubana. Ya antes, en noviembre de1900, le había recordado al interventor que no es de la Constitución, sino del Gobierno de Cuba, una vez ella independiente, elegido por el pueblo, la tarea de regular las relaciones con el vecino norteño.
También alzó su voz Cisneros Betancourt, tanto contra la enmienda injerencista como, particularmente, contra el inciso que estipulaba lo de las bases navales. Con respecto a esto último, expresaría: “¡Qué astutos son y como se interesan por sus bienes propios!… Con esta condición cercenan el territorio cubano”.
Tras una lucha de meses, 16 constituyentes se declararon vencidos y votaron a favor de la inclusión del texto de la Enmienda a la Carta Magna; once mantuvieron su oposición (entre ellos Juan Gualberto y Cisneros), cuatro estuvieron ausentes de la votación.
Una vez alcanzada la independencia formal, el 20 de mayo de 1902, Washington presionó para la firma de los tratados que la Enmienda estipulaba como obligatorios. El 16 de febrero de 1903 en La Habana y el 23 del propio mes en la capital estadounidense, se suscribía el Tratado sobre bases navales y carboneras.
En un principio se determinó el arriendo de tierras en Guantánamo y Bahía Honda. Nueve años después Estados Unidos renunció a “sus derechos” sobre la bahía artemiseña pues le interesaba más ampliar el área de la base de Guantánamo, lo que por supuesto logró concretar.
Entonces al enclave injerencista le llamaban “estación naval”. En 1943 la denominaron “base naval de operaciones” y desde 1952, “base naval”, como hasta nuestros días. Su extensión es de 117 kilómetros cuadrados: la mitad, tierra firme y una cuarta parte, pantanos. La línea costera se extiende por unos 17 kilómetros
Nunca esa base naval ha servido para preservar la independencia cubana. Más bien resultó ser “un trampolín de agresiones”, como le califica el historiador René González Barrios.
Pocos días después de estallido de la protesta armada de los Independientes de Color (mayo de 1912) más de 3 000 marines desembarcaron en la Base. Desde allí marcharon a Daiquiri y El Cobre y se desplegaron a lo largo de la línea férrea guantanamera para proteger propiedades yanquis.
Cinco años más tarde, con la sublevación de los liberales, más conocida como “la guerrita de La Chambelona”, miles de marines y soldados usaron la Base como trampolín para dislocar tropas por Camagüey y Oriente. Todavía en 1918 quedaban 30 000 de ellos custodiando haciendas y empresas de ciudadanos norteños.
A la vez, en los años de la república neocolonial, la Base Naval devino antro de corrupción para muchachos y muchachas. Varias pandemias proliferaron en los poblados vecinos con motivo de su cercanía: juego, prostitución, drogadicción, contrabando de todo tipo, pedofilia.
Según los historiadores locales, 27 prostíbulos funcionaban en la zona, que albergaban más de medio millar de meretrices, sin contar las cuarterías clandestinas, casi siempre destinadas a prostitutas negras, porque ningún burdel podía incluirlas en su nómina, de acuerdo a una ley nunca escrita.
Tres médicos atendían la salud en esos establecimientos para que ellas “no enfermaran” a los efectivos acantonados en la base. En cambio, en Caimanera, el pueblo más cercano, no había médico establecido, sino uno que venía de otra localidad semanalmente a la Casa de Socorros.
En los años de Revolución, después de 1959, se construyeron solo en Caimanera un policínico integral, un materno infantil y 13 consultorios del médico de la familia.
Aunque en 1934 se derogó oficialmente la Enmienda Platt al convenir los gobiernos de Estados Unidos y Cuba la anulación del Tratado Permanente de 1903, que prácticamente calcaba los incisos de la enmienda injerencista, no se produjeron cambios con respecto al status de la Base Naval de Guantánamo.
Incluso fue tan servil el régimen de Batista-Mendieta que no se atrevieron entonces a sugerir una fecha límite de ocupación del territorio usurpado, aunque en la legislación internacional un tratado de ese tipo caduca obligatoriamente al siglo de ser suscrito.
Por el arriendo de la base, Estados Unidos pagó desde 1934 un poco más de 3 millones de USD anuales. Hoy pretenden sufragar unos 4 millones. Pero desde febrero de 1959, cuando Fidel asumió como primer ministro del Gobierno Revolucionario, se dejó de cobrar esa suma.
De esa fecha acá, Cuba reclama la devolución de ese territorio que en los últimos años, totalmente obsoleto desde un punto de vista militar, solamente ha servido para las provocaciones contra nuestro país, las cuales han costado las vidas de varios compatriotas guardafronteras.
En fecha más reciente, han utilizado esa parte del suelo cubano ilegalmente usurpado como campo de concentración para emigrados cubanos y haitianos ilegales y de prisioneros de sus guerras de agresión.
La devolución de ese territorio cubano constituye otro punto neurálgico en la normalización de las relaciones entre los dos países.
Este proyecto de ley reglamentaba las relaciones que habrían de existir entre la nación norteamericana y la Isla, una vez obtenido esta última su independencia. El 27 de ese mismo mes los senadores imperiales aprobaron por simple mayoría la enmienda.
La Cámara de Representantes lo ratificó sin modificación alguna el primero de marzo. Ese mismo día, el presidente McKinley la sancionó como ley y sobre ella cursó instrucciones precisas al gobernador impuesto por las tropas estadounidenses de ocupación en Cuba, general Leonard Wood.
Veinticuatro horas después, Wood comunicó a la Asamblea Constituyente cubana que el texto de la Enmienda Platt tenía que ser incluido como apéndice de la Constitución de la Isla. Este documento refrendaba el derecho de Estados Unidos a intervenir en Cuba cuando lo estimara necesario.
Entre otros acápites controvertidos, la enmienda determinaba que “para poner en condiciones a los Estados Unidas de mantener la independencia de Cuba […], el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados”.
Juan Gualberto Gómez deviene en este momento figura cumbre de la nacionalidad cubana. Ya antes, en noviembre de1900, le había recordado al interventor que no es de la Constitución, sino del Gobierno de Cuba, una vez ella independiente, elegido por el pueblo, la tarea de regular las relaciones con el vecino norteño.
También alzó su voz Cisneros Betancourt, tanto contra la enmienda injerencista como, particularmente, contra el inciso que estipulaba lo de las bases navales. Con respecto a esto último, expresaría: “¡Qué astutos son y como se interesan por sus bienes propios!… Con esta condición cercenan el territorio cubano”.
Tras una lucha de meses, 16 constituyentes se declararon vencidos y votaron a favor de la inclusión del texto de la Enmienda a la Carta Magna; once mantuvieron su oposición (entre ellos Juan Gualberto y Cisneros), cuatro estuvieron ausentes de la votación.
Una vez alcanzada la independencia formal, el 20 de mayo de 1902, Washington presionó para la firma de los tratados que la Enmienda estipulaba como obligatorios. El 16 de febrero de 1903 en La Habana y el 23 del propio mes en la capital estadounidense, se suscribía el Tratado sobre bases navales y carboneras.
En un principio se determinó el arriendo de tierras en Guantánamo y Bahía Honda. Nueve años después Estados Unidos renunció a “sus derechos” sobre la bahía artemiseña pues le interesaba más ampliar el área de la base de Guantánamo, lo que por supuesto logró concretar.
Entonces al enclave injerencista le llamaban “estación naval”. En 1943 la denominaron “base naval de operaciones” y desde 1952, “base naval”, como hasta nuestros días. Su extensión es de 117 kilómetros cuadrados: la mitad, tierra firme y una cuarta parte, pantanos. La línea costera se extiende por unos 17 kilómetros
Nunca esa base naval ha servido para preservar la independencia cubana. Más bien resultó ser “un trampolín de agresiones”, como le califica el historiador René González Barrios.
Pocos días después de estallido de la protesta armada de los Independientes de Color (mayo de 1912) más de 3 000 marines desembarcaron en la Base. Desde allí marcharon a Daiquiri y El Cobre y se desplegaron a lo largo de la línea férrea guantanamera para proteger propiedades yanquis.
Cinco años más tarde, con la sublevación de los liberales, más conocida como “la guerrita de La Chambelona”, miles de marines y soldados usaron la Base como trampolín para dislocar tropas por Camagüey y Oriente. Todavía en 1918 quedaban 30 000 de ellos custodiando haciendas y empresas de ciudadanos norteños.
A la vez, en los años de la república neocolonial, la Base Naval devino antro de corrupción para muchachos y muchachas. Varias pandemias proliferaron en los poblados vecinos con motivo de su cercanía: juego, prostitución, drogadicción, contrabando de todo tipo, pedofilia.
Según los historiadores locales, 27 prostíbulos funcionaban en la zona, que albergaban más de medio millar de meretrices, sin contar las cuarterías clandestinas, casi siempre destinadas a prostitutas negras, porque ningún burdel podía incluirlas en su nómina, de acuerdo a una ley nunca escrita.
Tres médicos atendían la salud en esos establecimientos para que ellas “no enfermaran” a los efectivos acantonados en la base. En cambio, en Caimanera, el pueblo más cercano, no había médico establecido, sino uno que venía de otra localidad semanalmente a la Casa de Socorros.
En los años de Revolución, después de 1959, se construyeron solo en Caimanera un policínico integral, un materno infantil y 13 consultorios del médico de la familia.
Aunque en 1934 se derogó oficialmente la Enmienda Platt al convenir los gobiernos de Estados Unidos y Cuba la anulación del Tratado Permanente de 1903, que prácticamente calcaba los incisos de la enmienda injerencista, no se produjeron cambios con respecto al status de la Base Naval de Guantánamo.
Incluso fue tan servil el régimen de Batista-Mendieta que no se atrevieron entonces a sugerir una fecha límite de ocupación del territorio usurpado, aunque en la legislación internacional un tratado de ese tipo caduca obligatoriamente al siglo de ser suscrito.
Por el arriendo de la base, Estados Unidos pagó desde 1934 un poco más de 3 millones de USD anuales. Hoy pretenden sufragar unos 4 millones. Pero desde febrero de 1959, cuando Fidel asumió como primer ministro del Gobierno Revolucionario, se dejó de cobrar esa suma.
De esa fecha acá, Cuba reclama la devolución de ese territorio que en los últimos años, totalmente obsoleto desde un punto de vista militar, solamente ha servido para las provocaciones contra nuestro país, las cuales han costado las vidas de varios compatriotas guardafronteras.
En fecha más reciente, han utilizado esa parte del suelo cubano ilegalmente usurpado como campo de concentración para emigrados cubanos y haitianos ilegales y de prisioneros de sus guerras de agresión.
La devolución de ese territorio cubano constituye otro punto neurálgico en la normalización de las relaciones entre los dos países.