Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

viernes, 5 de febrero de 2016

Che ciudadano cubano


2016-02-05 14:46:28 / web@radiorebelde.icrt.cu

Che ciudadano cubano


El siete de febrero de 1959 la Gaceta Oficial de Cuba, en uno de los pocos números impresos en los 38 días posteriores al triunfo de la Revolución, daba a conocer la promulgación de la Ley Fundamental de la República de Cuba. La referida Carta Magna incluía modificaciones que serán básicas para los futuros cambios estructurales y sociales de fondo, indispensables ante las nuevas realidades del país.

Dos aspectos, entre otros, llamaban la atención en el documento: el restablecimiento de los postulados de la Constitución de 1940, suplantados de un plumazo por los ilegales estatutos impuestos por Fulgencio Batista, en marzo de 1952, y el artículo 12, perteneciente al Título Segundo, “De la Nacionalidad.

El inciso C, dedicado a definir quienes son cubanos por nacimiento, precisaba: “ Los extranjeros que hubiesen servido en la lucha armada contra la tiranía derrocada el 31 de diciembre de 1958, en las filas del Ejército Rebelde durante dos años o más, y hubiesen ostentado el grado de Comandante durante un año por lo menos, siempre que acrediten esas condiciones en la forma que la ley disponga. ”

La intención era evidente. El referido inciso definitorio fue redactado con exquisita sensibilidad y profundo sentido de justicia histórica, pues apuntaba al único combatiente con los singulares requisitos señalados: el médico argentino Ernesto Guevara de la Serna.

En la reunión del Consejo de Ministros, iniciada ese mismo día siete, se adoptaba el acuerdo correspondiente. Según Luís Buch, entonces secretario del máximo órgano de gobierno, cuando le informó de la decisión al Che, en la madrugada del ocho, éste, sin inmutarse, estimó inmerecido el acuerdo. Según él, solo había luchado en Cuba como habría hecho en cualquier parte del mundo, por la libertad de un pueblo.

El Che, como sería bautizado primero por sus compañeros y reconocido más tarde en todos los rincones del planeta, había acumulado tales méritos en apenas 25 meses de guerra insurreccional.

La gente sencilla lo había colocado desde los momentos iniciales, con fino olfato popular, en el lugar destinado a los héroes genuinos, cuando todavía estaba por descubrirle las excepcionales condiciones humanas.

En poco tiempo el maestro de la guerra de guerrillas desempeñó diversas responsabilidades estatales y políticas con entrega y eficiencia, extendió su magisterio ético y moral, y predicó con el ejemplo personal hasta el desinterés y altruismo demostrado al marchar a cumplir las misiones liberadores en el Congo y Bolivia.

Con sus descollantes dotes agotó la capacidad de asombro de los cubanos y de millones en el mundo. Eran proverbiales su modestia, austeridad, capacidad de trabajo, la claridad y alcance de sus ideas políticas, virtudes que lo identificaban como un genuino creados en el terreno social.

Entre los numerosos ejemplos legados a los cubanos merece destacarse el riguroso dominio de la historia de Cuba, alcanzado en breve y agitado tiempo, solo posible por sumar a su lucida inteligencia, una férrea voluntad de adquirir conocimientos y el interés por identificarse con el país al que le entregó sudor y sangre.

Su proverbial modestia apenas le impedía ocultar el significado íntimo por la distinción recibida, la más alta que se puede conferir en una nación y solo compartida con el Generalísimo Máximo Gómez.

Nunca vio en ella la menor formalidad y así lo demostró cuando en los dramáticos momentos de la despedida le expresara a Fidel: “…en donde quiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré (…) y si me llega la hora definitiva bajo otro cielo, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti.” (Por Ángel Rodríguez Álvarez, ACN)

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