Una de estas sofocantes mañanas del agosto que está por finalizar,
fuimos al encuentro de Roger González Ferro. Conversamos en una amplia
casona del Vedado, sede del Departamento Fílmico de la Dirección
Política del Ministerio del Interior. No fue un intercambio dilatado,
pero sí intenso y cordial. Yo preguntaba (apenas), y mi interlocutor
deshilvanaba recuerdos que le remontaron a la construcción del Partido
dentro de la institución. Lo hizo con pasión comparable a la de los
cubanos amantes del beisbol cuando polemizan en torno a ese deporte.
“El proceso empezó por Cienfuegos, el 29 de agosto de 1965. Concluyó en
La Habana en 1969. Tuve el privilegio de ser seleccionado para integrar
las comisiones encargadas de llevarlo adelante. Para entonces tenía
apenas 20 primaveras. Era –proporcionalmente- tan joven como la
Revolución misma, y en correspondencia tenía limitaciones culturales y
políticas, pero no lo era tanto ni eran tantas como para no darme cuenta
de que protagonizaba un hecho tremendamente trascendental para el
Minint y la propia Revolución.”
El 6 de junio de 1959 nacía el Ministerio del Interior. Roger es casi
fundador, llegó a sus filas solo unos meses después, a principios de
1960, con unos escasos 15 años y poca instrucción, sin embargo, sí
muchos deseos de aprender y ser útil.
“Ingresé en 1960, aquí en La Habana. Mi familia es de Zaza del Medio,
pero yo seguí los pasos de mi hermano, quien fue combatiente de la
Sierra Maestra y le asignaron responsabilidades en la capital.
“Empecé como un simple mozo de limpieza del Departamento Nacional de Identificación y Registro (DNI).
Luego me hice técnico en dactiloscopia. Aquellos primeros tiempos la
inmensa mayoría de quienes pasaron a formar parte del Ministerio
provenían de las filas del Ejército Rebelde, Movimiento 26 de Julio y
Lucha Clandestina. Yo no. Lo mío fue simpatía con una causa que sabía
justa, y las influencias de mi hermano, claro está”.
Cuenta González Ferro que el proceso fue muy riguroso. Las propuestas
salían en asambleas de masas, y había que fundamentarlas muy bien, a
partir del mérito, y solo quedaban como aspirantes los aprobados por
voto mayoritario. Luego venían verificaciones muy abarcadoras y
profundas.
“No se hacían excepciones. Fíjate que acá en La Habana hacen la
propuesta de un compañero de larga trayectoria combativa y muchos
méritos. Muy conocido. Fuimos a verificarlo con una compañera también
con las mismas características, dirigente de mucho arraigo y prestigio.
La contactamos, le explicamos nuestro propósito y todo estuvo muy bien
hasta tanto no le dijimos el nombre del candidato.
“Cuando lo supo, se limitó a decir –entre el enfado y el asombro-:
‘¡¿Pero es qué ustedes no conocen la historia?!’. Y no dijo más.”
¿Por qué cree usted que aun siendo tan joven llegó a tomar parte en una tarea tan trascedente?
La respuesta no llega de inmediato. Por primera vez, tras cerca de unos
45 minutos de conversación sin pausa, Roger medita. Es algo inevitable
cuando a un hombre modesto le preguntan, y la respuesta necesariamente
estará vinculada a cualidades personales.
“El político de mi unidad fue el responsable y creo que la pregunta
habría que hacérsela a él. Yo solo te puedo asegurar que me lo tomé muy
en serio y traté de hacerlo lo mejor posible. Es de las cosas de mi vida
que más me reconfortan.”
Un par de datos que dicen mucho de nuestro entrevistado, teniente
coronel en retiro, que todavía labora para el Minint. Roger resultó uno
de aquellos primero militantes que tuvo el Ministerio del Interior.
Recibió el carné acreditativo en 1968.
El
hoy teniente coronel ® Eddy Vega Nápoles fue de quienes le hicieron el
proceso Roger González. Había sido uno de los 45 miembros que tuvieron
las comisiones de ingreso en las FAR. Después le seleccionaron para
ofrecer experiencia y asesoría dentro del Ministerio del Interior, en el
propósito de sacar adelante una tarea similar.
“Fuimos 15 quienes vivimos ese honor por partida doble (FAR y Minint).
Sin embargo, cualquiera pudo haber sido escogido. Y no es solo un decir,
realmente fue así.
“Al menos yo no creo que haya sido de los mejores ni nada por el estilo…
Ah, responsable, disciplinado e incondicional a la Revolución sí era.
Tal vez pesó mi condición de instructor político.
“No nos creíamos especialistas, no lo éramos. Estábamos, sobre todo,
para evitar los tropezones que se dieron durante el proceso en las
Fuerzas Armadas”.
Eddy, una vez terminada la misión que le llevó al Minint, decidió
quedarse. Como Roger, después de toda una existencia dedicada a la
institución, hoy es de los jubilados que están de regreso. También fue
de quienes ganaron la militancia en aquel primer parto de vanguardias.
“Todavía me acuerdo. Corría el mes de julio de 1965 y yo era un
muchachón de 23 años. A mi juicio, con el surgimiento del Partido, el
Minint ganó fuerza y prestigio.”
Tomado del Periodico Tribuna