Con detenimiento, valorando criterios de disímiles especialistas y apoyados en el desarrollo tecnológico, la Dirección Nacional ha dado garantías para un arranque efectivo del principal espectáculo deportivo del país, todo ello en medio de un panorama bien complejo, con el margen de error cada vez más reducido.
Los objetivos de tanto empeño están marcados: elevar el nivel de nuestra justa doméstica y satisfacer las demandas de la exigente afición cubana, ávida de disfrutar buen béisbol. Para ello es imprescindible contar con una mayor disciplina técnica y táctica, teniendo en cuenta, además, que la lid será antesala del Premier 12 y en el horizonte se observa también la Serie del Caribe.
Como es lógico, el salto cualitativo de los jugadores debe llevar aparejado el progreso de la labor arbitral y de los entrenadores, cuyos pasos serán decisivos en el cumplimiento estricto de las reglas, la disminución del tiempo de juego y la formación de valores.
Todo esto debe funcionar como un reloj suizo, con una maquinaria impecable de fallos limitados y respuestas rápidas y eficientes, para lo cual se han adoptado oportunas modificaciones.
El reglamento: No hay campeonato exitoso sin una carta rectora explícita. Justo sobre esa base han trabajado los federativos cubanos, quienes han dejado las cosas claras desde el propio reglamento, aprobado por todos los mentores del torneo.
El documento explica que el sistema de competencia será el mismo de anteriores ediciones, con la diferencia de que el método de desempate, tras los resultados entre los conjuntos involucrados, será por el Balance de clasificación de equipos de la IBAF, utilizada en la inmensa mayoría de eventos internacionales.
Por esa fórmula se divide las carreras anotadas entre los innings a la ofensiva, y se le resta las carreras permitidas divididas por los innings a la defensa, lo cual arrojará un coeficiente decisivo en casi todas las variantes, pues casi nunca coinciden esos indicadores en una muestra de partidos considerables.
Otro detalle, los equipos constarán de 32 peloteros y no 40 como en pasados clásicos. De ellos, solo 25 podrán participar en un encuentro, mientras cada conjunto tendrá a ocho reservas que serán altas por situaciones excepcionales (al igual que los juveniles), siempre aprobadas por la máxima dirección del campeonato.
El calendario: De acuerdo a la Dirección Nacional de Béisbol, con el calendario planificado esta temporada, los equipos consumirán alrededor de 7 000 kilómetros menos que en citas anteriores, aspecto muy positivo por limitar el desgaste de los protagonistas y por el ahorro económico. Excepto por esto, no hay nada nuevo.
Los árbitros y el replay: Se ha decidido añadir un noveno grupo de colegiados, a fin de poder rotar en cada subserie una cuarteta por el Observatorio Tecnológico del béisbol, nuevo espacio que se inaugurará este sábado con todas las condiciones para emitir los veredictos sobre los reclamos a decisiones arbitrales en repeticiones televisivas. Sobre dicho punto, tampoco hay muchos cambios, solo que los managers no podrán desafiar dos acciones: si una bola es foul o fear en conexiones por las líneas, y tampoco las jugadas de pisa y corre para determinar si el hombre en circulación salió adelantado.
Los refuerzos: Volvemos a la cifra de cinco refuerzos al concluir la primera etapa, luego del experimento con siete el año anterior, cuyos resultados no fueron tan positivos al no existir una bolsa de jugadores de nivel tan grande.
La fórmula para seleccionarlos será la misma (primera ronda en orden descendente, la segunda a la inversa, y las tres restantes por sorteo), mientras que los clasificados a la postemporada podrán añadir tres hombres a su nómina (el orden será por sorteo en las tres rondas), escogidos todos de los otros cuatro equipos eliminados en la segunda fase
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