Por: Raúl Antonio Capote
No acostumbro a responder ataques
personales cuando vienen de parte del enemigo, cuando viene de algún
mareado a veces respondo, -contadas en realidad-, cuando llega de quien
dice ser de los nuestros entonces prefiero hacerlo personalmente, cara a
cara.
En este caso, viene de alguien que dice
ser “amigo”, usaré Internet porque no tengo otra vía (no reside en Cuba)
y porque quiero que llegue a personas que quizás le conocen y
pueden estar confundidas por sus opiniones, basadas en “conocimiento de
causa”, en “fuentes fidedignas”etc. Y porque no ha sido uno solo, entonces para que responder por separado,
si la entraña es la misma, mejor los personalizo a todos en el
principal y más cercano “ofensor”. Además se por experiencia que la
maledicencia muchas veces se queda aleteando cerca de los oidos,
molestando, haciendo daño y es necesario espantarla de una vez, como se
repele a un molesto insecto.
El 24 de febrero de 2015
escribí un articulo en mi blog inspirado en el acto al que asistimos
esa tarde en el Palacio de las Convenciones, lo títule “Cuba: Qué otra cosas podemos hacer”. Nos dirigíamos a Fidel, nuestro Comandante en Jefe, y a nuestro Presidente Raúl Castro, indirectamente, sí, claro que sí. Siguiendo el ejemplo de los cinco hermanos que esa tarde fueron condecorados con el título de Héroes de la República de Cuba,
estimulados por el grupo de teatro La Colmenita que habló de esencias y
una de las esencias de la Revolución fue la alfabetización de cientos
de miles de cubanos, los jóvenes alfabetizadores, una vez comcluida la
Campaña, lanzaron a nuestro Comandante en jefe, esa frase, Fidel dinos que otra cosa tenemos que hacer.Yo no había nacido entonces.
Qué soñamos con darle la mano, con
compartir un minuto con Fidel, bueno, qué revolucionario de este mundo,
qué persona honesta de este planeta no desea compartir de cerca, un
segundo de su vida con el hombre más extraordinario de nuestro tiempo.
Cuanta gente ha deseado estar cerca de él un instante, escucharlo y no
ha podido, gente con grandes méritos revolucionarios, políticos,
artísticos, científicos, gente humilde. Otros tantos han podido, no es
para nada un ser inaccesible, enclaustrado, la más grande barrera es su
modestia infinita.
Qué nos consideran, Insignificantes,
olvidados, orillados, da hasta risa solo escuchar tamaño desatino,
porque no pensamos las cosas así. Somos simples combatientes revolucionarios, si, como millones en nuestra patria y en el mundo, sencillos soldados que no aspiramos a otro privilegio que servir a Cuba.
Yo ofrezco a Vd., sin temor
de negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que
brindarle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los
hombres. Ofreció José Martí al Generalísimo Máximo Gómez el 13 de Septiembre de 1892 cuando se preparaba la Guerra del 95.
No existe para un revolucionario cubano
mayor ni mejor remuneración que el placer del sacrificio por la patria,
en ese sentido estamos en deuda con Cuba, con la humildad de los
soldados mambises y los guerrilleros de la Sierra Maestra, nos sentimos
honrados de que la patria confiara en nosotros.
En el referido artículo del 24 de febrero
digo que vivimos como cubanos comunes y corrientes, no hago una
“denuncia” sobre problemas personales que pudieran aquejarme, hablo de
la vida común, la de todos los días, esa que compartimos con nuestros
conciudadanos. No tengo nada de lo que lamentarme, pues la vida me ha
dado mucho más de lo que soñé, he recibido honores inmerecidos, que
aceptamos porque entendemos que no se trata de nuestras humildes
personas, sino del reconocimiento del ´pueblo a los OSE a los que
pertenecemos por derecho de combate.
Es un absurdo llamarnos civiles, como si
fuera una ofensa, cuando en la doctrina de la Revolución Cubana el
ejército es el pueblo uniformado y nuestra defensa se basa en la guerra
de todo el pueblo. Está es la Revolución de la sociedad civil,
fue el pueblo el que la hizo, el que la defendió y la defiende, el que
integra las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el MININT, son los civiles
los que hicieron la Campaña de Alfabetización, la Lucha Contra
Bandidos, los que ganaron en Girón, los que han derrotado a la CIA
durante 56 años, del pueblo ha sido la gran fuerza,
a veces de verde olivo, a veces de miliciano, otras de machetero
voluntario, de soldado internacionalista, de médico, de maestro, de
constructor, somos la misma cosa, esa es una esencia.
No tengo nada de que quejarme porque
nunca hemos pedido nada material, ni lo aceptaríamos a cambio de la
misión cumplida, sería traicionarnos a nosotros mismos. Quizás será
dificil entender para un escritor que vive en otros lares, en otra
realidad, con otra forma del ver el mundo. No me hice rico con el dinero
que pagaba la CIA,
nunca acepé dinero del enemigo y cada centavo se entregaba al Estado,
tampoco recibí dinero de la Seguridad Cubana pues los revolucionarios no
cobramos por defender a la patria. En lo personal no he pedido nada,
-dices que se me ha negado “atención”-, no se puede negar lo que no se
solicitó.
No tengo nada de que lamentarme
porque he recibido el cariño inmenso de nuestros compatriotas, el odio
de nuestros enemigos (que mayor premio), la trampa del tapadito, su mala
fe, (señal de que andamos por buen camino).
No soy un intelectual a la manera que el
señor escritor lo interpreta, es verdad, sigo siendo el ayudante de la
construcción que fui hace más de 30 años, en esa escuela me formé,
trabajando y estudiando, fui soldado, obrero de la contrucción,
estibador, almacenero, maestro, licenciado en curso para trabajadores de
la Universidad, entonces Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, Máster en Relaciones Internacionales, agente de los OSE.
Me forjé en el trabajo, crecí entre arena
y cemento, rodeado de obreros que hablan fuerte y claro, sin tapujos,
cargué sacos de harina y azúcar en el puerto, entre abacúas y santeros,
esa fue otra escuela que me eseñó a respetar otra esencia de nuestra
tierra, sus creencias y principios, allí conocí la humildad más
profunda, un sentido más amplio y a la vez sencillo de la amistad y del
amor por Cuba.
Si fuera religioso pediría con fuerza
¡Dios no permitas que deje de ser el estibador, el obrero de la
construcción que soy!. No permitas que mueran en mí esos años en que me
hice licenciado, trabajando y estudiando, acompañado en las aulas por
trabajadores, maestros y soldados. Esa también es una esencia.
Cierto que dejé a un lado mi carrera
académica en el fragor del combate mayor en que estaba, es una forma de
decirlo. No soy Doctor, ni Profesor Titular, la Universidad no tenía que
darme nada, decir eso es muy poco serio, respeto mucho a ese Centro de
Altos Estudios como para pretender exigir títulos académicos
inmerecidos, eso es una ofensa a esa Casa de Estudios y a mí. Soy
maestro, que más.
Es verdad que no soy miembro de la UNEAC, antes del 2011 por razones obvias, no entré en esa organización, después de la denuncia de Las Razones de Cuba
no lo solicité, no quería que razones extra artísticas- literarias
pesaran sobre la decisión, lo haré ahora, como escritor, en el proceso
que se inicia de crecimiento, como un cubano más, si los que evalúan
tales cosas estiman que tengo las condiciones necesarias.
No se quien dijo que estoy solo, sin
amigos, que los escritores rechazan mi presencia, que nadie visita la
soledad de mi casa, que vivo perdido entre dos aguas, pagando no se que
culpa. Angustiado, temeroso del mañana, con cargos de conciencia,
olvidado.
Nunca fuiste bueno escribiendo tragicomedias, en otros géneros si, eras bueno, pero en el arte hay falsedades que cuestan la obra.
Nunca fuiste bueno escribiendo tragicomedias, en otros géneros si, eras bueno, pero en el arte hay falsedades que cuestan la obra.
Te pido que no intentes hacer humor con
una vida que te queda lejos, que no puedes entender, con respecto a tu
folletín de sábado por la noche, solo apuntar que tengo hoy más amigos
que nunca, mi casa sigue siendo un alberque de tránsito para todo el que
camina la isla y tengo, más que nuca antes, una almohada donde reposar
la cabeza y un plato de fijoles en cada rincón, los hijos e hijas se
multiplicaron, los hermanos y hermanas crecieron como la buena siembra,
los padres y madres se hicieron miles.
No vivo arrastrando el miedo, (una forma
casi poética de decirlo) sabía lo que me esperaba, estaba conciente de
las consecuencias de participar en una denuncia pública y luego seguir
en combate día tras día, sé las consecuencias, y el honor, los seis de Razones de Cuba
nos convertimos en el rostro del odio de nuestros enemigos, en el
rostro de millones de combatientes del silencio, de miles de oficiales
que no pueden dar la cara, que combaten desde el silencio, el rostro de
los que han muerto sin develar su identidad de soldados de la patria, los que han cargado sobre sus hombros la calumnia, el aparente deshonor, los más puros hombres y mujeres de esta tierra.
Sobre nosotros se vierte mucho amor, pero
se derrama todo el odio de quienes desean ver a Cuba de rodillas, nos
sentimos profundamente enaltecidos de compartir ese honor con otros
combatietes que al llamado de la Revolución
dieron un paso al frente y saliendo de lo oculto del combate,
denunciaron las patrañas, la muerte, las mentiras, el peligro que viene
del norte revuelto y brutal que nos desprecia.
Un señora mayor nos decía en uno de los tantos encuentros en los que participamos estos años, ¡Hay que tener valor para participar en una denuncia pública!
Sustituí al palabra original por valor para no pecar de grosero, de
rústico, ya que no soy un “Intelectual” y me falta el “pulido
necesario” para entrar en el limbo de los grandes.
Sé que es dificil para tí entender esas
cosas, no las comprendiste cuando naciste por accidente en esta tierra,
mucho menos luego que te alejaste física y espiritualmente de ella.
Siento lástima por ti, el desarraigo te está consumiendo poco a poco,
nada queda ya, no puede haber castigo mayor para un isleño que ver su
tierra difuminarse en el horizonte hasta hacerse incomprensible,
invisible, ajena.
¿No sábes cómo me las arreglo?, hay
momentos duros, dificiles en la vida de cualquier ser humano, trances de
la vida, encrucijadas y dolores que laceran hasta el hueso. No pude
despedirme de mi madre, murió en tierra extraña, sin un beso, agonizó
durante un año, lejos, no pude aliviar su dolor, no pude acompañarla,
tendré que vivir con ese dolor por siempre, mucha gente que quiero está
lejos, unos materialmente, otros espiritualmente, algunos ambas cosas.
Pero tengo una gran ventaja, un
privilegio, cuando los espectros del odio cercan y lastiman, cuando los
demonios personales rondan la habitación y se ceban en los sueños,
cuando flaqueo, cuando estoy a punto de tocar fondo, tengo a esta isla,
estrecho su tierra en el puño cerrado y me empino, ella es mi antítodo
contra todos los venenos. Por ella y para ella vivo, eso no lo puedes
entender.
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