Sábado, 22/08/2015 14:03 PM
Con un nombre que suena a taíno y un repertorio donde el son, la
canción, la rumba, la fusión y la trova, están presentes y hacen vibrar a
los más exigentes bailadores, tanto en Cuba como fuera de ella, la
popular orquesta Anacaona, provoca ovaciones en teatros habaneros como
el Mella y el América; en el Carnaval; en la Sierra Maestra y en
importantes escenarios de más de treinta países de América, Europa, Asia
y África.
Acerca de la evolución de la agrupación, desde su creación en 1932, por las hermanas Castro Zaldarriaga, comenta Georgia Guerra, graduada del conservatorio Amadeo Roldán, quien recuerda que se incorporó en 1983 al cuerpo orquestal (al piano), con su hermana Doris (en el saxofón), y ambas, junto a las fundadoras, sostenían frecuentes diálogos devenidos lecciones inolvidables. Intercambios destinados a formar a Georgia como futura directora.
“Acercarnos al estilo de las Anacaona, a partir del conocimiento de su repertorio, infundió en nosotras más amor al trabajo, al introducirnos en las obras más representativas de los años 30, 40 y 50”, precisó Georgia.
“Trabajamos inspiradas en nuestro amor por la música, a la cual dedicaron su vida entera nuestras predecesoras. Cuando ellas decidieron jubilarse nos entregaron la dirección y, tuvimos que enfrentar la violencia del machismo de la época, enemigo irreconciliable de una orquesta integrada por mujeres, a quienes no nos concebían como miembros de un conjunto musical de gran formato y mucho menos que interpretara música bailable.
“En la actualidad, si no está erradicado totalmente, está bastante neutralizado. Podemos tocar en todas partes, en teatros, centros nocturnos, en espacios al aire libre, como hace muy pocos días, en el Carnaval de La Habana, donde nos aplaudieron como nunca, estamos muy contentas por la reacción del público, cada vez más cariñoso con nosotras”.
El machismo limitó en tiempos pasados hasta su repertorio y posibilidades como creadoras, lo cual no ocurre hoy en día, aunque nuestra entrevistada alega que confrontan determinados limitantes por su condición de mujer: “es cierto que tenemos algunas, como la maternidad, a pesar de que en Cuba las madres somos privilegiadas.
“Pero en mi caso, trabajo de noche y recibo mucho apoyo familiar. Saber que mi hija Lucía, de 16 años, está muy bien cuidada es una gran ayuda para continuar dirigiendo Anacaona. Eso me estimula a trabajar más y a aportar nuevas ideas para el repertorio, iniciativas que se materializan en una renovación constante de la orquesta a partir de la fusión de ritmos cubanos con merengue o reggaetón, aunque sin abandonar géneros como la canción, el bolero y el son”.
En cuanto a su labor más reciente destacan las presentaciones en el Carnaval de varias provincias, muy especial en La Habana, y el 29 de agosto, en Guanabo. Realizarán próximamente una gira por Venezuela y en octubre participarán en el festival De un pájaro las dos alas, en Puerto Rico.
Georgia define el mayor anhelo de la orquesta y su razón de ser, al expresar: “Cuba lo es todo para mí y las muchachas, porque nos sentimos cada día más orgullosas de ser cubanas. Anacaona tiene el orgullo de representar a la mujer en la música que interpretamos, nos interesa dignificar la imagen femenina. Amar a este país es parte de nuestra existencia, este sentimiento brota del corazón y así lo cantamos”.
Por Ada Oramas en la sección
Fotos: Humberto Isada Socarrás y cortesía de la entrevistada
Fotos: Humberto Isada Socarrás y cortesía de la entrevistada
Acerca de la evolución de la agrupación, desde su creación en 1932, por las hermanas Castro Zaldarriaga, comenta Georgia Guerra, graduada del conservatorio Amadeo Roldán, quien recuerda que se incorporó en 1983 al cuerpo orquestal (al piano), con su hermana Doris (en el saxofón), y ambas, junto a las fundadoras, sostenían frecuentes diálogos devenidos lecciones inolvidables. Intercambios destinados a formar a Georgia como futura directora.
“Acercarnos al estilo de las Anacaona, a partir del conocimiento de su repertorio, infundió en nosotras más amor al trabajo, al introducirnos en las obras más representativas de los años 30, 40 y 50”, precisó Georgia.
“Trabajamos inspiradas en nuestro amor por la música, a la cual dedicaron su vida entera nuestras predecesoras. Cuando ellas decidieron jubilarse nos entregaron la dirección y, tuvimos que enfrentar la violencia del machismo de la época, enemigo irreconciliable de una orquesta integrada por mujeres, a quienes no nos concebían como miembros de un conjunto musical de gran formato y mucho menos que interpretara música bailable.
“En la actualidad, si no está erradicado totalmente, está bastante neutralizado. Podemos tocar en todas partes, en teatros, centros nocturnos, en espacios al aire libre, como hace muy pocos días, en el Carnaval de La Habana, donde nos aplaudieron como nunca, estamos muy contentas por la reacción del público, cada vez más cariñoso con nosotras”.
El machismo limitó en tiempos pasados hasta su repertorio y posibilidades como creadoras, lo cual no ocurre hoy en día, aunque nuestra entrevistada alega que confrontan determinados limitantes por su condición de mujer: “es cierto que tenemos algunas, como la maternidad, a pesar de que en Cuba las madres somos privilegiadas.
“Pero en mi caso, trabajo de noche y recibo mucho apoyo familiar. Saber que mi hija Lucía, de 16 años, está muy bien cuidada es una gran ayuda para continuar dirigiendo Anacaona. Eso me estimula a trabajar más y a aportar nuevas ideas para el repertorio, iniciativas que se materializan en una renovación constante de la orquesta a partir de la fusión de ritmos cubanos con merengue o reggaetón, aunque sin abandonar géneros como la canción, el bolero y el son”.
En cuanto a su labor más reciente destacan las presentaciones en el Carnaval de varias provincias, muy especial en La Habana, y el 29 de agosto, en Guanabo. Realizarán próximamente una gira por Venezuela y en octubre participarán en el festival De un pájaro las dos alas, en Puerto Rico.
Georgia define el mayor anhelo de la orquesta y su razón de ser, al expresar: “Cuba lo es todo para mí y las muchachas, porque nos sentimos cada día más orgullosas de ser cubanas. Anacaona tiene el orgullo de representar a la mujer en la música que interpretamos, nos interesa dignificar la imagen femenina. Amar a este país es parte de nuestra existencia, este sentimiento brota del corazón y así lo cantamos”.
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