Por Arthur González
Desde
1959 Cuba y su líder histórico Fidel Castro, han demostrado total
voluntad para lograr un entendimiento con Estados Unidos, basado en el
respeto mutuo a la soberanía, lo que se puso de manifiesto en todos los
encuentros secretos sostenidos desde la administración del presidente
J.F.Kennedy, hasta los más recientes con la presidencia de Barack Obama.
Estados Unidos con su política arrogante
siempre asumió posiciones de fuerza, pretendiendo imponerle a la isla
condiciones inaceptables para lograr una normalización en las relaciones
entre ambas naciones, algo jamás alcanzado desde 1898 cuando decidieron
impedirle el triunfo al ejercito mambí.
Cientos de documentos desclasificados de
la Casa Blanca, el Departamento de Estado y la CIA, ponen al descubierto
verdades no contadas sobre la forma de pensar y actuar empleada para
intentar derrocar a la Revolución.
En memorando de la CIA sobre la situación de Cuba del 12.12.1964, se afirma:
“La actual política de Estados Unidos
tiene por objetivo aislar a Cuba del hemisferio occidental y del resto
del mundo libre y ejercer la mayor presión posible…” […] “El programa de
acciones encubiertas ha sido diseñado para apoyar otras medidas
gubernamentales con el fin de incrementar e intensificar las presiones
contra Castro y estimular a los elementos disidentes…” […] “nuestro
objetivo final es sustituir el régimen por otro que sea plenamente
compatible con los objetivos de Estados Unidos…”
Bajo la presidencia de Gerald Ford y más
tarde en la James Carter, se dieron pasos más precisos para tratar de
avanzar hacia el restablecimiento de relaciones diplomáticas, algo que
casi se lograr posterior al acuerdo alcanzado en 1977 con la apertura de
Secciones de Intereses, pero políticas hostiles diseñadas por la CIA y
el Pentágono echaron por tierra esas posibilidades.
El propio Carter el 15.11.1978 escribió en la página 260 de su diario de la Casa Blanca:
“Después supe que Paul Nitze, Scoop
Jackson y algunos otros habían orquestado la filtración y
subsiguientemente levantado los temores de una amenaza cubano-soviética a
los Estados Unidos, todo lo cual se diseñó para evitar la aceptación de
cualquier acuerdo SALT”, eso en referencia a la crisis creada por la
presencia de aviones MIG 23 en Cuba, lo que enturbió el clima alcanzado
hasta la fecha en las relaciones bilaterales.
Como parte de esa política de presiones
contra la Revolución no se levantó el bloqueo económico, comercial y
financiero, pues siempre lo han considerado como su carta de triunfo, lo
que quedó plasmado en memorando que le remitiera el 27.03.1975 Harry W.
Shlaudeman, al entonces subsecretario de Estado para América, William
Rogers, en el que expresa:
“Pudiéramos mantener algunos elementos del “embargo” como instrumento para ejercer influencia…”
Otros funcionarios como Robert W.
Fontaine, director de Estudios Latinoamericanos del Centro de Estudios
Estratégicos e Internacionales de la Universidad de Georgetown,
argumentó en septiembre de 1977:
“Las necesidades de la economía cubana le
deben dar a Estados Unidos suficiente poder para extraerle concesiones
en una variedad de asuntos, como son los derechos humanos y el pago por
los bienes expropiados. Afortunadamente Washington tiene una buena
cantidad de fichas para jugar”
Por esos motivos resulta inaceptable el
concepto esbozado por el Secretario de Estado, John Kerry, el 14.08.2015
durante el izamiento de la bandera yanqui en el edificio de su embajada
en la Habana, cuando dijo:
[…] “y así como lo hacemos de nuestra
parte, instamos al gobierno cubano a que sea más fácil para aquellos
ciudadanos que quieran, puedan iniciar sus negocios, emprender
iniciativas de comercio y acceder a información”. “El embargo es un
camino de dos vías, ambas partes deben eliminar las restricciones que
han puesto escollos ante los cubanos”.
El Bloqueo contra el pueblo cubano tiene
una sola vía, pues como plantean los documentos oficiales de Estados
Unidos esa acción pretende […] “inducir al régimen comunista a fracasar
en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, unido a
operaciones psicológicas que acrecentarán el resentimiento de la
población contra el régimen”…
Hablar de otra vía de bloqueo del
gobierno revolucionario contra su población resulta ofensivo y es parte
de esa misma guerra diseñada para “ganar las mentes y las voluntades de
los hombres”, como asegurara públicamente el presidente D. Eisenhower al
referirse al concepto de ese tipo de acciones:
“…Nuestro objetivo es más sutil, más
penetrante, más completo…. “A los medios que vamos a emplear para
extender esta verdad se les suele llamar Guerra Psicológica”.
Basta de mentiras. Por suerte los cubanos saben leer, escribir y analizar muy bien, porque como dijera José Martí:
“Saber leer es saber andar”