Por Arthur González
La
vida no permite escoger padres, hermanos o hijos, esos vienen sin saber
cómo serán y debemos aceptarlos con virtudes y defectos. Algo similar
pasa con los vecinos, los que pueden llegar a ser familiares cercanos o
convertirse en eternos adversarios que te desean lo peor y son capaces
de perder hasta un ojo con tal de verte ciego.
Algo similar le sucedió a Cuba al estar
situada a la entrada del Golfo de México a solo 90 millas náuticas de
Estados Unidos, la que por su posición geográfica y condiciones
naturales siempre fue codiciada como la fruta madura que debía caer en
brazos del Tío Sam.
Ese vecino del Norte hizo lo imposible
para anexarse a la Perla de las Antillas y cuando ya tenía su economía
bajo control y sus gobernantes plegados a sus órdenes, una revolución
nacionalista y anti yanqui, interrumpió abruptamente en el escenario
político del país, desprendiéndose del tutor que trazaba el destino de
los cubanos desde 1898.
Traumático resultó el golpe para
Washington, quien desde el mismo año 1959 inició sus planes para
retrotraer la historia, lo quedó plasmado en un memorando remitido al
director de la CIA, fechado el 11.12.1959 firmado por J.C. King, Jefe de
la División del Hemisferio Occidental de la CIA, en el cual planteó
entre otras medidas:
“Se le debe dar una cuidadosa
atención a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan
cercanos a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che
Guevara, tienen el mismo magnetismo sobre las masas. Muchas personas
bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría
grandemente la caída del gobierno actual”.
Desde ese momento las relaciones de
Estados Unidos con su vecino del Sur se convirtieron en una batalla
permanente por cambiar el curso de los acontecimientos, mediante el
empleo de una guerra no declarada en la cual hubo invasiones con fuerzas
mercenarias entrenadas, abastecidas y financiadas por la CIA, creación
de bandas que sembraron el terror entre campesinos, asesinando a todos
los que simpatizaban con la Revolución y redes de agentes para ejecutar
sabotajes a toda la economía.
Según documentos desclasificados del
gobierno estadounidense, no quedó sector de la economía cubana que no
fuera víctima del terrorismo dirigido por la CIA.
En uno de sus Programas de Acción Encubierta aprobado el 08.06.1963, se afirma:
“Solamente después que los efectos de la
represalia económica y de las acciones de sabotaje, se sientan
profundamente en la población y en los grupos de élite, puede uno
esperar que convertir la desafección en las fuerzas armadas y otros
centros de poder del régimen en revueltas activas contra el séquito
Castro-comunista”.
Pero ninguna de estas acciones
terroristas hicieron cambiar el curso de Cuba, por tanto la CIA continuó
diseñando planes de asesinato contra Fidel Castro e incluso actos de
guerra biológica para que las enfermedades causaran la muerte de cientos
de personas inocentes, y afectar su flora y fauna.
Ese era el precio que debía pagar Cuba por no ceder ante las presiones de su vecino del Norte, pero aun quedaba mucho por hacer.
En 1971 la CIA decidió acabar con la masa
porcina de su vecino del Sur, e introdujo la llamada Fiebre Porcina
Africana, que provocó la muerte de 500 mil cerdos.
De acuerdo con el investigador
estadounidense Howard Zinn, un agente CIA contó a un periodista como
había obtenido el virus en una base militar de Estados Unidos ubicada en
la zona del Canal de Panamá, entregándoselo a contrarrevolucionarios
cubanos, quienes lo introdujeron en Cuba.
En 1981 se detecta por primera vez en la
isla el Dengue Hemorrágico, transmitido por un mosquito. En pocas
semanas murieron 158 personas, de ellas 101 niños, y enfermaron 344 mil
203 cubanos. La enfermedad se convirtió en pandemia que aun se mantiene
infestando a cientos de miles de personas anualmente.
Al ser juzgado por el asesinato en New
York el 11.09.1980, del diplomático cubano Félix García Rodríguez, el
contrarrevolucionario cubano radicado en Estados Unidos, Eduardo
Arocena, confesó ante la Corte Federal de New York que era integraba un
grupo que tenía como misión obtener ciertos tipos de gérmenes biológicos
para introducirlos en Cuba, declaración recogida en la página 2189 de
esa Corte Federal, expediente 2 FBINY 185-1009.
A pesar de esto las autoridades no investigaron esa información.
Esa es parte de la triste historia del
vecino del Norte de Cuba, ese que ahora el secretario de Estado John
Kerry asegura que ya no son ni rivales, ni enemigos.
Lúcido fue José Martí cuando aseguró:
“Las cosas hay que verlas en sus causas y objeto, no en la superficie”.