Marilú Uralde Cancio
Una
nota aleccionadora sobre la actividad de las fuerzas represivas en la
década del 50 es muy necesaria en estos momentos. A pesar de lo que se
ha publicado sobre la represión desatada por la tiranía batistiana
contra todo brote de descontento u oposición, existe un amplio espacio
no investigado desde Cuba, y muchos de los libros y artículos publicados
en el exterior, requieren con la mayor urgencia, de su adecuada
refutación, precisión o puntualización.
Como ocurre con tanta frecuencia durante los alzamientos políticos
violentos, cada lado estira los hechos para hacer sus argumentos más
convincentes. La mentira y la desinformación pueden ser armas poderosas
en una lucha política.
El 10 de marzo de 1952 el pueblo de Cuba comenzaría a vivir una de
las etapas más difíciles de la República neocolonial, extendida a casi
siete años de lucha y enfrentamiento a la más sanguinaria y cruel
tiranía sufrida por el país, una de las más repulsiva y bárbara de la
historia americana.
El general Fulgencio Batista Zaldívar, con su desmedida ambición de
poder y disposición plena y servil a los intereses de la Casa Blanca
regresaba para establecer un férreo y tiránico régimen. Desde el año
1933 hizo de las Fuerzas Armadas una prioridad principal, siempre en
cada propuesta aparece la consolidación de su poder dentro de la
institución militar, una forma de adoquinar su perpetuidad.
Para aplicar esta política creó, perfeccionó y reorganizó un
aparato represivo en función de aplastar toda oposición posible, una de
las fuerzas más corruptas y criminales que haya conocido la República.
Se articularon dentro del Ejército, la Policía y la Marina: el Servicio
de Inteligencia Militar, el Buró de Investigaciones, el Buró Represivo
de Actividades Comunistas, el Comité Investigador de Actividades
Comunistas, la Policía Secreta, la Policía Judicial, el Servicio de
Inteligencia Naval, el Departamento de Investigaciones de la Policía
Nacional, entre otros. Así como, grupos paramilitares, por ejemplo
los Tigres de Masferrer.
El ejército representaba el principal instrumento coercitivo en
campos y ciudades, pero no es mi intención en este espacio referirme
directamente a esta fuerza sino a algunos de sus servicios.
Servicio de Inteligencia Militar. SIM
El SIM fue creado por el Decreto Ley No 671, del 13 de noviembre
de 1934, su sede principal estaba en Columbia y se encontraba
subordinado directamente al Cuartel General del Ejército y tendría como
función especial la de informar confidencialmente al referido organismo
de todos aquellos servicios estrechamente relacionados con la Seguridad
del Estado y de las Instituciones públicas, cuya defensa y protección
estaban encomendadas al Ejército.
Tenía un carácter secreto o confidencial, y sus miembros actuaban
de acuerdo con las órdenes e instrucciones que recibían por conducto del
Cuartel General del Ejército y posteriormente por el Estado Mayor del
Ejército.
En sus inicios perseguía mantener la vigilancia interna en el
ejército, más tarde extendería su trabajo a la vida civil. Contó con la
asesoría yanqui oficialmente a partir del año 1951, lo cual determinó
cierto avance y desarrollo. El 13 de Mayo de 1952, por la orden Militar
N° 91, se hallaban prestando servicios en el Ejército. Sus miembros
civiles y militares actuaban a los efectos legales como “policías
judiciales” y mantenían constantemente informado al Presidente de la
República sobre la situación en las Fuerzas Armadas y en el país. En
todas las provincias se crearon dependencias que respondían al organismo
central, el Servicio de Inteligencia Regimental.
Fue una de las prestaciones más utilizadas por el gobierno para la
represión. Sus miembros eran seleccionados y gozaban de la confianza de
Batista, al extremo de que su guardia personal, por plantilla eran
miembros del citado cuerpo. Este colocó allí a su gente de confianza y
recompensó a quienes lo habían ayudado a llegar a Columbia en 1952.
Buró Represivo de Actividades Comunistas. BRAC
Luego de los sucesos ocurridos el 26 de julio de 1953 en las
ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo y en el contexto de la convulsa
situación nacional que vivía el país, el 27 de noviembre de 1953 fue
dictado el decreto No. 1170, el cual establecía ilegal al Partido
Socialista y anunciaba la creación del Buró Represivo de Actividades
Comunistas (BRAC). Pero no aparece oficialmente en algunos documentos
emitidos por el Estado Mayor del Ejército y otras fuentes hasta el 3 de
mayo de 1955.
Los antecedentes de este servicio hay que buscarlo en el año 1942
-el 21 de Marzo, en plena guerra mundial-, cuando se creó el Servicio de
Investigación de las Actividades Enemigas, que fue organizado
para cooperar en la defensa continental y para prevenir actividades
contrarias a los regímenes democráticos por nacionales o extranjeros.
Este órgano represivo y de inteligencia fue ubicado dentro del
Ministerio de Gobernación, con carácter permanente, asesorado por dicho
ministerio en las labores oficiales de investigación y represión del
comunismo internacional.
Se especializó en formas, métodos y procedimientos sutiles y
mezquinos que introdujeron en las instituciones o dependencias del
estado, en las provincias o municipios; en organismos autónomos, en las
corporaciones económicas o instituciones de créditos públicos y
privados, organizaciones obreras y empresas cuyas actividades por su
importancia, trascendían al interés público, tales como radio,
televisión, publicaciones y propaganda.
Los miembros de este servicio tenían la facultad de proponer a los
funcionarios las medidas a adoptar como resultado de las investigaciones
practicadas. Una de las direcciones del trabajo estuvo dirigida a que
las autoridades civiles, los cuerpos de seguridad y fuerzas armadas, en
general estaban obligados a poner en conocimiento del BRAC todo hecho,
actuación o antecedentes del cual tuvieran noticias en relación con
actividades comunistas.
En todas las provincias se crearon agencias del BRAC que a la vez
tenían agentes en los distintos regimientos de la Guardia Rural, con la
finalidad de trasmitir toda la información al Órgano Central.
En el trabajo desplegado establecieron niveles de prioridad dentro
de la oposición: primero los comunistas, contra quienes dictaron miles
de investigaciones e hicieron recaer la responsabilidad de cualquier
movimiento huelguístico o manifestación de protesta; en segundo lugar
los auténticos, ya fueran insurreccionalistas o abstencionistas y por
último, los ortodoxos.
Un lugar fundamental, y muy cercano al de los comunistas ocupaban
estudiantes y moncadistas, en lo referente a la prioridad contra estos
últimos y con más saña luego de la amnistía, desataron una feroz
persecución y trataron de involucrarlos con o sin elementos, en toda
actividad oposicionistas, constituyendo en resumen, el objetivo
prioridad de las fuerzas represivas y los servicios de inteligencia.
Son realmente impresionantes los datos encontrados en los archivos
del BRAC y del SIM relacionados con estas organizaciones, de quienes
aparecen inventarios por provincias, municipios, barrios y en ocasiones
hasta de las cuadras donde residían y de sus actividades laborales,
relaciones, características de la familia y planes de trabajo a cumplir
por orientación de la máxima dirección del partido. El BRAC con ayuda
del BI llegó a confeccionar una ficha de cada militante y procesó,
estudió y divulgó, en el mayor secreto, entre todos los mandos
militares, sus documentos y directivas.
Conocían cuando se reunía el Comité Nacional y las
organizaciones provinciales, que trataban y lo que se proponían
realizar, así como informaciones referidas a la actividad del partido
con los trabajadores no afiliados, la CTC oficialista y hasta en que
lugares promovían paros, protestas o huelgas.
De esta sistemática y constante actividad del BRAC, frecuentemente
realizaban detenciones, decretaban el estado de alerta para las fuerzas
del orden público y de la Guardia Rural y seleccionaban soldados con
algún conocimiento en actividades relacionadas con los ferrocarriles y
el transporte urbano para utilizarlos como rompehuelgas.
Infiltró a sus delatores e informantes entre las filas del
estudiantado y en cuanta organización existía, trató de sobornar a sus
dirigentes sobre todo a los de la Universidad de La Habana, quienes
recibieron constantes allanamientos, detenciones y torturas.
De estos años de tiranía batistiana bastaba que una persona tuviera
relaciones de amistad o familiares con cualquier individuo que militara
o simpatizara con organizaciones, partidos o movimientos opositores
para que fuera investigada, detenida y hasta torturada; además de ser
fichada para el resto de su vida.
En los casos que pudo, encarceló, torturó y asesinó valiéndose de
la Policía Nacional y del SIM, entre cuyos cuerpos desarrolló un gran
intercambio de información.
Entre los Vicepresidentes del BRAC Martín Díaz Tamayo, Aquilino
Guerra González y Leopoldo Pérez Coujil, se consolidó una maldad
insostenible; se desató una de las más despiadadas represiones contra el
pueblo cubano, ejercida a través de algunos agentes como los coroneles
Lutgardo Martín Peréz, Conrrado Carratalá y el general Rafael Salas
Cañizares.
Uno de los hombres más siniestros del BRAC fue el Jefe de
Operaciones Castaño, a quien se le radicó causa por asesinato, maltrato,
torturas, violación y robo, y fue condenado a muerte en la Causa No. 75
en el año 1959. Declaró cínicamente en el juicio: “Yo no servía al régimen del dictador Batista, sólo perseguía la infiltración soviética en mi país.”
Para la preparación de los miembros del BRAC, el gobierno recibió
apoyo de EE.UU. El Director de la CIA, Allan Dulles, envió al máximo
jefe militar una carta con fecha 15 de julio de 1955, en la que
expresaba su complacencia por la creación de dicha organización y la
autorización para que la CIA prestara asistencia en el adiestramiento de
algunos oficiales.
La creación por el Gobierno cubano del “Buró de Represión de
Actividades Comunistas” es un gran paso adelante en la causa de la
Libertad. Me siento honrado que su gobierno haya acordado el permitir a
esta Agencia, la asistencia en el adiestramiento de algunos de los
oficiales de esta importante organización.
Tengo entendido que el general Martín Díaz Tamayo dirigirá las
actividades del BRAC y será responsable de su organización. En este caso
me gustaría sugerir que pudiera ser conveniente al General Díaz Tamayo
venir a Washington en un futuro cercano, de tal manera, que nosotros
pudiéramos discutir con él algunas de las técnicas usadas para combatir
las actividades del Comunismo Internacional. Estoy seguro que sería útil
intercambiar opiniones con el General Díaz Tamayo, como un adelanto al
grupo de sus subordinados, que vendrán aquí para entrenarse. El material
que ofreceremos al General puede ser una considerable ayuda en su tarea
de organizar el BRAC, y para indicarle el tipo de oficial que el debe
seleccionar para el entrenamiento.
…yo le sugeriré, si le es aceptable a Ud. y a su gobierno, que extienda
una invitación en mi nombre, al General Díaz Tamayo para venir a
Washington por aproximadamente dos semanas, preferiblemente comenzando
el lro.de agosto.
El Buró de Investigaciones. BI
Los miembros del Buró de Investigaciones trabajaban directamente
con el SIM y con el BRAC, algunos de sus agentes resultaron ser uno de
los principales emisarios del vejamen y la represión en la década del
50.
Según testimonios de Mario Enriquez Laverde, miembro del PSP
infiltrado en el buro de investigaciones, que aparecen en el Libro Un topo Rojo en el Buró de Investigaciones de Luis Adrián Betancourt, La Habana, 2006:
“en esta fuerza había de todo, militares de vergüenza, profesionales
decentes, cuidadosos de ciertos principios, personas que se ganaban la
vida como policías, abusadores y corruptos, capaces de cometer los
crímenes mas monstruosos”
En el Buró funcionaban varios departamentos, el Confidencial Uno,
el Confidencial 3 que se dedicaba a intervenir los teléfonos de aquellas
personas consideradas sospechosas; Homicidios, un grupo dedicado a los
tribunales correccionales; Departamento de extranjería; los narcóticos;
Drogas; Robos y juegos.
El Departamento Confidencial Uno, estuvo dirigido en diferentes
etapas por: Juan Castellanos, Mariano Faget y el Comandante Ricardo
Medina Barrios, respectivamente. La importancia del mismo determinaba
que el jefe de este era a su vez la segunda figura en el cuerpo. En
varios documentos emitidos desde el Buró de investigaciones aparecen
órdenes como la siguiente: “Qué hagan el interrogatorio, fuerte, duro y sin contemplaciones.”
En los locales del Buró de investigaciones se encontraron los
primeros equipos electrónicos para torturas, que fueron aplicados a los
revolucionarios, y que alcanzarían gran uso y desarrollo en los países
latinoamericanos, después del triunfo revolucionario en 1959.
Dentro de las fuerzas represivas ocupó un lugar importante el "Grupo Especial Represivo", dirigido por Esteban Ventura Novo.
Ventura Novo no integró el grupo conspirativo dentro de la policía
que dirigía el teniente de la motorizada Rafael Salas Cañizares. Sin
embargo, desde su cargo en la Segunda Estación apoyó el golpe castrense y
preparó ambiciosos planes, pues la naturaleza de los golpistas y sus
instintos criminales tenían bastante en común.
El Jefe de la Policía creó un "Grupo Especial Represivo", que tenía
como sede la Segunda Estación de la Policía, y sitúa como jefe al
pinareño Ventura Novo. El 12 Julio de 1956 es ascendido a capitán y en
enero de 1957 lo designan jefe de la 5 estación. En septiembre de 1957
lo elevan al grado de comandante, y el 30 del propio mes lo nombran jefe
del III Distrito policiaco, que comprendía las estaciones 8, 9, Y 10.
La décima estación de la policía se convirtió en laboratorio del crimen y
representaba la unidad básica de la represión contra la población en
general.
La carrera meteórica de Ventura, lo llevó a jefe de un distrito
militar donde detuvo, torturó, asesinó y robó cuanto quiso y pudo;
escogió y se rodeó para esta tarea de elementos sin escrúpulos que
reclutó de la Segunda Estación y de otras unidades; utilizó también con
habilidad, a varios traidores del movimiento revolucionario.
Según Laverde: “Ventura, recurrió al crimen, la trampa y el
abuso y ese fue el principio de su conocida carrera criminal y de sus
persecuciones despiadadas contra revolucionarios en toda La Habana y el
país, cuando se percató que esa era la mejor vía para ganar méritos ante
Batista, se volvió implacable.”
Algo similar ocurrió con el Servicio de Inteligencia Naval, que
tenía sus oficinas dentro del Estado Mayor de la Marina de Guerra, su
jefe Julio Stelio Laurent, una excepción en la Marina, Laurent fue el
responsable de torturar y asesinar a muchos implicados en el
Levantamiento del 5 de septiembre de 1957 y cooperó con Ventura para
desaparecer a un número indeterminado de revolucionarios.
Antes de concluir quisiera hacer referencia a un aspecto muy
sensible, me refiero a los cubanos caídos durante la tiranía batistiana.
La historiografía ha tocado este aspecto con alguna regularidad, sin
embargo desde hace unos años, se insiste marcadamente en dar cifras
sobre los caídos durante esta nefasta etapa para la historia de Cuba,
sin el respaldo documental requerido y necesario. En general el
lenguaje y el tono parecen asépticos, donde no se toma posición de
condena frente a tan cruel represión y tiene como objetivo dar una
imagen edulcorada de Fulgencio Batista Zaldivar. Por solo mencionar dos
ejemplos tenemos los artículos de Armando M. Lago “El fraude de los 20 mil muertos de Batista” y de Rafael Rojas “La cuenta de los muertos”.
Sobre el artículo “La cuenta de los muertos”: el autor
infiere que como parte de un abarcador estudio “Registro de la Memoria
Cubana” se encontraba realizando un censo de las muertes ocurridas en
Cuba por motivos políticos y militares durante el proceso revolucionario
cubano. En este caso haremos referencia específicamente a lo que llama
etapa insurreccional comenzada el 10 de marzo de 1952, día del golpe de
Estado dirigido por Batista y finalizada el 31 de diciembre de 1958.
La muestra más que un censo, es un listado de caídos o muertos,
dentro y fuera de Cuba, a partir de fuentes historiográficas de
diferente procedencia y clasificación, obviando la consulta de fuentes
documentales, y estudios de campo. En varias ocasiones el autor cita
que son los caídos en Cuba, pero dentro de las cifras aparecen
desertores guerrilleros ejecutados en México por fuerzas guerrilleras o
anti- batistianas.
Independiente mente que el autor señala que incorporó todas las
fuentes que se conocen, y que no por eso es totalmente exhaustiva,
realmente hay un número considerable de muertes no reportadas que no
aparecen en el “censo”, fundamentalmente las ocasionadas dentro de la
población civil y en la lucha clandestina. Es muy prematuro en este tipo
de estudios hacer conclusiones sin realizar un estudio de campo,
consultar los certificados de Defunción, los partes de guerra, registros
de enterramientos, radiogramas oficiales, partes de la sección de
operaciones, registro general de defunciones ubicado en el cuartel Cabo
Parrado, certificados del registro civil, etc.
Con relación al llamado “Fraude de Bohemia”: “Más de veinte mil muertos arroja el trágico balance del régimen de Batista” opino
que más que un fraude en cifras, se quería dar la imagen de un pueblo
vilmente torturado. Ese es el perfil de las cifras que aparecen en el
texto, pues no solamente encontramos ejemplos de asesinatos, sino
también ejemplos de muertos entre el Ejército, la Policía y la Marina,
heridos por petardo, de bala, agresiones, golpes, maltratos y
secuestros, personas brutalmente golpeadas, maltratos a reclusos,
torturas, explosiones, disturbios, explosiones de granadas,
desaparecidos. Muertos accidentalmente y otros que se desconoce la causa
del deceso.
Es conocido y divulgado por la historiografía que las fuerzas
represivas de la tiranía para sostener el poder ordenaron varios
crímenes como los ocurridos en el Moncada, Goicuría, Desembarco del
Granma, Corintya, Pascuas Sangrientas, Humbolt 7, 30 de noviembre, 13 de
marzo, Embajada de Haití, huelga del 9 de abril, 5 de septiembre,
masacre de Cabaña, Pino 3 y otros. Muchos datos escapan de la certeza
histórica, pero nunca dejara de ser una lista tenebrosa de todas y cada
una de sus victimas. La represión en la Isla alcanzaba una intensidad
insólita donde soldados, marinos, policías, agentes de varios servicios
especiales, y centenares de colaboradores secretos (Chivatos) vigilaban,
acechaban y patrullan cada una de nuestras ciudades.
Los registros, detenciones, torturas y asesinatos se convirtieron en sucesos cotidianos.
A la hora de la llamada responsabilidad creo que es imprescindible
mantener la triada Ejército, Policía y Marina y se deben incluir algunos
grupos e individuos que operaron como fuerzas paramilitares. Como el
autor confirma en sus conclusiones, realmente la desproporción de
asesinatos por parte de ejército con relación a la guerrilla lo hace
responsable de un mayor número de victimas. Esta desproporción es válida
también para los caídos en combate.
El artículo de Bohemia pudo haber tenido su intención, se
multiplicaron los caídos, pero más que una cifra es la caracterización
de una etapa por donde corrieron torrentes de sangre que provocaron días
de luto, tanto en el pueblo como en los propios militares.
Desde el 10 de marzo algunos miembros de las fuerzas armadas y
fuerzas para militares tomaron el asunto de la llamada disciplina de
masas en sus manos. Los cuerpos acribillados a balazos de oponentes
políticos comenzaron a aparecer en lotes de terreno desiertos en y los
alrededores de La Habana. Era claramente un mensaje de terror dirigido a
los oponentes del gobierno. Esta especie de profanación se convirtió en
una marca del régimen de Batista bajo extrema presión, y la táctica
fue empleada hasta el fin de batistato, cuando el movimiento
revolucionario contra el gobierno de Batista ganó ímpetu. Batista no
pudo estar vinculado directamente a la muerte de todos los oponentes
políticos; sin embargo, la marca, bajo su dirección, es inequívoca.
En enero de 1959 los torturadores y asesinos que engendró la
tiranía batistiana encontraron su fin. El pueblo de Cuba nunca
olvidará a aquellos que izaron la bandera de la lucha revolucionaria, a
los que se inmolaron por el ideal independentista, y por siempre odiará a
esa mafia vestida de amarillo, blanco y azul.
Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.
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