Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

sábado, 29 de agosto de 2015

Accionar de las fuerzas represivas de Batista ante la lucha revolucionaria (1952 – 1958)

 Marilú Uralde Cancio

Una nota aleccionadora sobre la actividad de las fuerzas represivas en la década del 50 es muy necesaria en estos momentos. A pesar de lo que se ha publicado sobre la represión desatada por la tiranía batistiana contra todo brote de descontento u oposición, existe un amplio espacio no investigado desde Cuba, y muchos de los libros y artículos publicados en el exterior, requieren con la mayor urgencia, de su adecuada refutación, precisión o puntualización.
Como ocurre con tanta frecuencia durante los alzamientos políticos violentos, cada lado estira los hechos para hacer sus argumentos más convincentes. La mentira y la desinformación pueden ser armas poderosas en una lucha política.
El 10 de marzo de 1952 el pueblo de Cuba comenzaría a vivir una de las etapas más difíciles de la República neocolonial, extendida a casi siete años de lucha y enfrentamiento a la más sanguinaria y cruel tiranía sufrida por el país, una de las más repulsiva y bárbara de la historia americana.
El general Fulgencio Batista Zaldívar, con su desmedida ambición de poder y disposición plena y servil a los intereses de la Casa Blanca regresaba para establecer un férreo y tiránico régimen. Desde el año 1933 hizo de las Fuerzas Armadas una prioridad principal, siempre en cada propuesta aparece la consolidación de su poder dentro de la institución militar, una forma de adoquinar su perpetuidad.
Para aplicar esta política creó, perfeccionó y reorganizó un aparato represivo en función de aplastar toda oposición posible, una de las fuerzas más corruptas y criminales que haya conocido la República. Se articularon dentro del Ejército, la Policía y la Marina: el Servicio de Inteligencia Militar, el Buró de Investigaciones, el Buró Represivo de Actividades Comunistas, el Comité Investigador de Actividades Comunistas, la Policía Secreta, la Policía Judicial, el Servicio de Inteligencia Naval, el Departamento de Investigaciones de la Policía Nacional, entre otros. Así como, grupos paramilitares, por ejemplo los Tigres de Masferrer.
El ejército representaba el principal instrumento coercitivo en campos y ciudades, pero no es mi intención en este espacio referirme directamente a esta fuerza sino a algunos de sus servicios.
Servicio de Inteligencia Militar. SIM
El SIM fue creado por el Decreto Ley No 671, del 13 de noviembre de 1934, su sede principal estaba en Columbia y se encontraba subordinado directamente al Cuartel General del Ejército y tendría como función especial la de informar confidencialmente al referido organismo de todos aquellos servicios estrechamente relacionados con la Seguridad del Estado y de las Instituciones públicas, cuya defensa y protección estaban encomendadas al Ejército.
Tenía un carácter secreto o confidencial, y sus miembros actuaban de acuerdo con las órdenes e instrucciones que recibían por conducto del Cuartel General del Ejército y posteriormente por el Estado Mayor del Ejército.
En sus inicios perseguía mantener la vigilancia interna en el ejército, más tarde extendería su trabajo a la vida civil. Contó con la asesoría yanqui oficialmente a partir del año 1951, lo cual determinó cierto avance y desarrollo. El 13 de Mayo de 1952, por la orden Militar
N° 91, se hallaban prestando servicios en el Ejército. Sus miembros civiles y militares actuaban a los efectos legales como “policías judiciales” y mantenían constantemente informado al Presidente de la República sobre la situación en las Fuerzas Armadas y en el país. En todas las provincias se crearon dependencias que respondían al organismo central, el Servicio de Inteligencia Regimental.
Fue una de las prestaciones más utilizadas por el gobierno para la represión. Sus miembros eran seleccionados y gozaban de la confianza de Batista, al extremo de que su guardia personal, por plantilla eran miembros del citado cuerpo. Este colocó allí a su gente de confianza y recompensó a quienes lo habían ayudado a llegar a Columbia en 1952.
Buró Represivo de Actividades Comunistas. BRAC
Luego de los sucesos ocurridos el 26 de julio de 1953 en las ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo y en el contexto de la convulsa situación nacional que vivía el país, el 27 de noviembre de 1953 fue dictado el decreto No. 1170, el cual establecía ilegal al Partido Socialista y anunciaba la creación del Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC). Pero no aparece oficialmente en algunos documentos emitidos por el Estado Mayor del Ejército y otras fuentes hasta el 3 de mayo de 1955.
Los antecedentes de este servicio hay que buscarlo en el año 1942 -el 21 de Marzo, en plena guerra mundial-, cuando se creó el Servicio de Investigación de las Actividades Enemigas, que fue organizado para cooperar en la defensa continental y para prevenir actividades contrarias a los regímenes democráticos por nacionales o extranjeros.
Este órgano represivo y de inteligencia fue ubicado dentro del Ministerio de Gobernación, con carácter permanente, asesorado por dicho ministerio en las labores oficiales de investigación y represión del comunismo internacional.
Se especializó en formas, métodos y procedimientos sutiles y mezquinos que introdujeron en las instituciones o dependencias del estado, en las provincias o municipios; en organismos autónomos, en las corporaciones económicas o instituciones de créditos públicos y privados, organizaciones obreras y empresas cuyas actividades por su importancia, trascendían al interés público, tales como radio, televisión, publicaciones y propaganda.
Los miembros de este servicio tenían la facultad de proponer a los funcionarios las medidas a adoptar como resultado de las investigaciones practicadas. Una de las direcciones del trabajo estuvo dirigida a que las autoridades civiles, los cuerpos de seguridad y fuerzas armadas, en general estaban obligados a poner en conocimiento del BRAC todo hecho, actuación o antecedentes del cual tuvieran noticias en relación con actividades comunistas.
En todas las provincias se crearon agencias del BRAC que a la vez tenían agentes en los distintos regimientos de la Guardia Rural, con la finalidad de trasmitir toda la información al Órgano Central.
En el trabajo desplegado establecieron niveles de prioridad dentro de la oposición: primero los comunistas, contra quienes dictaron miles de investigaciones e hicieron recaer la responsabilidad de cualquier movimiento huelguístico o manifestación de protesta; en segundo lugar los auténticos, ya fueran insurreccionalistas o abstencionistas y por último, los ortodoxos.
Un lugar fundamental, y muy cercano al de los comunistas ocupaban estudiantes y moncadistas, en lo referente a la prioridad contra estos últimos y con más saña luego de la amnistía, desataron una feroz persecución y trataron de involucrarlos con o sin elementos, en toda actividad oposicionistas, constituyendo en resumen, el objetivo prioridad de las fuerzas represivas y los servicios de inteligencia.
Son realmente impresionantes los datos encontrados en los archivos del BRAC y del SIM relacionados con estas organizaciones, de quienes aparecen inventarios por provincias, municipios, barrios y en ocasiones hasta de las cuadras donde residían y de sus actividades laborales, relaciones, características de la familia y planes de trabajo a cumplir por orientación de la máxima dirección del partido. El BRAC con ayuda del BI llegó a confeccionar una ficha de cada militante y procesó, estudió y divulgó, en el mayor secreto, entre todos los mandos militares, sus documentos y directivas.
Conocían cuando se reunía el Comité Nacional y las organizaciones provinciales, que trataban y lo que se proponían realizar, así como informaciones referidas a la actividad del partido con los trabajadores no afiliados, la CTC oficialista y hasta en que lugares promovían paros, protestas o huelgas.
De esta sistemática y constante actividad del BRAC, frecuentemente realizaban detenciones, decretaban el estado de alerta para las fuerzas del orden público y de la Guardia Rural y seleccionaban soldados con algún conocimiento en actividades relacionadas con los ferrocarriles y el transporte urbano para utilizarlos como rompehuelgas.
Infiltró a sus delatores e informantes entre las filas del estudiantado y en cuanta organización existía, trató de sobornar a sus dirigentes sobre todo a los de la Universidad de La Habana, quienes recibieron constantes allanamientos, detenciones y torturas.
De estos años de tiranía batistiana bastaba que una persona tuviera relaciones de amistad o familiares con cualquier individuo que militara o simpatizara con organizaciones, partidos o movimientos opositores para que fuera investigada, detenida y hasta torturada; además de ser fichada para el resto de su vida.
En los casos que pudo, encarceló, torturó y asesinó valiéndose de la Policía Nacional y del SIM, entre cuyos cuerpos desarrolló un gran intercambio de información.
Entre los Vicepresidentes del BRAC Martín Díaz Tamayo, Aquilino Guerra González y Leopoldo Pérez Coujil, se consolidó una maldad insostenible; se desató una de las más despiadadas represiones contra el pueblo cubano, ejercida a través de algunos agentes como los coroneles Lutgardo Martín Peréz, Conrrado Carratalá y el general Rafael Salas Cañizares.
Uno de los hombres más siniestros del BRAC fue el Jefe de Operaciones Castaño, a quien se le radicó causa por asesinato, maltrato, torturas, violación y robo, y fue condenado a muerte en la Causa No. 75 en el año 1959. Declaró cínicamente en el juicio: “Yo no servía al régimen del dictador Batista, sólo perseguía la infiltración soviética en mi país.”
Para la preparación de los miembros del BRAC, el gobierno recibió apoyo de EE.UU. El Director de la CIA, Allan Dulles, envió al máximo jefe militar una carta con fecha 15 de julio de 1955, en la que expresaba su complacencia por la creación de dicha organización y la autorización para que la CIA prestara asistencia en el adiestramiento de algunos oficiales.
La creación por el Gobierno cubano del “Buró de Represión de Actividades Comunistas” es un gran paso adelante en la causa de la Libertad. Me siento honrado que su gobierno haya acordado el permitir a esta Agencia, la asistencia en el adiestramiento de algunos de los oficiales de esta importante organización.
Tengo entendido que el general Martín Díaz Tamayo dirigirá las actividades del BRAC y será responsable de su organización. En este caso me gustaría sugerir que pudiera ser conveniente al General Díaz Tamayo venir a Washington en un futuro cercano, de tal manera, que nosotros pudiéramos discutir con él algunas de las técnicas usadas para combatir las actividades del Comunismo Internacional. Estoy seguro que sería útil intercambiar opiniones con el General Díaz Tamayo, como un adelanto al grupo de sus subordinados, que vendrán aquí para entrenarse. El material que ofreceremos al General puede ser una considerable ayuda en su tarea de organizar el BRAC, y para indicarle el tipo de oficial que el debe seleccionar para el entrenamiento.
…yo le sugeriré, si le es aceptable a Ud. y a su gobierno, que extienda una invitación en mi nombre, al General Díaz Tamayo para venir a Washington por aproximadamente dos semanas, preferiblemente comenzando el lro.de agosto.

El Buró de Investigaciones. BI
Los miembros del Buró de Investigaciones trabajaban directamente con el SIM y con el BRAC, algunos de sus agentes resultaron ser uno de los principales emisarios del vejamen y la represión en la década del 50.
Según testimonios de Mario Enriquez Laverde, miembro del PSP infiltrado en el buro de investigaciones, que aparecen en el Libro Un topo Rojo en el Buró de Investigaciones de Luis Adrián Betancourt, La Habana, 2006: “en esta fuerza había de todo, militares de vergüenza, profesionales decentes, cuidadosos de ciertos principios, personas que se ganaban la vida como policías, abusadores y corruptos, capaces de cometer los crímenes mas monstruosos”
En el Buró funcionaban varios departamentos, el Confidencial Uno, el Confidencial 3 que se dedicaba a intervenir los teléfonos de aquellas personas consideradas sospechosas; Homicidios, un grupo dedicado a los tribunales correccionales; Departamento de extranjería; los narcóticos; Drogas; Robos y juegos.
El Departamento Confidencial Uno, estuvo dirigido en diferentes etapas por: Juan Castellanos, Mariano Faget y el Comandante Ricardo Medina Barrios, respectivamente. La importancia del mismo determinaba que el jefe de este era a su vez la segunda figura en el cuerpo. En varios documentos emitidos desde el Buró de investigaciones aparecen órdenes como la siguiente: “Qué hagan el interrogatorio, fuerte, duro y sin contemplaciones.”
En los locales del Buró de investigaciones se encontraron los primeros equipos electrónicos para torturas, que fueron aplicados a los revolucionarios, y que alcanzarían gran uso y desarrollo en los países latinoamericanos, después del triunfo revolucionario en 1959.
Dentro de las fuerzas represivas ocupó un lugar importante el "Grupo Especial Represivo", dirigido por Esteban Ventura Novo.
Ventura Novo no integró el grupo conspirativo dentro de la policía que dirigía el teniente de la motorizada Rafael Salas Cañizares. Sin embargo, desde su cargo en la Segunda Estación apoyó el golpe castrense y preparó ambiciosos planes, pues la naturaleza de los golpistas y sus instintos criminales tenían bastante en común.
El Jefe de la Policía creó un "Grupo Especial Represivo", que tenía como sede la Segunda Estación de la Policía, y sitúa como jefe al pinareño Ventura Novo. El 12 Julio de 1956 es ascendido a capitán y en enero de 1957 lo designan jefe de la 5 estación. En septiembre de 1957 lo elevan al grado de comandante, y el 30 del propio mes lo nombran jefe del III Distrito policiaco, que comprendía las estaciones 8, 9, Y 10. La décima estación de la policía se convirtió en laboratorio del crimen y representaba la unidad básica de la represión contra la población en general.
La carrera meteórica de Ventura, lo llevó a jefe de un distrito militar donde detuvo, torturó, asesinó y robó cuanto quiso y pudo; escogió y se rodeó para esta tarea de elementos sin escrúpulos que reclutó de la Segunda Estación y de otras unidades; utilizó también con habilidad, a varios traidores del movimiento revolucionario.
Según Laverde: “Ventura, recurrió al crimen, la trampa y el abuso y ese fue el principio de su conocida carrera criminal y de sus persecuciones despiadadas contra revolucionarios en toda La Habana y el país, cuando se percató que esa era la mejor vía para ganar méritos ante Batista, se volvió implacable.”
Algo similar ocurrió con el Servicio de Inteligencia Naval, que tenía sus oficinas dentro del Estado Mayor de la Marina de Guerra, su jefe Julio Stelio Laurent, una excepción en la Marina, Laurent fue el responsable de torturar y asesinar a muchos implicados en el Levantamiento del 5 de septiembre de 1957 y cooperó con Ventura para desaparecer a un número indeterminado de revolucionarios.
Antes de concluir quisiera hacer referencia a un aspecto muy sensible, me refiero a los cubanos caídos durante la tiranía batistiana. La historiografía ha tocado este aspecto con alguna regularidad, sin embargo desde hace unos años, se insiste marcadamente en dar cifras sobre los caídos durante esta nefasta etapa para la historia de Cuba, sin el respaldo documental requerido y necesario. En general el lenguaje y el tono parecen asépticos, donde no se toma posición de condena frente a tan cruel represión y tiene como objetivo dar una imagen edulcorada de Fulgencio Batista Zaldivar. Por solo mencionar dos ejemplos tenemos los artículos de Armando M. Lago “El fraude de los 20 mil muertos de Batista” y de Rafael Rojas “La cuenta de los muertos”.
Sobre el artículo “La cuenta de los muertos”: el autor infiere que como parte de un abarcador estudio “Registro de la Memoria Cubana” se encontraba realizando un censo de las muertes ocurridas en Cuba por motivos políticos y militares durante el proceso revolucionario cubano. En este caso haremos referencia específicamente a lo que llama etapa insurreccional comenzada el 10 de marzo de 1952, día del golpe de Estado dirigido por Batista y finalizada el 31 de diciembre de 1958.
La muestra más que un censo, es un listado de caídos o muertos, dentro y fuera de Cuba, a partir de fuentes historiográficas de diferente procedencia y clasificación, obviando la consulta de fuentes documentales, y estudios de campo. En varias ocasiones el autor cita que son los caídos en Cuba, pero dentro de las cifras aparecen desertores guerrilleros ejecutados en México por fuerzas guerrilleras o anti- batistianas.
Independiente mente que el autor señala que incorporó todas las fuentes que se conocen, y que no por eso es totalmente exhaustiva, realmente hay un número considerable de muertes no reportadas que no aparecen en el “censo”, fundamentalmente las ocasionadas dentro de la población civil y en la lucha clandestina. Es muy prematuro en este tipo de estudios hacer conclusiones sin realizar un estudio de campo, consultar los certificados de Defunción, los partes de guerra, registros de enterramientos, radiogramas oficiales, partes de la sección de operaciones, registro general de defunciones ubicado en el cuartel Cabo Parrado, certificados del registro civil, etc.
Con relación al llamado “Fraude de Bohemia”: “Más de veinte mil muertos arroja el trágico balance del régimen de Batista” opino que más que un fraude en cifras, se quería dar la imagen de un pueblo vilmente torturado. Ese es el perfil de las cifras que aparecen en el texto, pues no solamente encontramos ejemplos de asesinatos, sino también ejemplos de muertos entre el Ejército, la Policía y la Marina, heridos por petardo, de bala, agresiones, golpes, maltratos y secuestros, personas brutalmente golpeadas, maltratos a reclusos, torturas, explosiones, disturbios, explosiones de granadas, desaparecidos. Muertos accidentalmente y otros que se desconoce la causa del deceso.
Es conocido y divulgado por la historiografía que las fuerzas represivas de la tiranía para sostener el poder ordenaron varios crímenes como los ocurridos en el Moncada, Goicuría, Desembarco del Granma, Corintya, Pascuas Sangrientas, Humbolt 7, 30 de noviembre, 13 de marzo, Embajada de Haití, huelga del 9 de abril, 5 de septiembre, masacre de Cabaña, Pino 3 y otros. Muchos datos escapan de la certeza histórica, pero nunca dejara de ser una lista tenebrosa de todas y cada una de sus victimas. La represión en la Isla alcanzaba una intensidad insólita donde soldados, marinos, policías, agentes de varios servicios especiales, y centenares de colaboradores secretos (Chivatos) vigilaban, acechaban y patrullan cada una de nuestras ciudades.
Los registros, detenciones, torturas y asesinatos se convirtieron en sucesos cotidianos.
A la hora de la llamada responsabilidad creo que es imprescindible mantener la triada Ejército, Policía y Marina y se deben incluir algunos grupos e individuos que operaron como fuerzas paramilitares. Como el autor confirma en sus conclusiones, realmente la desproporción de asesinatos por parte de ejército con relación a la guerrilla lo hace responsable de un mayor número de victimas. Esta desproporción es válida también para los caídos en combate.
El artículo de Bohemia pudo haber tenido su intención, se multiplicaron los caídos, pero más que una cifra es la caracterización de una etapa por donde corrieron torrentes de sangre que provocaron días de luto, tanto en el pueblo como en los propios militares.
Desde el 10 de marzo algunos miembros de las fuerzas armadas y fuerzas para militares tomaron el asunto de la llamada disciplina de masas en sus manos. Los cuerpos acribillados a balazos de oponentes políticos comenzaron a aparecer en lotes de terreno desiertos en y los alrededores de La Habana. Era claramente un mensaje de terror dirigido a los oponentes del gobierno. Esta especie de profanación se convirtió en una marca del régimen de Batista bajo extrema presión, y la táctica fue empleada hasta el fin de batistato, cuando el movimiento revolucionario contra el gobierno de Batista ganó ímpetu. Batista no pudo estar vinculado directamente a la muerte de todos los oponentes políticos; sin embargo, la marca, bajo su dirección, es inequívoca.
En enero de 1959 los torturadores y asesinos que engendró la tiranía batistiana encontraron su fin. El pueblo de Cuba nunca olvidará a aquellos que izaron la bandera de la lucha revolucionaria, a los que se inmolaron por el ideal independentista, y por siempre odiará a esa mafia vestida de amarillo, blanco y azul.

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