Se
requiere la creación de un entorno cada vez más democrático donde se
estimule la crítica revolucionaria, el debate franco y se escuchen las
sugerencias del pueblo para hacer realidad lo que expresara Fidel de
«cambiar todo lo que deba ser cambiado»
El proceso de restablecer las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es sin duda un hecho positivo y abre nuevos caminos que beneficiará a ambas partes, si se conducen de manera respetuosa y civilizada.
La primera de las acciones del gobierno de EE.UU., ha estado dirigida a intentar mostrar como que la virtual guerra sostenida entre Estados Unidos y Cuba ha sido responsabilidad compartida entre ambos países. Esto no es casual. Repito lo que hace poco sobre este tema dijera Silvio Rodríguez en su blogs Segunda cita: “la historia no se puede olvidar”. Y es una verdad histórica que las relaciones de EE.UU. con Cuba se rompieron hace 56 años por decisión del gobierno estadounidense. Negar que Cuba es la victima, adulterar la verdad y querer comparar las numerosas agresiones de Estados Unidos con las lógicas reacciones defensivas de Cuba es una falacia inconsistente, ridícula o una apurada ingenuidad.
Cuba jamás ha agredido al vecino del norte. Ha sido el inmenso país, el más poderoso que haya existido en la historia del mundo el que ha intentado aplastar a uno de los países más pequeños del planeta por el hecho de destruir a su Revolución. Los pecados de la Cuba violentada jamás se podrán comparar con los del agresor.
Nos enfrentamos a retos que no por conocidos dejan de ser inmensos. Uno de ellos, de vital importancia, es el próximo cambio generacional de los dirigentes históricos de la Revolución y la imperiosa necesidad de mantener por encima de todo el poder revolucionario y la unidad.
Durante años destacados políticos, académicos y observadores internacionales, al igual que numerosos pueblos del mundo han dado fe de la significativa importancia de la Cuba socialista para el futuro de la humanidad. EE.UU., como imperio y gendarme del mundo capitalista está forzado a hacer todo, y por cualquier medio para revertir a la Revolución cubana. Puesto que por su hostil política se ven aislados internacionalmente, y no han logrado sus propósitos con el bloqueo económico y financiero, sus agresiones militares, el terrorismo, la subversión, los intentos de asesinato a los dirigentes de la Revolución, se ven forzados a modificar sus métodos. Por otro lado muchas empresas estadounidenses presionan a sus autoridades para lograr que se normalicen las relaciones, ya que ven a Cuba como un apetecible y virgen mercado donde invertir.
El restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos y el proyecto declarado públicamente de sus gobernantes de abatir a la Revolución por otras vías, nos pone a las puertas de una “avisada” e incuestionable guerra en el orden de las ideas, en el campo de la cultura, en el de las comunicaciones; en esta contienda se destaca como uno de sus pilares la atracción que ejerce su American Way of Life con su alto nivel de vida a unas pocas millas de nuestras costas.
Otras rutas anunciadas por ellos son el apoyo económico y la capacitación técnica que brindarán al creciente sector privado y cooperativo, el impulso al desarrollo de las telecomunicaciones cubanas –con la participación intencionada de sus corporaciones–, a los intercambios de intelectuales y artistas, académicos y científicos, al progresivo arribo de turistas estadounidenses, a variadas formas de seducción específicamente para con la juventud y otros modos de su amplio arsenal de subversión política, en el que ocupan un lugar importante sus empresas con su habitual forma de negociar, en la que intentarán corromper a nuestros funcionarios. No habrá institución, organismo u organización, gremio, comunidad, asociación, sector o capa social que no sea posible objeto de esta labor de espionaje, incitación, penetración, con el fin de dividir y desmoralizar al pueblo.
Las banderas que ya enarbolan impúdicamente para atacarnos en el marco de “una nueva política del buen vecino” son las de provocarnos con el espejismo de un modelo político “indefendible” y el supuesto respeto a los derechos humanos, la democracia, el pluripartidismo, la libertad de expresión. Y no olvidar que aun mantienen el bloqueo y la Ley de ajuste cubano, con todas las dificultades y amenazas para Cuba que esto conlleva.
En este proceso de restablecimiento de relaciones con los Estados Unidos, la dirección cubana ha sostenido una firme e inteligente posición de principios al dejar establecido que las decisiones de carácter interno no son negociables con los Estados Unidos y ha señalado claramente los objetivos de la Revolución Cubana: supresión del Bloqueo de Estados Unidos; cese de todas las formas de agresión a Cuba; respeto a nuestra libertad, soberanía y al tipo de sistema social y político que hemos escogido; compensación por las afectaciones y el sufrimiento al que han sometido al pueblo cubano durante más de 50 años, y la devolución de la base de Guantánamo.
El VI Congreso del PCC delimitó con los Lineamientos económicos, la política económica a seguir por Cuba para lograr un socialismo económicamente próspero. Sin duda esto ha abierto nuevas y esperanzadoras perspectivas económicas para Cuba. Se trabaja en crear las condiciones para lograr en el futuro elevados crecimientos de la economía.
Pero la guerra que nos amenaza va dirigida a adueñarse, a confundir la mente de los cubanos, especialmente la de los jóvenes. Tan importante como el desarrollo económico, es la esfera del pensamiento. ¿Cuál será la estrategia revolucionaria de carácter popular para enfrentar este nuevo tipo de guerra que ya se inició por parte de ellos en la dimensión de lo subjetivo? Muchos consideran que solo una estrategia construida conjuntamente con la mayoría del pueblo, en la que este participe activamente en su ejecución, y que abarque a las instituciones del Estado, a las organizaciones de masas y sociales, garantizará el éxito. Será el enfrentamiento de las ideas y concepciones individualistas y egoístas que priman en el imperio, contra la mentalidad solidaria y el hondo sentido nacional y patriótico de los cubanos.
El próximo Congreso del PCC con seguridad someterá a debate popular la estrategia integral para enfrentar esta nueva estratagema y sus retos en el orden ideológico, político y social. Como es lógico se someterá también a discusión con el pueblo la nueva Constitución. Estos procesos de discusión popular serán oportunidades únicas para movilizar y fortalecer la conciencia revolucionaria del pueblo cuando se discuta el tipo de socialismo que queremos construir, el perfeccionamiento del Poder Popular para lograr edificar la mayor democracia posible, asentar el Estado de Derecho, y dejar despejados claramente temas claves entre otros como son, la igualdad y la justicia social, la propiedad social y la privada, la planificación y el mercado, la distribución de la riqueza, la contratación privada de fuerza de trabajo...
Así como los programas integrales con la participación del pueblo para afrontar a los dos grandes enemigos internos de la Revolución, la corrupción, que todo lo pervierte, y el burocratismo, insensible e incapaz. Todo indica que los esfuerzos realizados para enfrentarlos, no han dado los resultados esperados.
Estos dos fenómenos continúan creciendo, son criticados ampliamente por el pueblo y dañan a la Revolución. No pocos cuadros y funcionarios cometen actos de corrupción y dañan grandemente a nuestra sociedad. Abundan los funcionarios de la Administración que se caracterizan por una conducta burocrática, muestran una pasmosa pasividad e indolencia para enfrentar los problemas, no se preocupan en facilitar y elevar el nivel de vida de la población, no establecen contactos sistemáticos con sus unidades para orientar, chequear y exigir, falsean las informaciones y con su actuar ponen serias trabas al avance revolucionario. Ocurre también en algunas de las organizaciones de masas, en que sus cuadros no bajan a sus bases y son totalmente desconocidos por ellas.
Estamos inmersos en profundos cambios de nuestra sociedad, se aprecia una progresiva crisis de los valores morales que constituyen la fuerza esencial de la Revolución y lo que nos ha permitido resistir y triunfar, hay quienes perdidas las esperanzas se cuestionan los sueños e ideales por los que hemos luchado durante 50 años. El trabajo ideológico es rutinario y poco imaginativo. No se utiliza en toda su gran potencialidad a los Centros científicos de Ciencias Sociales creados por la Revolución. La prensa no llega a desempeñar el decisivo rol a la que está destinada. Aumenta la indisciplina social principalmente en La Habana.
Ante campañas públicas a través de la red que tratan de desacreditar a la revolución y a sus dirigentes, no se responde negando, o repudiando los hechos y/o aplicando las sanciones que correspondan. Se omiten informaciones en los medios que siempre llegan a la población de manera indirecta a través de las redes sociales, celulares y correos electrónicos, en muchas ocasiones distorsionadas. A esto se suma la difícil situación en que por las razones conocidas, se encuentra la economía familiar de una gran parte de los cubanos.
Recuerdo cuando meses antes del derrumbe de la URSS, numerosas encuestas reflejaban que pese a las severas dificultades económicas que sufría el país y la población y a la enorme campaña de los medios opuestos al socialismo, una inmensa mayoría del pueblo soviético no quería transitar al sistema capitalista, otras investigaciones mostraban el rechazo también mayoritario de los soviéticos a privatizar los grandes medios de producción.
La dirección soviética burocratizada, distanciada de la realidad de su pueblo, imposibilitada por el inmovilismo, con marcada ingenuidad, confundida por una excesiva confianza en sus fuerzas, fue incapaz de tomar la iniciativa, movilizar al pueblo, y con ello evitar la desmoralización y el consiguiente derrumbe del gigantesco país. A esto contribuyó la actuación diversionista de algunos de sus dirigentes, la actitud de zapa de altos funcionarios corruptos y la subversión política.
Hay que alertar sobre los retos que nos amenazan. No podemos permitir que nos cieguen los cantos de sirena y nos domine el pragmatismo oportunista. El confiar en exceso y edulcorar las intenciones del gobierno de los Estados Unidos por algunos, es una expresión grave de candidez política. Esto se paga con la derrota.
Debemos ratificar el respeto y el cariño a ese pueblo estadounidense que desea se elimine el bloqueo y estrechar vínculos con nosotros, y de igual modo defender y cimentar las relaciones fraternales para con los cubanos que radican en Estados Unidos, aman a esta, su patria y quieren lo mejor para la Isla.
Nunca antes han tenido un significado tan importante las conocidas palabras de Che cuando dijera que en el imperialismo “no se puede confiar ni un tantico así”, mientras fruncía el ceño, y casi unía el pulgar y el índice en inequívoca señal.
En Cuba la mayoría del pueblo quiere mantener el sistema socialista, y rechaza un cambio hacia el capitalismo salvaje, pero ansía, necesita mejoras en su nivel y condiciones de vida y una mayor y activa participación en la construcción de su socialismo.
El momento es de Revolución, es ahora el tiempo de cambiar todo lo que deba ser cambiado y elevar la moral y la unidad revolucionaria. Mañana será tarde.
*Ernesto
Escobar Soto. Escritor y periodista. Es autor de la novela El largo
regreso de José publicada por la editorial Letras Cubanas en 2014.
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