En
nuestro país han superado los 43 700 pacientes beneficiados con este
medicamento, y en América Latina, El Caribe y Europa, sobrepasan los 160
000
Hasta la consulta de Angiología del policlínico universitario Tomás Romay, de la ciudad capital, llegan varios pacientes que requieren de la ayuda de estas féminas. Así, tanto enfermera como doctora, ponen sus conocimientos al servicio de ellos y han logrado formar un buen equipo.
Ambas han sido testigos en reiteradas ocasiones de las bondades del Heberprot-P (HBP-P). Un medicamento del que bastante se ha hablado y del que seguro habrá escuchado usted, sobre todo si padece de diabetes mellitus.
Prescrito para la terapia de la Úlcera del Pie Diabético (UPD), se aplica directamente en el sitio de la herida mediante infiltración intralesional. “El producto acelera la cicatrización de las úlceras y estimula el receptor del factor de crecimiento epidérmico, que está empobrecido en estos pacientes”, explica la doctora Yanisel Campos, quien es la coordinadora del Programa de Atención Integral al Paciente con Úlcera del Pie Diabético (PAIPUD), en esta provincia.
EXPERIENCIAS COMPARTIDAS
Silvia Cándida Fuentes tiene 73 años y hace cuestión de unos cinco le diagnosticaron la diabetes. Es la primera vez que le ponen el HBP-P. “Cada tres días me lo aplicaban, durante dos semanas, pues me pinché el pie con un alambre, se me puso mal y no lo podía afirmar”, comenta.
“Es un medicamento magnífico, pero si no fuera por el amor y el cariño con que nos atienden, tanto la doctora como la enfermera, no hiciera tan bien el efecto; y son muy exigentes. Además, es fundamental el apoyo de la familia”.
Mientras, Arminda Blain ya ha sido beneficiada con este en cuatro oportunidades; fue de las primeras cuando comenzó el programa. “Siempre me ha sido efectivo y de forma rápida”, asegura la señora de 86 años.
Expertos señalan que actualmente la diabetes mellitus representa la cuarta causa de muerte en el mundo, y según la Federación Internacional de la Diabetes, estas úlceras clasifican como la complicación más temida de esta.
“Cuba incluyó el tratamiento del HBP-P en su cuadro básico de medicamentos a partir del 2007 y se inició un programa de extensión nacional que abarcó hospitales e institutos. Se han establecido consultas de HBP-P en más de 370 instituciones”, asevera Yahima Chacón, promotora del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), quien atiende la provincia.
Según un informe de esa institución, en nuestro país han superado los 43 700 pacientes beneficiados con este medicamento, y en América Latina, El Caribe y Europa, sobrepasan los 160 000. Está registrado en más de 23 países.
A TIEMPO SE GANA TIEMPO
El propósito de la provincia para este año es incrementar el número de pacientes atendidos en este programa con relación al 2014, a partir de la reorganización de los servicios que se viene llevando a cabo. Artemisa nunca ha cumplido al ciento por ciento lo previsto y para la actual etapa aún hay dos municipios reportando cero pacientes incluidos, “fundamentalmente por falta de apoyo de las Direcciones Municipales de Salud. Estos son Güira de Melena, el único territorio en el que no existe la consulta municipal del PAIPUD (los casos se remiten a San Antonio de los Baños), y Candelaria, que pese a las acciones realizadas no se logra un correcto funcionamiento de la misma y ha de reestructurarse”, asegura.
Desde el inicio del programa se han beneficiado más de mil pacientes en la provincia, y han necesitado una amputación mayor alrededor del 4,6 %. En el mundo se realiza una amputación de este tipo cada 30 segundos y la mitad podría ser evitada. En lo que va de año, en nuestro territorio se encuentra en dos ese reporte”, manifiesta la doctora.
En los tres hospitales de Artemisa hay servicio de Angiología, y cuentan con seis especialistas vinculados al programa. Actualmente hay cinco en formación (dos se gradúan este año), por lo que la cifra debe ascender a ocho.
“El mayor peso del programa se debe tener en la atención primaria de salud, con las pesquisas para el diagnóstico precoz de la UPD. El paciente diabético requiere para su control de dos consultas al año por la atención primaria, una de estas en terreno, donde se les debe realizar un examen físico riguroso que incluye la exploración vascular y el examen físico de los pies, a fin de detectar las úlceras en los estadios iniciales y ser remitido a la consulta del programa.
“Forma parte del cuadro clínico de las complicaciones de la diabetes, la neuropatía diabética, la cual se traduce como un trastorno de la sensibilidad y provoca anestesia en los miembros inferiores. Esto favorece la formación de úlceras en zonas de apoyo, que unido a trastornos visuales también generados por la diabetes impide al paciente visualizar las lesiones, y necesita del apoyo familiar en la identificación de estas, pues la mayoría no siente dolor”, insiste Campos.
“Lunes, miércoles y viernes, las enfermeras diplomadas en el PAIPUD aplican el medicamento y curan las lesiones en las consultas. Mientras, martes y jueves participan en las áreas de salud, con los Grupos Básicos de Trabajo, en la búsqueda activa de los pacientes”, señala la licenciada en enfermería Alina Valdés, promotora de este programa del Ministerio de Salud Pública.
ACCIONES DE HOY CONTRIBUYEN AL MAÑANA
Entre las proyecciones para la actual etapa se encuentra lograr el establecimiento de una consulta de HBP-P en todos los municipios, con la apertura de una en el policlínico José Manuel Seguí Jiménez, de Güira de Melena.
Se pretende capacitar a los Grupos Básicos de los diferentes municipios para incrementar la búsqueda de las UPD en estadios pocos avanzados y evitar amputaciones mayores. Además, potenciar la realización de pesquisas activas por parte de las enfermeras capacitadas (hay una por municipio) por las diferentes áreas de salud.
A partir de los resultados relevantes obtenidos, el HBP-P ha venido a revolucionar este campo. La cicatrización de las UPD profundas y complejas, la reducción del número de intervenciones quirúrgicas, la disminución del tiempo de cicatrización y de las complicaciones derivadas del riesgo relativo de las amputaciones, el aumento de la calidad de vida y la recuperación funcional del paciente, constituyen sus principales logros.
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