Por: Cristóbal Álamo Pérez
El analfabetismo era en Cuba uno de los problemas sociales que la Revolución heredó, y que se propuso eliminar en el menor tiempo posible, esa fue una de las razones por las que el líder de la Revolución convocó al pueblo a sumarse a una campaña nacional para en un año, declarar al país libre de ese mal.
Uno de los decenas de miles de voluntarios que se sumaron a esa llamado fue el joven de solo 16 años de edad Manuel Ascunce Domech, quien ascendió al lomerío espirituano del Escambray para llevar la educación a los campesinos.
Pero en el lomerío actuaban bandas de contrarrevolucionarios que por encargo de los servicios especiales de Estados Unidos intentaban con la violencia destruir la construcción de una nueva sociedad en Cuba, que tenía el propósito Martiano de hacer realidad el precepto: SER CULTOS PARA SER LIBRES.
Esa fue la razón en que en la tarde noche del 26 de noviembre de 1961, un grupo de bandidos, encabezados por Braulio Amador, Pedro González y Julio Emilio Carretero, llegaron hasta la humilde morada del campesino Pedro Lantigua, y tras engañarlo lo desarmaron y comenzaron a maltratar delante de su familia.
En ese hogar también se encontraba el casi niño alfabetizador Manuel Ascunce, a quien María de la Viña, la esposa de Pedro, trató de salvaguardar diciendo que era uno de sus hijos. A pesar del peligro y la tensión provocada por la irrupción de los criminales el joven expresó: YO SOY EL MAESTRO, lo que provocó la ira de los criminales.
A golpes los sacaron del bohío y próximo a él se ensañaron con los indefensos prisioneros, los arrastraron por el campo hasta colgarlos de un árbol, pero antes los torturaron.
Era la expresión practica del grito fascista, Muera la cultura, ya que ella como expresó Martí es el único modo de ser libres.
Ante aquel abominable hecho fuerzas revolucionarias incrementaron la persecución a las bandas que operaban en el macizo montañoso del Escambray y no cejaron hasta años después eliminarlas totalmente.
Aunque han transcurrido 53 años del abominable asesinato de Mauel Ascunce y Pedro Lantigua su pueblo no los olvida ni tampco ha borrado de la memoria historia el sangriento actuar de los enemigos de la Revolucion.
UN POCO DE HISTORIA
Las primeras bandas contrarrevolucionarias armadas aparecieron en 1959 y están asociadas fundamentalmente a antiguos miembros de los cuerpos represivos de la tiranía que tratando de eludir la justicia de los tribunales Populares, se internaron en zonas de difíciles accesos, más como una forma de escapar que de oponer resistencia
Uno de los decenas de miles de voluntarios que se sumaron a esa llamado fue el joven de solo 16 años de edad Manuel Ascunce Domech, quien ascendió al lomerío espirituano del Escambray para llevar la educación a los campesinos.
Pero en el lomerío actuaban bandas de contrarrevolucionarios que por encargo de los servicios especiales de Estados Unidos intentaban con la violencia destruir la construcción de una nueva sociedad en Cuba, que tenía el propósito Martiano de hacer realidad el precepto: SER CULTOS PARA SER LIBRES.
Esa fue la razón en que en la tarde noche del 26 de noviembre de 1961, un grupo de bandidos, encabezados por Braulio Amador, Pedro González y Julio Emilio Carretero, llegaron hasta la humilde morada del campesino Pedro Lantigua, y tras engañarlo lo desarmaron y comenzaron a maltratar delante de su familia.
En ese hogar también se encontraba el casi niño alfabetizador Manuel Ascunce, a quien María de la Viña, la esposa de Pedro, trató de salvaguardar diciendo que era uno de sus hijos. A pesar del peligro y la tensión provocada por la irrupción de los criminales el joven expresó: YO SOY EL MAESTRO, lo que provocó la ira de los criminales.
A golpes los sacaron del bohío y próximo a él se ensañaron con los indefensos prisioneros, los arrastraron por el campo hasta colgarlos de un árbol, pero antes los torturaron.
Era la expresión practica del grito fascista, Muera la cultura, ya que ella como expresó Martí es el único modo de ser libres.
Ante aquel abominable hecho fuerzas revolucionarias incrementaron la persecución a las bandas que operaban en el macizo montañoso del Escambray y no cejaron hasta años después eliminarlas totalmente.
Aunque han transcurrido 53 años del abominable asesinato de Mauel Ascunce y Pedro Lantigua su pueblo no los olvida ni tampco ha borrado de la memoria historia el sangriento actuar de los enemigos de la Revolucion.
UN POCO DE HISTORIA
Las primeras bandas contrarrevolucionarias armadas aparecieron en 1959 y están asociadas fundamentalmente a antiguos miembros de los cuerpos represivos de la tiranía que tratando de eludir la justicia de los tribunales Populares, se internaron en zonas de difíciles accesos, más como una forma de escapar que de oponer resistencia
Hasta 1965 en que fueron totalmente destruida en toda Cuba operaron bandas de alzados que tenían como denominador común, eludir el combate e implantar el terror en las zonas de operaciones, que ocasionó 214 asesinatos, entre según datos del libro “Bandismo Derrota de la CIA en Cuba”, de Pedro Echeverry Vazquez y Santiago Oceguera.
En ese profundo estudio del bandismo se detalla que entre las víctimas estaban 63 campesinos y trabajadores agrícolas, 13 niños, 8 ancianos, tres mujeres, 9 maestros voluntarios, alfabetizadores y colaboradores de la campaña de alfabetización, e incluso los contrarrevolucionarios asesinaron a 18 alzados por pugnas internas entre ellos.
Esa es la triste historia de quienes por encargo del gobierno de Estados Unidos actuaron con sadismo contra la población cubana, a lo que se añade los daños materiales que provocaron sus acciones contra instalaciones especialmente en zonas rurales y el costo que ocasiono su enfrentamiento.
Hoy algunos tratan de hacer olvidar la historia, intentan hacer creer que el bandidismo fue un intento de librar a Cuba del Socialismo, que los integrantes de aquellas hordas criminales eran combatientes de la libertad, pero la historia real es que fue una de las páginas más sangrientas del terrorismo de estado contra la Revolución cubana, que como todo intento fracasó por la férrea voluntad de los cubanos.
En ese profundo estudio del bandismo se detalla que entre las víctimas estaban 63 campesinos y trabajadores agrícolas, 13 niños, 8 ancianos, tres mujeres, 9 maestros voluntarios, alfabetizadores y colaboradores de la campaña de alfabetización, e incluso los contrarrevolucionarios asesinaron a 18 alzados por pugnas internas entre ellos.
Esa es la triste historia de quienes por encargo del gobierno de Estados Unidos actuaron con sadismo contra la población cubana, a lo que se añade los daños materiales que provocaron sus acciones contra instalaciones especialmente en zonas rurales y el costo que ocasiono su enfrentamiento.
Hoy algunos tratan de hacer olvidar la historia, intentan hacer creer que el bandidismo fue un intento de librar a Cuba del Socialismo, que los integrantes de aquellas hordas criminales eran combatientes de la libertad, pero la historia real es que fue una de las páginas más sangrientas del terrorismo de estado contra la Revolución cubana, que como todo intento fracasó por la férrea voluntad de los cubanos.
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