Por Arthur González.
Mediante un extenso informe de 89 páginas, la USAID, Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos, analiza sus errores en los programas subversivos diseñados para desmontar el sistema socialista cubano, pero sin renunciar a continuar con otros que puedan tener una verdadera efectividad.
La USAID y la NED, trabajan de forma coordinada con la CIA y el Departamento de Estado para subvertir el proceso político cubano, direccionando su esfuerzo principal sobre los jóvenes, para revertir el proceso revolucionario e instaurar nuevamente el capitalismo que Estados Unidos dirigió desde Washington desde 1898, cuando intervino en la guerra hispano-cubana para escamotearle el triunfo al ejército mambí.
Desde que, en 1996, el presidente William Clinton ordenó el diseño de un programa USAID para Cuba, Estados Unidos ha malgastado más de 260 millones de dólares sin lograr destruir a la Revolución.
Su informe de balance presentado días antes de la navidad de este año 2015, contiene 16 recomendaciones para intentar mejorar su trabajo subversivo y “evitar conflictos de interés”.
Dicho balance reconoce los fracasos en la creación del servicio de mensajes similar a Twitter, denominado Zunzuneo, así como el taller ejecutado con jóvenes universitarios de la Universidad Central de la provincia de Las Villas, donde usaron un endeble pretexto para enseñarlos a “cómo usar el condón para prevenir el contagio del VIH”, cuando en realidad intentaban identificar a posibles líderes comunitarios para movilizar a los estudiantes universitarios en acciones contra el Gobierno cubano.
El informe también reconoce el empleo de la empresa Creative Associates International, ubicada en Washington, con un peso importante en la ejecución de sus programas anticubanos, principalmente los de carácter técnico.
La USAID ha trabajado los temas políticos y subversivos cotidianamente, y para eso recurrió años atrás a la Oficina de Iniciativa para la Transición, OIT, para establecer y administrar mecanismos de respuesta rápida en cuanto al suministro de asistencia técnica y material, a un grupo de personas y organizaciones en Cuba, con el fin de estimular actividades para producir el cambio de sistema que añoran, muchas de ellas con el empleo de Internet.
Los fondos empleados en esos programas los aporta USAID y el Departamento de Estado para liquidar el socialismo de su “vecino”, como denominó a Cuba el secretario John Kerry, durante su breve visita a La Habana.
Después de 20 años de fracasos y de cientos de millones perdidos, el actual balance critica los programas ejecutados, calificándolos de “imprudentes, tontos y francamente irresponsables”. Sin embargo, no recomienda eliminarlos y dejar en paz a Cuba, como pidieron en diciembre del 2011 varios funcionarios gubernamentales estadounidenses.
En ese sentido, Fulton Armstrong, asesor de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, expuso, en un artículo publicado en diciembre del 2011 por el diario The Miami Herald, “que era hora de limpiar los programas que promueven un cambio de régimen en Cuba”.
Esas solicitudes fueron manifestadas una vez conocidos los resultados de la auditoria ejecutada a la USADI por Just the Facts, entidad civil que registra los gastos del Gobierno para la Defensa y la Asistencia de Seguridad en América Latina y el Caribe.
Entre los millones malgastados por la USAID contra la Cuba durante los últimos años, están los 23 mil radios de onda corta enviados por la valija diplomática de la Sección de Intereses, las 385 mil libras de medicinas para los grupos contrarrevolucionarios, los 287 mil 931 libros y panfletos para las llamadas “bibliotecas independientes”, para adoctrinar al pueblo contra el Gobierno revolucionario, pero ninguno de esos esfuerzos dio resultados.
Otro ejemplo del dinero botado fueron las giras internacionales financiadas por la USAID a Caleb Mc Carry, en 2008, cuando fue designado como “coordinador para la transición en Cuba”, que incluyeron a 9 países europeos.
Tales programas tienen como encargo oficial, promover “la transición pacífica a la democracia en Cuba”, algo no logrado a pesar de que desde la llegada del presidente Barack Obama, a la Casa Blanca aprueba públicamente 20 millones de dólares anuales, con el sueño de ver caer al socialismo en Cuba, convirtiéndose en el Presidente de Estados Unidos que en los últimos años ha malgastado más dinero para actividades subversivas.
Esos millones financian y estimulan a los contrarrevolucionarios en sus campañas de mentiras, su preparación en cursos de periodismo “independiente” y en provocaciones públicas, como las realizadas por las llamadas “Damas” de Blanco.
Un sector priorizado en el cuatrienio es el artístico cultural, siguiendo recomendaciones efectuadas por analistas del Council on Foreign Relations, CFR, publicadas en 1999, las cuales pretenden: “Promover en Cuba los intereses y valores estadounidenses, con el fin de acelerar el día en que una Cuba plenamente democrática, pueda asumir una relación normal y amistosa con Estados Unidos”.
Para lograrlo proponen:
“Facilitar la colaboración y actuaciones culturales de estadounidenses en Cuba y de cubanos en Estados Unidos… El pago a los artistas cubanos que actúen en Estados Unidos no debe estar limitado por leyes del bloqueo…”.
“Las visitas a Estados Unidos de artistas cubanos tienen como propósito ejercer influencia política sobre los mismos, permitirles actuar en lugares donde siempre han soñado hacerlo y sobre todo pagarles altas sumas de dinero con el cual regresarían a Cuba. Esto sería a su vez un estímulo para que también otros artistas se interesaran en actuar en los Estados Unidos y situaría al que los que regresen en una posición económica por encima de los otros artistas y del pueblo cubano en general, lo que paulatinamente los convertiría en personas con intereses y visión diferente. Esto es muy importante para los planes de Transición”.
A pesar de sus fracasos y del restablecimiento de relaciones diplomáticas, la obstinación por destruir a la Revolución cubana no cesará, pues la teoría de la Fruta Madura está sembrada en la mente de los que dirigen los Estados Unidos, y pretenden hacer lo mismo que el presidente Thomas Jefferson, en 1820 le escribiera al secretario de la Guerra, John C. Calhoun: “debemos, a la primera oportunidad, apoderarnos de Cuba”.
Hoy tienen mucha vigencia las palabras de José Martí, cuando en 1889 expresó:
“Para que la Isla sea norteamericana no necesitamos hacer ningún esfuerzo, porque, si no aprovechamos el poco tiempo que nos queda por impedir que lo sea, por su propia descomposición, vendrá a serlo. Eso espera Estados Unidos, y a eso debemos oponernos nosotros”.