CIENFUEGOS.—El golpe de Estado del dictador Fulgencio Batista, en 1952, lo sorprendió en sus inicios de estudio de la carrera de Medicina en una Universidad de La Habana a la cual recuerda —entonces—, como franco hervidero estudiantil en contra del tirano.
José María Bermúdez López se graduó de médico y lo primero que hizo al alborear la Revolución fue devolverle el favor a su origen, pues prestó servicio social en una zona rural de Las Villas, parecida a donde antes viviera: presas como estaban todas del desamparo gubernamental e índices asistenciales paupérrimos antes de 1959.
Su inicio oficial como profesional de la Medicina acontece el 20 de diciembre de 1960; de manera que ya tiene 55 años de trabajo, y las autoridades de Salud, el Partido provincial y los compañeros de su centro de trabajo realizaron una serie de homenajes a quien es referencia y faro de la profesión aquí.
El doctor Bermúdez, como todos le llaman en su entorno laboral, presta servicios (sin interrupción alguna ni faltar un día, salvo estuviere enfermo) en la sala de Medicina Interna del Hospital Provincial Dr. Gustavo Aldereguía Lima, desde la inauguración de este por el Comandante en Jefe Fidel Castro, en 1979. Antes trabajó en otras unidades asistenciales de la zona central.
Tiene 84 años, está en edad de retiro hace casi dos décadas, y además suma la categoría de profesor consultante, otorgada por el Ministerio de Salud, que le exime de asistir diariamente a una sala. Si embargo lo hace. Ante el ¿por qué? de Granma, el venerable médico, a quien todos quieren en igual medida que respetan, afirma:
“Franqueza total. Yo, honestamente, no tengo necesidad económica de trabajar; pero hacerlo forma parte de mi vida. Esa dinámica de visitar al paciente en mi sala, constatar su evolución, conversar con él, estar en contacto permanente con el enfermo, es algo que necesito y mientras pueda lo haré”.
El respetado especialista y profesor universitario, refiere que la Medicina Interna es el área de la profesión que siempre lo atrajo —y lo atrae—, debido a su esencia global, integral; por ende ayuda al paciente en infinidad de problemas”.
En llegar a conocer la naturaleza exacta de la afección del enfermo cobra gran importancia el método clínico, sostiene quien es considerado un defensor a ultranza de este. “Consiste en interrogar exhaustivamente al paciente, y explorar. Reviste extraordinaria utilidad de cara al enfoque diagnóstico de su patología. De manera desafortunada, se ha perdido en el mundo y también se está perdiendo en nuestro país, a mi modo de ver como resultado de la copia de esquemas de trabajo del exterior, innecesarios cuando nuestra medicina concita respeto internacional”.
A los noveles practicantes de la profesión, el doctor Bermúdez les regala esta receta de sabiduría: “Superación constante, consagración, humildad, ponerse en el lugar del enfermo, tratar con cariño y respeto al paciente y a la vez hacerse respetar, no incurriendo en vulgaridades de ningún tipo y manteniendo siempre la jerarquía profesional, ética y moral correspondiente a un médico”.
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