- 18 diciembre 2015
La joven cubana Omara González, de 16 años, llegaba tarde al aeropuerto deMiami donde la esperaban su abuelo y su primo para volver a Cuba. Era el 1 de noviembre de 1958, la situación estaba revuelta en la isla, faltaban apenas dos meses para el triunfo de la revolución que lideró Fidel Castro.
Para Omara, ni para los 16 pasajeros que abordaron aquel día el Vuelo 495 deCubana de Aviación en Miami rumbo a Varadero, en el occidente de Cuba, nada parecía indicar que iban a ser víctimas de una tragedia prácticamente ignorada por la historia.
Su testimonio, como sobreviviente, es uno de los que recoge el periodista colombiano Gerardo Reyes en su libroVuelo 495, en el que rescata este suceso apenas tratado en Cuba o en Estados Unidos, pese a que cinco de los 14 pasajeros que murieron aquel día eran de nacionalidad estadounidense.
¿Pero por qué este episodio previo a la historia de enemistad entre Estados Unidos y Cuba no ha salido a relucir entre los reproches mutuos que durante más de 50 años se lanzaron los gobernantes de ambos países?
"Ese es un interrogante abierto", le dijo a BBC Mundo Reyes, quien recoge en su libro más de diez años de investigación sobre el caso.
No le dieron una respuesta concluyente ni los testimonios de los sobrevivientes con los que conversó –incluido uno de los sospechosos del secuestros–, ni los diplomáticos estadounidenses que entonces estaban en la isla, ni los documentos de la época que consultó en los archivos nacionales de Washington.
¿Qué pasó?
Después de varios retrasos injustificados, según cuenta Reyes, los 16 pasajeros –incluida una mujer embarazada– subieron al avión turbohélice Vickers Viscount y tomaron sus puestos para un vuelo que apenas duraba 45 minutos.
Omara logró un asiento en la primera fila desde el que podía ver mejor la cabina de los pilotos y desde donde también fue testigo de lo que pasó cuando los asistentes de vuelo iban a repartir los formularios de inmigración.
Cinco hombres identificados como miembros del "Movimiento 26 de Julio" (M-26-7) se pusieron sus uniformes en pleno vuelo y anunciaron que el avión iba a ser "desviado" hacia la región oriental de Cuba.
El avión llevaba armas y municiones supuestamente destinadas a los rebeldes que se ocultaban en la Sierra Maestra, donde Fidel Castro, acompañado de su hermano Raúl y miembros del M26-7 preparaban el golpe final contra el gobierno cubano.
Sin embargo, la maniobra no salió bien y tras varios intentos, a punto de quedarse sin combustible, cuando el piloto intentó aterrizar de emergencia en una pista cercana al central azucarero Preston, en la bahía de Nipe, se salió al mar con un fatídico resultado.
En total murieron 14 pasajeros, incluidos cuatro niños.
Elementos de "conspiración"
Según Reyes, hubo una serie de elementos que "conspiraron para que la historia no se conociera y lo peor que quedara en la impunidad".
"Estamos a dos meses del triunfo de la revolución, en Washington hay cierto encantamiento con Fidel Castro porque pensaban que era la mejor salida para terminar con la corrupción del gobierno de (Fulgencio) Batista", señaló.
Por el otro lado, "triunfa la revolución y a los Castro no les conviene que se conozca este hecho, fue tan evidente la cuestión que en las agencias de noticias nunca llegaron a publicar fotografías de la tragedia".
Fidel Castro, líder de la revolución y uno de los fundadores del M-26, aseguró no haber autorizado la operación.
"Estados Unidos dijo que no tenía jurisdicción, así que no investigó más el hecho, y a los dos meses Raúl (Castro) dijo que había sido una 'heroica estupidez'" con lo cual el hecho quedó de alguna manera zanjado, lo que según Reyes, "después se traduce en la impunidad".
"Era tan impresionante y querían cuidar tanto esta revolución –tenía mucho que ver con las relaciones públicas– que el hecho quedó fuera de los anales de la historia como el primer secuestro de un vuelo de EE.UU.", agregó.
Misterio sin resolver
Hay una parte que el autor no ha podido reconstruir y es cómo prepararon estos jóvenes el secuestro, de dónde consiguieron las armas y cómo lograron ocultarlas en el avión.
La hermana de Edmundo Ponce de León, uno de los sospechosos –aunque él siempre mantuvo su inocencia–, sostiene que las robaron de un depósito de armas, puesto que él había estado en la Fuerza Aérea y aparentemente tuvo acceso a las instalaciones militares.
Sin embargo, según el autor, tuvieron que contar con "la complicidad necesaria de la gente de Cubana de Aviación en Miami" que, de hecho, intentaron evitar que viajara una familia de estadounidenses con niños.
La teoría del autor es que eran "muchachos que quieren vincularse al movimiento guerrillero, que estaban en Miami colaborando con la venta de bonos para la revolución, ayudando en lo que pudieran…" y llevaron a cabo la operación.
Nunca quedó claro si el propio Fidel estaba al tanto.
"De lo que si estoy seguro a partir de la conversación con miembros de un instituto de educación agrícola cercano al central Preston –donde se produjo el accidente– es de que alguien del movimiento sí los estaba esperando y había coordinación".
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