La Habana, Cuba.- Cuando el Che conoció en la batalla de Santa Clara, la muerte del aguerrido combatiente Roberto Rodríguez Fernández, El Vaquerito, el 30 de diciembre de 1658, afirmó: Me han matado cien hombres. Así definía el arrojo, heroísmo y coraje del joven guerrillero.
Cuentan que en 1957 apareció en la Sierra Maestra, en el campamento rebelde, descalzo y sin fusil, y fue Celia quien le dio unas botas grandes y un sombrero. Por eso se ganó el mote de El Vaquerito.
Comenzó en el Ejército Rebelde como mensajero, y luego se incorporó como combatiente en la columna Uno José Martí, al mando de Fidel. Por su audacia y valentía en los combates, alcanzó el grado de capitán. En 1958, se incorporó con la Columna del Che a la Invasión.
Un guerrillero excepcional
Roberto Rodríguez, El Vaquerito, dirigía el Pelotón Suicida, tropa élite que participaba en acciones extremas y de mayor riesgo. Su accionar alcanzó gran notoriedad.
Su intrepidez paralizaba el enemigo y era todo un símbolo para la tropa rebelde. En la ofensiva final contra el ejército de Batista, participó en la batalla de Santa Clara, junto al Che, y allí dirigió la toma de la estación de policía.
Refieren los historiadores que El Vaquerito entró al edificio fuertemente custodiado, y al frente de una veintena de hombres, en el intenso tiroteo, una bala lo derribó. Fue trasladado a la comandancia, y horas después falleció.
Era el 30de diciembre de 1958. Roberto Rodríguez, El Vaquerito, fue un combatiente excepcional, con coraje y ejemplo del accionar guerrillero.
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