En la cuarta noche consecutiva de protestas, grupos de manifestantes lanzaron botellas con agua congelada contra los policías, que obligaron a los protestantes a dispersarse bajo amenaza de llevarlos a prisión.
Las autoridades, que declararon la víspera el estado de emergencia, amenazaron con imponer un toque de queda si la situación sigue complicándose.
La seguridad, que es nuestra principal misión, está en peligro, ya no hay protestas pacíficas, los participantes se reúnen ahora de forma ilegal, señaló esta madrugada un vocero de la policía, mientras el diario Saint Louis Post Dispatch asegura que el número de detenidos asciende a más de un centenar desde que comenzaron los disturbios.
Alrededor de 200 personas marcharon ayer desde la iglesia de la catedral hasta la corte federal en la ciudad de Saint Louis, a la que pertenece la localidad de Ferguson, con carteles que pedían la intervención del Departamento de Justicia en la pesquisa sobre los sucesos de la noche del domingo.
La policía informó este martes que presentó una decena de cargos contra el joven de 18 años Tyrone Harris, quien resultó gravemente herido por la policía el domingo por la noche en un confuso incidente con las fuerzas del orden y permanece hospitalizado en estado crítico.
Según la versión oficial, Harris abrió fuego contra cuatro detectives vestidos de civil que estaban en una camioneta y estos a su vez dispararon al adolescente, quien se encuentra en estado crítico.
Otros dos jóvenes, uno de 17 y otro de 19 años, resultaron heridos en las primeras horas del lunes por disparos desde un automóvil en movimiento y continúan hospitalizados, pero sus vidas no corren peligro.
Por su parte, el alcalde de Ferguson, James Knowles, llamó a la calma pero advirtió que las fuerzas policiales estarán atentas para intervenir en caso de que se produzcan nuevas alteraciones del orden y ante el llamado de los ciudadanos que se sientan afectados por los disturbios.
(Con información de las agencias)
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