Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

viernes, 14 de agosto de 2015

Múltiples miradas a un hombre


Fidel Castro: un retrato íntimo, de Alex Castro es un libro lleno de imágenes únicas, sugerentes, hermosas que son también fotos que hace un hijo a su padre
Portada del libro. Foto:
Todas las fotos le gustan, no tiene preferencia por ninguna, dice Alex Castro cuando le preguntan sobre el libro de fotos que acaba de presentarse en el Memorial José Martí.
Fidel Castro: un retrato íntimo, está lleno de imágenes únicas, sugerentes, hermosas… Son fotos que ha­ce un artista, son también fotos que hace un hijo a su padre. Es 13 de agosto, y el líder histórico de la Revolución Cubana está cumpliendo 89 años.
Una mirada más próxima busca reflejar el libro. El autor insiste en que las imágenes recogen la relación cercana con las personas que lo vienen a ver durante estos años, no en una visita de trabajo, sino en una visita que le hace un amigo, un compañero o una persona muy querida; en los momentos de reflexión, de lectura, de pensamiento…
Para el hombre detrás del obturador, la cara del fotografiado se vuelve un paisaje que se enriquece con la posición de las manos, la mirada y los gestos; que marcan la constancia de una lucha viva en los rincones de la casa, en sitios en que ya desde ha­ce muchos años dejaba ver su ros­tro enérgico, cautivante y feliz.
Miradas artísticas sobre la personalidad de Fidel se exponen en estas 13 piezas que integran Guerrillero del tiempo. Foto: Jose M. Correa
Más de un artista o intelectual ha reparado en las manos de Fidel, en los dedos larguísimos como nos alerta Abel Prieto durante la presentación, pero enfatiza que hojear este ejem­plar es una experiencia jubilosa.
Recordó que las fotos miran al universo interior del hombre-líder y otras veces se escapan hacia la inmensidad como su personalidad.
También se detuvo con la agudeza del lente de Alex —y nos hace detenernos— en la vivacidad de la mirada, la chispa en los ojos llenos de vida, de afectos; ojos directos, penetrantes, con la tremenda capacidad para ver tanto y tan lejos.
Dice el intelectual —y dice bien— que es una mirada que no en­vejece, que no puede en­vejecer, que se hace más próxima en las fo­tos en blanco y negro, que dan la medida de la intimidad entre el que mira el libro y la figura de Fidel. Es como si nos quedáramos a solas con él, más pró­ximos a su genialidad y a su gran­deza.
Alex nos trajo de la mano al guerrillero que sigue luchando ahora desde una nueva trinchera, con la brillante estrategia de siempre.
Y trae Abel de la mano a Martí: “Lucha es la vida, y no hay que rehuirla. Solo los que se saben sacrificar llegan a la vejez con salud y hermosura”. Así lo dice para adentrarnos en un libro feliz, porque está inspirado en un hombre de lucha, en un hombre feliz, en un ser que inspira: en Fidel.
Y de la inspiración salió la exposición Gue­rrillero del tiempo, de la memoria colectiva de 13 artistas de la plástica, que desde la abstracción o lo recóndito de la imaginación, nos mostrarán hasta el 13 de septiembre su propio imaginario del Co­man­dante en Jefe, y que abrió sus puertas esa misma tarde, ante los ojos de muchos de sus compañeros de lucha y del público presente.
Imágenes que revelan los diversos estilos de los autores y su visión muy particular del hombre tantas veces fotografiado componen la muestra. Algunas recreadas en fo­togramas que descubren al ser me­ditabundo, al creador de cuya cabeza se disparan efervescentes y coloridas las ideas.
Otras recorren el significado de su única estrella sobre el hombro, su identidad, o la fuerza del ser convertido en arcángel del ALBA.
A estas se suman la fidelidad des­de la Sierra con el colibrí zumbándole en la frente, la diversidad de formas que lo convierten en Co­man­dante de las flores, o la imagen serena que sonríe, mientras muestra las ma­nos heridas cual Cristo resucitado.
Y de la inspiración también se nutren los jóvenes que suben al Tur­quino por esta fecha, o acampan en Birán; que a todo lo largo y ancho del archipiélago cubano, rinden homenaje a ese hombre grande que esta tierra le parió al mundo.

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