Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

viernes, 21 de agosto de 2015

No son tiempos de ligerezas y olvidos


La etapa de restablecimiento oficial de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba culminó, ahora recién comienza una que puede ser fructífera, pero para ello es necesario avanzar sobre las bases del diálogo y el respeto mutuo
El pueblo capitalino asistió a la ceremonia de izaje de la bandera estadounidense en la Embajada de Estados Unidos en La Habana. Foto: Juvenal Balán
He escuchado a más de una persona que, cuando se refieren a los pasos dados en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, “olvidan” a quién corresponde la responsabilidad o el porqué las mismas nunca hayan sido normales y civilizadas.
Hay rasgos de ligereza que me parece deben ser despejados, volviendo a los hechos, de manera que los confundidos se aclaren y los desmemoriados recuerden.
Cómo olvidar la imposición de la En­mienda Platt y la instalación de una base militar en el territorio cubano de Guantánamo desde los inicios del siglo XX, cuando ya las fuerzas independentistas tenían ganada la guerra contra el colonialismo español y entonces intervino militarmente Estados Unidos para imponer por la fuerza, un régimen neocolonial en la Isla.
Nunca Cuba se inmiscuyó en guerra alguna en Estados Unidos ni impuso enmiendas a su Constitución, ni desembarcó tropas en el vecino territorio y mucho menos ocupó parte de ese para instalar algún enclave militar.
Fue el neocolonialismo el que caracterizó la situación cubana, con una alta dosis de presencia militar en la isla, mientras las grandes empresas transnacionales norteamericanas ocupaban enormes extensiones de tierra, se hacían de ingenios azucareros, de la compañía eléctrica y otras, mientras se olvidaba la educación y la salud de los cubanos con el deterioro de todos los indicadores sociales y la existencia de más de un millón de analfabetos.
A los gobiernos corruptos al servicio de Washington poco o nada les importaba tener una instalación militar enquistando malignamente una parte del territorio del país.
La situación que se fue creando en la Isla sentó las bases para la continuidad de la lucha patriótica que habían iniciado Martí, Maceo, Máximo Gómez y muchos otros, cuyas aspiraciones independentistas fueron tronchadas con la intervención del vecino del Norte.
Mella, Villena, junto a otros jóvenes y posteriormente Fidel, guiaron el combate contra el sistema imperante y por la conquista de la verdadera y completa soberanía del país.
En 1959 triunfó la Revolución liderada por Fidel Castro, aunque el gobierno norteamericano de entonces había hecho lo posible e imposible para evitar la victoria, llegó a creerse que aquello era transitorio y que más temprano que tarde colapsaría.
Una vez la Revolución en el poder, fue Estados Unidos y no Cuba quien rompió las relaciones diplomáticas. Fue el gobierno de Washington y no el de La Habana, el que dictó el más cruel y extenso bloqueo que se recuerda en la historia de la humanidad. Fueron aquellos gobiernos los que financiaron a los grupos terroristas que operaron en el Escambray y otras partes del territorio cubano; y quienes armaron a los mercenarios que invadieron la Isla por Playa Girón.
También fueron las administraciones de la Casa Blanca las que dieron acogida a los asesinos que huyeron de la justicia cubana; mientras desde la vecina potencia se estimulaba y aun se sigue haciendo, la fuga de médicos, científicos, deportistas, y otros profesionales.
Ninguna de esas acciones criminales se organizó desde Cuba. Nunca la Isla ha estimulado planes y actuado para desestabilizar a los gobiernos de la nación vecina. No ha sido la dirección de la Revolución la que ha estimulado o robado cerebros del poderoso del Norte para que ayuden a nuestro desarrollo.
En estas últimas cinco décadas a las administraciones norteamericanas le ha parecido muy poco la aplicación del bloqueo, y han aprobado e impuesto otras leyes, normas, regulaciones y cuanto invento diabólico existe, para sancionar a Cuba aunque para ello se afecten terceros países, muchos de ellos aliados de Washington.
En política está muy claro que cuando un problema afecta a dos o más naciones, solo el diálogo, la flexibilidad y la firmeza, pueden conducir a su solución.
No obstante, para nada se puede minimizar u olvidar el daño humano y material causado por la potencia hegemónica que ha dedicado todo tipo de recursos a destruir a una nación vecina, por el solo hecho de haber decidido ser libre e independiente y tener un sistema social diferente.
Hoy, cuando se busca construir una nueva relación, solo es válida la referencia a borrar el pasado y fijar la mirada en el futuro cuando se trata de no hacer del pasado una precondición para abordar y resolver cualquier problema del presente y del porvenir.
Pero la población cubana no podrá olvidar nunca cuánto mal han hecho los gobiernos que desde Washington han formulado y ejecutado la política hacia Isla vecina.
Para cada cubano debe estar claro —sin olvidos ni análisis ligeros— que somos un pueblo y un gobierno que siempre han tenido como premisa la solidaridad, mostrada en su máxima expresión; y que, en relación a Estados Unidos nunca Cuba ha usado como política la hostilidad ni ha permitido que su territorio se use para tales fines.
Que hablen los hechos. Que se establezcan las comparaciones. Que la historia vuelva a salvar del error a confundidos u olvidados.
Las luces actuales —válidas y plausibles— no pueden ocultar de ninguna forma el oscuro camino de una política venida desde el Norte, que tantas muertes, mutilaciones y penurias han causado a nuestro país.
Rectificar es de sabios y ese es el camino correcto emprendido ahora y que pudiera llevarnos en tiempos presente y futuro, a unas relaciones normales, civilizadas, como corresponde a dos pueblos, separados por una no muy extensa franja de mar.
La etapa de restablecimiento oficial de relaciones diplomáticas culminó, la que recién comienza puede ser fructífera, es posible convivir en paz, pero para ello es necesario avanzar sobre las bases del diálogo y el respeto mutuo.

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