Por Ibis Frade La
Habana (PL) Su voz -magistral incluso desde el carraspeo de un viejo
fonógrafo- inmortalizó el pregón más famoso de Cuba, endulzó el café de
muchos, dio vida a Cecilia Valdés y habló de amor al Siboney. Nítido
pese al tiempo implacable que afecta las grabaciones de época, su
inconfundible tono de contralto a soprano descubre las razones por las
cuales nombraron como "la única" a Rita Montaner.
A 115 años de su natalicio, en esta capital recuerdan la vida y la obra
la intérprete preferida de grandes compositores cubanos como Ernesto
Lecuona, Eliseo Grenet, Gonzalo Roig y Moisés Simons.
También la
Academia de Canto Mariana de Gonitch le dedica este jueves un concierto
de homenaje en la Asociación Cultural Yoruba, con temas notables de su
repertorio como Babalú Ayé, Oldman River, Cecilia Valdés y La viuda
alegre.
Mientras en La Habana le rinden tributo con galas y
presentaciones musicales, en el otro extremo de la isla un público
variado llega hasta el Museo de Cera de Bayamao, el único de su tipo en
Cuba, para apreciar su estatua que forma parte de la colección del
centro.
Según uno de los escultores de la pieza, Rafael Barrios,
la de Rita Montaner fue una de las más piezas trabajosas: tenían muy
pocas fotos de ellas y escasas evidencias de su verdadero peso,
estatura, complexión...
Cerca de 60 kilogramos de cera se
emplearon en su figura, enfundada ahora en un vestido rojo y con una
eterna sonrisa en los labios,mientras extiende el brazo con el ademán de
quien pide aplausos para el pianista acompañante.
De hecho, a pocos pasos está Ignacio Villa, bautizada por ella como Bola de Nieve, su más fiel compañero al teclado.
Aunque rollizo y de tez negra, la cantante lo nombró con ese singular
apelativo en una de sus bromas mordaces. De hecho, dicen quienes la
conocieron que era una mujer de risa y broma fácil, con la picardía y la
ironía siempre en la punta de la lengua.
Gracias a la Montaner,
Bola de Nieves actúo con solo 22 años frente a un auditorio de cuatro
mil espectadores en el Politeatro de México.
En una presentación
ella quedó ronca y confió el espectáculo a su pianista acompañante: "tú
no dices que eres artista, pues sal y canta entonces", le dijo.
Durante 18 años, recorrieron juntos México, Estados Unidos, Francia, España, Venezuela y Argentina.
También en la occidental provincia cubana de Pinar del Río hay
evidencias de su paso magistral por la escena cubana, resguardadas con
celo por el Centro Argeliers León.
Fotografías, trajes y grabaciones únicas de esa excepcional cantante y actriz se exhiben allí, entre otros objetos personales.
Además, hay partituras dedicadas a ella por el compositor, pianista y
director de orquesta Moisés Simons, junto a la estola de plata y el
vestido que la atavió en las presentaciones de la emblemática zarzuela
cubana Cecilia Valdés.
Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda
llevaba en su sangre y en su actitud, la riqueza del mestizaje cubano y
un registro vocal privilegiado que le dejó asumir cómoda un repertorio
diverso: desde el Ay Mamá Inés, de Grenet, hasta La Medium y El
teléfono, del italiano Gian Carlo Menotti.
Luego de escucharla
cantar a dúo con Lola de la Torre en la ópera La Gioconda, el escritor
cubano Alejo Carpentier calificó a su exquisito timbre de voz como una
caricia para los oídos.
Pese a su habilidad para tocar el piano,
que le valió el primer lugar en un concurso internacional, el canto
lírico fue su mayor pasión.
Como creció entre las tradiciones
musicales clásicas y los toques de tambores de las fiestas afrocubanas
de su natal Guanabacoa, la mezcla de influencias le permitió ir y venir
con éxito de lo culto a lo popular.
Su interpretación de El
manisero, en la película cubana El romance del palmar, quedó impregnada
en el imaginario popular de los cubanos incluso muchos años después de
su estreno, cuando logró record de taquilla dentro y fuera de la isla.
Durante las décadas de 1940 y 1950, Rita conquistó al público desde el
teatro, el cine, la radio y la televisión, hasta su muerte el 17 de
abril de 1958, a los 57 años.
Muchos la consideran la primera
voz femenina de la radio cubana, pero otros decían que donde
verdaderamente se desbordaba todo su arte era en vivo y llena de gracia
en el cabaret Mulgoba o en Tropicana.
/msm/ifb
(*) Periodista de la Redacción Cultura de Prensa Latina. |
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