2018-07-24 21:42:30 / web@radiorebelde.icrt.cu / Yaicelín Palma Tejas
-¿Mexicana? Sí, un poco, porque nací en México. Pero me siento más cubana porque llegué a este país el mismo día en que Fidel Castro entraba a La Habana, victorioso, aquel 8 de enero de 1959. Desde entonces nada ni nadie me ha podido despegar de esta tierra, cuyos hijos son revolucionarios por naturaleza.
Martha Eugenia López Villeda habla de manera pausada, serena, firme, mientras su mirada recorre una y otra vez un punto impreciso de su alrededor hasta que se posa en mis ojos y siento los suyos penetrantes, agudos, como si buscaran los secretos de mi juventud.
“Yo era muy joven y tenía muchas inquietudes sobre las injusticias, la pobreza, las calamidades de mi país y creo que pasaba la vida buscando una razón para rebelarme, pero en vano. Y entonces la vida me puso en el camino de Fidel Castro, que un día fue a visitar al médico para el que yo trabajaba como oficinista.
“Después, buscando, me vinculo con otros revolucionarios que se preparaban bajo las órdenes de Fidel para venir en la expedición del yate Granma, comienzo a colaborar con ellos y en 1955 Fidel me acepta en el Movimiento 26 de Julio para venir a Cuba, pero las condiciones no eran las idóneas para las mujeres hacer la travesía en un barco y me quedo en México en otras misiones”.
Cuando ya los expedicionarios del Granma estaban en Cuba, en plena lucha, Martha cumple en México otras tareas dentro de su formación como guerrillera, aprende tiro, se prepara físicamente, labora en la confección de uniformes y brazaletes para los grupos que debían viajar a la Isla a apoyar a la Revolución.
“¿Lo que más me impresionaba del Movimiento 26 de Julio? Su lucha por la justicia social, sin dudas, lo que me despertó definitivamente las ideas revolucionarias.
“Yo no tenía ninguna formación política, ni pertenecía a ninguna organización, pero desde niña sentí la injusticia, porque mi mamá era muy humilde y me crie con una familia burguesa que me acogió. Eso me permitió ver las diferencias de cómo yo vivía y cómo era la vida del resto de la familia en la pobreza, en la miseria. Y el Movimiento fue como un resorte para emprender la lucha”.
Cuando triunfa la Revolución Martha Eugenia se integra al proyecto del pueblo cubano, trabajó en la Federación de Mujeres Cubanas junto a Vilma Espín, y luego estuvo 20 años en la Central de Trabajadores de Cuba, siempre vinculada a la base, hasta su jubilación.
“No, no, mi jubilación no puede apartarme del proceso revolucionario, ahora colaboro con el Movimiento Juvenil Martiano, y como siempre hago mi aporte en las propuestas para solucionar los problemas.
“En mi comunidad hicimos un proyecto con la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en las escuelas, y ya ese proyecto lo tenemos a nivel de municipio, porque con la unión de todas las fuerzas de la comunidad fortalecemos el papel de la escuela como el centro cultural más importante de su entorno.
“¿Los jóvenes cubanos? Sí, creo que son consecuentes con las ideas de la generación histórica de la Revolución. Y eso se inculca desde la escuela. Por eso creo que hay que llenar todos sus espacios, no cejar en la enseñanza de la historia, para que se sientan más orgullosos del país en el que viven. También es preciso reconocer todo cuánto hacen, porque eso es muy importante”.
Y no dice más. Sonríe y sus ojos brillan detrás de los cristales de sus espejuelos. Y se despide con un apretón de manos, quizás como muestra de la confianza que tiene en la juventud de este país, en la cual se ve reflejada desde aquel día en que se abrazó a la causa revolucionaria cubana al lado de Fidel Castro para llegar hasta aquí, con “el privilegio de vivir todo este proceso que ha sido extraordinario, como su propio Líder”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario