Por:
Nicanor León Cotayo
Según escribió Diario las Américas, en ese municipio hay unos 50 000 ancianos que viven rayando en la desesperación.
Lo aseveró este miércoles bajo la firma de Jesús Hernández y también valoró el significado de esa problemática en un territorio como ese.
Hernández opinó: quienes esperaron llegar a la edad dorada para descansar ahora lidian con el mal de las necesidades. La agrupación Miami Matters, especializada en analizar índices del nivel de vida, examinó los de su comunidad hispana.
¿Resultado? Casi la cuarta parte de los mayores de 65 años vive o trata de sobrevivir por debajo del índice oficial de pobreza.
La cifra, dice el articulista de Diario las Américas, resulta “escalofriante” para una ciudad del llamado Primer Mundo.
En esa realidad incluye a quienes diariamente no cubren el costo de la vida, “y pone los pelos de punta” a los que sueñan con jubilarse”.
The Health Council of South Florida informó sobre quienes viven hundidos en la miseria debido a limitaciones físicas, necesidades médicas y el aislamiento social de que son victimas.
Muchos floridanos que arriban a la tercera edad, apuntó el informe, dependen básicamente del pago de sus jubilaciones y de alguna ayuda de la seguridad social.
El artículo de Jesús Hernández puntualiza que ese informe no es capaz de “reflejar las penurias económicas que cada uno de esos 50 000 seres humanos afronta a diario”.
Narra que alguien, a quien solo llama Gloria, trabajó 20 años como secretaria en un consultorio médico hasta que se jubiló.
Doce meses después quedó viuda y no pudo seguir pagando la hipoteca del apartamento que adquirió con su esposo.
“Hoy forma parte de las estadísticas de pobreza” debido a que su ingreso no llega a lo establecido para estar fuera de estas.
Cada mes, únicamente por concepto del seguro de salud Medicare, le descuentan 104 dólares, y junto a ello 650 por el alquiler.
¿Su saldo libre cada 30 días? 200 dólares para comer y pagar otras cosas a los altos precios de aquel mercado.
Pero Gloria se considera afortunada porque logró recibir algunos sellos de ayuda alimenticia (food stamps) para menesterosos.
Ella tiene 67 años, carece de familia en Miami y necesita prestar atención a su salud.
El médico le ordenó comer pescado y verduras para disminuir el colesterol y la tensión arterial, pero Gloria, “que apenas recibe dinero para sobrevivir”, compra lo más barato.
Jesús Hernández cita otro caso, al que secamente designa con el nombre de María.
Dice que tiene 66 años, vive a cuenta de un matrimonio amigo, no tiene papeles ni derecho a recibir ayudas oficiales.
Ella forma parte del 24,5 por ciento de los hispanos residentes en Miami-Dade que existen prácticamente en la pobreza.
Hernández subraya que duerme y se mantiene casi todo el tiempo en la vivienda de José y Mariela, pero temprano en la mañana se va a limpiar casas para ganar algún dinero.
“Con eso compro mi comida, ayudo a mis amigos y mis nietos en Guatemala”, relató.
Jesús Hernández finaliza su artículo de la siguiente manera:
“De hecho, muchos aseguran que la posibilidad de mejorar el índice de los necesitados de la tercera edad es mínima, si no nula”.
Y todo sucede mientras calienta motores el multimillonario proceso electoral que culminará en 2016.
De cara al trágico ejemplo en Miami-Dade de los 50 000 jubilados, así como de quienes lo serán, al decir de Diario Las Américas, con “sus pelos de punta”, vale esperar un episodio muy elocuente.
Por un lado personas de la tercera edad que no pueden hacer frente ni a sus más apremiantes necesidades de supervivencia.
Por otro, 16 aspirantes a la candidatura presidencial republicana encabezados por un Donald Trump a quien la revista Forbes llegó a situar entre los 19 estadounidenses más adinerados.
Muy cerca, en Miami, este mes al aspirante republicano asentado en esos predios, Marco Rubio, le estimaron que ya sobrepasaba los 13 millones de dólares.
Aún más poderoso, Jeb Bush, hermano del esquizofrénico George W., en la primera mitad del presente año había recopilado 114 de los 100 millones vaticinados.
Meses atrás, el Tribunal Supremo de Estados Unidos voló en pedazos la hoja de parra que existía para que un candidato recibiera dinero sin valladares.
O sea, que los ríos de dólares corren a bandera desplegada, mientras en Miami-Dade una anciana jubilada saltó de alegría cuando le concedieron algunos sellos alimenticios destinados a los indigentes.
Brilla por estos días, con luces propias, la democracia estadounidense.
(Tomado de Cubasí)
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