La bandera que fue arriada el 3 de enero de 1961, ha regresado a la capital de Estados Unidos para acompañar a los cubanos dignos que fueron testigos de este momento histórico. Sus condiciones de conservación impedirán que regrese al asta de la que nunca debió separase, pero estará dentro de la que vuelve a ser embajada cubana.
Muchos han contribuido a que este momento llegue; otros, en cambio, hacen de todo por impedir que Cuba y Estados Unidos puedan tener relaciones normales. Abrir embajadas no es la solución, cual varita mágica, de tantos años de agresiones contra mi pueblo, pero debe ser la señal definitiva de que podemos convivir en paz, en medio de nuestras diferencias.
Todavía quedan muchas cuentas pendientes: el bloqueo sigue afectando a mi gente, la ilegal base naval ocupa territorio guantanamero en contra de nuestra voluntad y la ley de ajuste cubano sigue cobrando víctimas en el estrecho de la Florida.
Mi bandera se entremezcla ya con el cielo azul y las blancas nubes. Con sus años de historia, entre emociones y esperanzas, se alza vigorosa en cielo estadounidense. El Himno de Bayamo selló la reapertura de le embajada cubana. Esa que está ahora en el asta, es la bandera de Martí, Céspedes, Agramonte, Máximo Gómez y Calixto García, pero es también la de Mella, Baliño, José Antonio y Frank.
Es mi bandera, la que Fidel y Raúl trajeron en el Granma, alzaron en la Sierra y portaron por más de 50 victoriosos años, la de la Cuba Socialista, la de la Revolución Cubana. Esa es la que, desde hoy, ondea orgullosa en Estados Unidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario