El 19 de abril de 1961, Estados Unidos sufría la derrota
de un ejército mercenario de los exiliados cubanos que durante un año
había preparado, armado y entrenado para derrocar al gobierno de Cuba.
En las conclusiones de la investigación ordenada por el presidente John Fitzgerald Kennedy al General Maxwell D. Taylor para esclarecer las causas de aquel fracaso, este recomendaba:
A la luz de las consideraciones anteriores, somos de la opinión que los preparativos y la ejecución de operaciones paramilitares como Zapata son una forma de acción de Guerra Fría, en la cual el país debe prepararse para combatir […] Dichas operaciones deben planificarse mediante un mecanismo gubernamental capaz de poner en juego, además de las técnicas de protección y las militares, todas las fuerzas políticas, económicas, ideológicas y de inteligencia que pueden contribuir a su éxito. En síntesis, tales mecanismos no existen pero deben crearse para planificar, coordinar y promover una estrategia de guerra fría nacional, capaz de incluir operaciones militares.
El 30 de noviembre de ese año, por decisión del presidente Kennedy, se creaba el Grupo Especial Ampliado (SAG) dentro del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), presidido por el general [Maxwell] Taylor y el fiscal general Robert Kennedy, para ejecutar la operación subversiva más grande puesta en marcha de Estados Unidos hasta entonces con el fin de derrocar a un gobierno extranjero. Con esta operación, que recibió el nombre código Mangosta, se cumplían las recomendaciones para incluir el caso cubano en la estrategia de Guerra Fría de la política norteamericana, que permanece hasta nuestros días. Cuba sigue siendo, hoy más que nunca, víctima de esta política que, según teóricos y políticos, concluyó con la desintegración del campo socialista en Europa del Este.
En el preámbulo del «Proyecto Cuba», primer documento directivo elaborado por el grupo de trabajo del SAG, se exponía:
El objetivo de estados Unidos es derrocar al régimen comunista de Cuba e instaurar un nuevo gobierno con el que Estados Unidos pueda vivir en paz […]. Básicamente, la operación debe traer como consecuencia la sublevación del pueblo cubano […] la sublevación necesita de un movimiento de acción fuertemente motivado desde el punto de vista político en Cuba, para que así genere la rebelión, se oriente hacia el logro del objetivo y se saque provecho de ella en el momento clímax. Las acciones políticas estarán asistidas por la guerra económica con el objetivo de provocar que el régimen comunista fracase en la tarea de satisfacer las necesidades económicas de Cuba; serán también apoyadas operaciones psicológicas que harán que el resentimiento de la gente contra el régimen sea cada día mayor y estarán socorridas por los grupos militares que se encargarán de darle al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos […].
Mangosta fue un proyecto gubernamental que incluyó todas las formas de agresión posibles: bloqueoeconómico, aislamiento político, subversión interna, asesinato de líderes cubanos, particularmente de Fidel castro, guerra psicológica y finalmente previó la invasión militar. Contempló treinta y tres tareas para todos los departamentos y agencias gubernamentales norteamericanas, y un calendario de actividades que comenzaba en el mes de marzo de 1962 y concluiría en octubre de ese mismo año con la supuesta sublevación interna, que daría cobertura a la invasión y al derrocamiento del régimen cubano. La orden ejecutiva firmada por el presidente Kennedy en ese mes de marzo, explicaba muy claramente los propósitos que se perseguían: «En el empeño para causar el derrocamiento del gobierno señalado, Estados Unidos hará el máximo uso de los recursos nativos, internos y externos, aunque reconoce que el éxito final requerirá una intervención militar decisiva de Estados Unidos […]».
De tal manera, en marzo de 1962, aún cuando no existían cohetes en Cuba y ni siquiera la URSS había realizado esa proposición, el gobierno norteamericano había decidido provocar en octubre de ese año una crisis de extraordinarias dimensiones en el Caribe, en tanto proyectaba agredir militarmente a Cuba.
En febrero se firmó la Ley del Bloqueo contra Cuba y se le expulsó de la Organización de Estados Americanos (OEA). Después se desencadenó una guerra de dimensiones inimaginables que incluyó hasta acciones bacteriológicas. De enero a agosto de 1962 se ejecutaron en Cuba 5 780 acciones subversivas, de las cuales 716 fueron sabotajes a grandes objetivos económicos.
[…]
Es incuestionable que Mangosta no fue un engendro de salón, como muchos políticos y especialistas en estados Unidos han tratado de hacer ver durante los últimos años. Por tales razones, consideramos que no se puede analizar la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, sin tener en cuenta que para entonces los Estados Unidos había declarado una guerra sin cuartel contra el gobierno y el pueblo de Cuba, y este de preparaba desde mayo de ese año para enfrentar un agresión militar de su poderoso vecino.
Precisamente durante los días de la Crisis de Octubre, la CIA se encontraba realizando una de las operaciones de sabotajes más importantes que se habían proyectado en el contexto de Mangosta. El 20 de ese mes se infiltraron por la costa norte de la provincia de Pinar del Río, el jefe de los Grupos de Misiones Especiales Miguel A. Orozco Crespo, y otros agentes, con la misión de destruir las instalaciones de las minas de cobre en ese territorio. Varios días más tarde, después de frustrada las acción, las fuerzas cubanas capturaban a Orozco Crespo y este revelaba una operación aun más vasta que debía conducir a la solución final del caso cubano.
Se trataba de una provocación que tenía como objetivo la ocupación de un cayo al norte de la provincia de Camagüey, al mismo tiempo que tropas mercenarias atacaban Puerto Cabezas, en Nicaragua, desde donde un año antes había partido la invasión de Bahía de Cochinos. La idea consistía en provocar un conflicto interamericano haciendo aparecer a Cuba como un país agresor, lo que servía de pretexto a Estados Unidos para intervenir abiertamente en auxilio del gobierno provisional que estaría establecido en la cayería cubana, de manera tal que la invasión militar a la isla se justificara.
La denuncia de esos planes fue un golpe decisivo para Mangosta, lo que unido a los resultados de la propia Crisis de los Misiles, posibilitaron su extinción durante los primeros mese de 1963, para ser sustituida por otra estrategia política, que con otras formas, perseguía como ahora, el derrocamiento de la revolución Cubana.
Por tales razones sustentamos la tesis de que con cohetes o sin cohetes, Cuba iba a ser agredida en octubre de 1962. Así lo han demostrado los propios documentos desclasificados por el gobierno de los Estados Unidos, e indudablemente, se hubiera provocado una crisis en el Caribe, no de las dimensiones de la que en realidad aconteció, pero el dramatismo de un pueblo dispuesto a ser extinguido por la defensa de sus conquistas sociales.
A la luz de las consideraciones anteriores, somos de la opinión que los preparativos y la ejecución de operaciones paramilitares como Zapata son una forma de acción de Guerra Fría, en la cual el país debe prepararse para combatir […] Dichas operaciones deben planificarse mediante un mecanismo gubernamental capaz de poner en juego, además de las técnicas de protección y las militares, todas las fuerzas políticas, económicas, ideológicas y de inteligencia que pueden contribuir a su éxito. En síntesis, tales mecanismos no existen pero deben crearse para planificar, coordinar y promover una estrategia de guerra fría nacional, capaz de incluir operaciones militares.
El 30 de noviembre de ese año, por decisión del presidente Kennedy, se creaba el Grupo Especial Ampliado (SAG) dentro del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), presidido por el general [Maxwell] Taylor y el fiscal general Robert Kennedy, para ejecutar la operación subversiva más grande puesta en marcha de Estados Unidos hasta entonces con el fin de derrocar a un gobierno extranjero. Con esta operación, que recibió el nombre código Mangosta, se cumplían las recomendaciones para incluir el caso cubano en la estrategia de Guerra Fría de la política norteamericana, que permanece hasta nuestros días. Cuba sigue siendo, hoy más que nunca, víctima de esta política que, según teóricos y políticos, concluyó con la desintegración del campo socialista en Europa del Este.
En el preámbulo del «Proyecto Cuba», primer documento directivo elaborado por el grupo de trabajo del SAG, se exponía:
El objetivo de estados Unidos es derrocar al régimen comunista de Cuba e instaurar un nuevo gobierno con el que Estados Unidos pueda vivir en paz […]. Básicamente, la operación debe traer como consecuencia la sublevación del pueblo cubano […] la sublevación necesita de un movimiento de acción fuertemente motivado desde el punto de vista político en Cuba, para que así genere la rebelión, se oriente hacia el logro del objetivo y se saque provecho de ella en el momento clímax. Las acciones políticas estarán asistidas por la guerra económica con el objetivo de provocar que el régimen comunista fracase en la tarea de satisfacer las necesidades económicas de Cuba; serán también apoyadas operaciones psicológicas que harán que el resentimiento de la gente contra el régimen sea cada día mayor y estarán socorridas por los grupos militares que se encargarán de darle al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos […].
Mangosta fue un proyecto gubernamental que incluyó todas las formas de agresión posibles: bloqueoeconómico, aislamiento político, subversión interna, asesinato de líderes cubanos, particularmente de Fidel castro, guerra psicológica y finalmente previó la invasión militar. Contempló treinta y tres tareas para todos los departamentos y agencias gubernamentales norteamericanas, y un calendario de actividades que comenzaba en el mes de marzo de 1962 y concluiría en octubre de ese mismo año con la supuesta sublevación interna, que daría cobertura a la invasión y al derrocamiento del régimen cubano. La orden ejecutiva firmada por el presidente Kennedy en ese mes de marzo, explicaba muy claramente los propósitos que se perseguían: «En el empeño para causar el derrocamiento del gobierno señalado, Estados Unidos hará el máximo uso de los recursos nativos, internos y externos, aunque reconoce que el éxito final requerirá una intervención militar decisiva de Estados Unidos […]».
De tal manera, en marzo de 1962, aún cuando no existían cohetes en Cuba y ni siquiera la URSS había realizado esa proposición, el gobierno norteamericano había decidido provocar en octubre de ese año una crisis de extraordinarias dimensiones en el Caribe, en tanto proyectaba agredir militarmente a Cuba.
En febrero se firmó la Ley del Bloqueo contra Cuba y se le expulsó de la Organización de Estados Americanos (OEA). Después se desencadenó una guerra de dimensiones inimaginables que incluyó hasta acciones bacteriológicas. De enero a agosto de 1962 se ejecutaron en Cuba 5 780 acciones subversivas, de las cuales 716 fueron sabotajes a grandes objetivos económicos.
[…]
Es incuestionable que Mangosta no fue un engendro de salón, como muchos políticos y especialistas en estados Unidos han tratado de hacer ver durante los últimos años. Por tales razones, consideramos que no se puede analizar la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, sin tener en cuenta que para entonces los Estados Unidos había declarado una guerra sin cuartel contra el gobierno y el pueblo de Cuba, y este de preparaba desde mayo de ese año para enfrentar un agresión militar de su poderoso vecino.
Precisamente durante los días de la Crisis de Octubre, la CIA se encontraba realizando una de las operaciones de sabotajes más importantes que se habían proyectado en el contexto de Mangosta. El 20 de ese mes se infiltraron por la costa norte de la provincia de Pinar del Río, el jefe de los Grupos de Misiones Especiales Miguel A. Orozco Crespo, y otros agentes, con la misión de destruir las instalaciones de las minas de cobre en ese territorio. Varios días más tarde, después de frustrada las acción, las fuerzas cubanas capturaban a Orozco Crespo y este revelaba una operación aun más vasta que debía conducir a la solución final del caso cubano.
Se trataba de una provocación que tenía como objetivo la ocupación de un cayo al norte de la provincia de Camagüey, al mismo tiempo que tropas mercenarias atacaban Puerto Cabezas, en Nicaragua, desde donde un año antes había partido la invasión de Bahía de Cochinos. La idea consistía en provocar un conflicto interamericano haciendo aparecer a Cuba como un país agresor, lo que servía de pretexto a Estados Unidos para intervenir abiertamente en auxilio del gobierno provisional que estaría establecido en la cayería cubana, de manera tal que la invasión militar a la isla se justificara.
La denuncia de esos planes fue un golpe decisivo para Mangosta, lo que unido a los resultados de la propia Crisis de los Misiles, posibilitaron su extinción durante los primeros mese de 1963, para ser sustituida por otra estrategia política, que con otras formas, perseguía como ahora, el derrocamiento de la revolución Cubana.
Por tales razones sustentamos la tesis de que con cohetes o sin cohetes, Cuba iba a ser agredida en octubre de 1962. Así lo han demostrado los propios documentos desclasificados por el gobierno de los Estados Unidos, e indudablemente, se hubiera provocado una crisis en el Caribe, no de las dimensiones de la que en realidad aconteció, pero el dramatismo de un pueblo dispuesto a ser extinguido por la defensa de sus conquistas sociales.
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