Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

lunes, 6 de julio de 2015

El terrorismo en las zonas rurales

Como parte de las acciones subversivas contra la Revolución Cubana, y  dentro del proceder de la Operación Mangosta en la isla se llevaron a cabo una serie de virulentos crímenes, que le costaron la vida a muchas personas. Dentro de los mismos se encuentra el caso la familia de Pío Romero, «que ayudaba con todas las labores de la Revolución».

A las ocho y media de la noche del 2 de julio[1] en la casa de Pío Romero en la finca San José de Altamira[2] la familia se encontraba concluyendo las tareas habituales. De pronto, se sintió un ruido afuera. Sin dar tiempo a nada, un grupo de hombres armados apareció en los alrededores de la casa y se lanzó al asalto. En esta ocasión no mediaron palabras. Mientras unos golpeaban a la menor Paula Romero, a su hermana Teodora y a su madre Vicenta, otros trataron de levantar de la cama a Bartolo Rafael Romero Rojas, de sólo catorce años, que se encontraba enfermo, pero la madre se les enfrentó y les manifestó que aquel joven no pertenecía a la familia, que era un trabajador de la finca.

Acto seguido agredieron a José Pío Romero Santander, de cincuenta y un años, y a Eustaquio Polo Romero, un sobrino de ambos, de veinticuatro años. Después de golpearlos, brutalmente, los sacaron de la casa a culatazos y bayonetazos. Una vez separados del resto  de la familia, los arrastraron hasta la cerca de un corral y los acribillaron a balazos. Antes de retirarse, uno de los bandidos tomo un pedazo de papel y escribió una nota muy bien trazada.[3]

[…] Juan Lucio Morales Sosa, secretario y ayudante de Carretero[4] y participante de los hechos, declaró:


[…] Jiménez, yo, y cuatro hombres más rodamos la casa, desde allí pudimos ver que Blas junto con tres más sacaban a Pío a fuerza de golpes para afuera, acribillándolo a balazos, entonces fuimos todos para allá y sacamos a Eustaquio y a Ana a fuerza de golpes. A Eustaquio le entramos a patadas, culatazos, lo acribillamos a balazos y le clavamos una bayoneta en el cuello, a Ana le entramos también a golpes y a tiros. Después de hecho esto Macho Jiménez me dijo que le apretara los órganos genitales a Pío Romero, lo cual hice ya casi estando muerto, también, me dijo que lo rematara, lo cual hice metiéndole veinte tiros, mientras yo hacía esto vi a Blas cuando le estaba entrando a culatazos a la hija y a la mujer de Pío. Cuando nos fuimos hicimos unas descargas y sobre los muertos dejamos un papel que decía: «A estos los cogió la rueda de la carreta».[5]


De esta manera podemos ver cómo actuaban las bandas de los alzados: rehuyendo el combate frontal con las fuerzas revolucionarias, e intentando sembrar el pánico entre las vecindades de las zonas rurales. […]

Hay que decir que ni un solo asesino quedó impune, hay que decir que ninguno de aquellos malhechores que ultimaron a brigadistas, a maestros, a obreros, a campesinos, logro escapar; hay que decir que la ley y la justicia cayeron sobre los culpables […].[6]

Este hecho no solo demostró la talla criminal de los ejecutores, sino  también el sufrimiento y dolor  al que estaba sometido el pueblo cubano continuamente, sin importar edad, sexo, o color, todos eran víctimas de los más crueles abusos.



[1] 1962.
[2] Villa Clara.
 [3] Pedro Etcheverry Vázquez,  y Santiago Gutiérrez Oceguera: «La mangosta», en: Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba. Editorial Capitán San Luis, La Habana, Cuba, 2008. pág. 222.
[4] Julio E. Carretero. Dirigente de la banda que asesinó a esta familia.
[5] Con la palabra «Carreta» se estaba haciendo referencia a Julio E. Carretero, llamado así por sus compinches.
[6]   Fidel Castro Ruz: Discursos. Obra Revolucionaria, Centro de Documentación de Cuba, junio-julio de 1995, pp. 152-153. Citado por Pedro Etcheverry Vázquez y Santiago Gutiérrez Oceguera: «La última batalla», en: Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba, Editorial Capitan San Luis, La Habana, Cuba, 2008. pp. 337.


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